domingo, 18 de febrero de 2024

JUAN MARIA URIARTE Y VILLALPANDO.

 




       Fue obispo de Zamora desde 1991 hasta el 2.000. Ayer ha fallecido, a los noventa años.  Hombre de una talla humana e intelectual impresionantes, tengo de él magníficos recuerdos. Venía a Villalpando de incógnito, a visitar a las Clarisas, con cierta frecuencia. En su trayecto de la casa Parroquial al Convento, pasaba por la calle Corralones, entonces todavía sin construir nuestra casa que da a esa calle. En ese solar había una cocina de verano, las cuadras y el pajar. Ya en mis tiempos lo convertí en cochera, panera, lavadero de zanahorias, según el momento, para lo que abrí una puerta, donde estaba el bocarón del pajar, para la calle dicha.

     En ese local, tenían instalado su estudio de ensayo musical, nuestro hijo Álvaro y su amigo Javi Núñez. Una tarde Uriarte, al escuchar los desabridos sones, llamó, pasó, conversó con ellos un buen rato.

      Guardo también un magnífico recuerdo de cuando la Consagración de la nueva Iglesia de San Nicolás. Al terminar la ceremonia, todas las autoridades estaban invitadas a merendola en la Residencia. Nosotros, la panda del coro, nos pusimos a cantar, recuerdo en su honor, "Maitechu mía". Entre bromas se quedó con nosotros, hasta que las autoridades lo reclamaron varias veces. Estuvo un poco y se fue.

    Ofició en un pueblo de Aliste el funeral por un muchacho militar de ese pueblo, Ferreras, quiero recordar, asesinado por ETA. Tuvo palabras durísimas para la banda: que eso, el asesinato, ante los ojos de Dios, era el mayor de los pecados. No es cierto viniera desterrado a Zamora por su proximidad a la ETA. ¡¡¡NO!!! Otra cosa era su prestigio en la sociedad vasca. De ahí que, desde una humilde apartada provincia que aportaba a Vasconia sangre, brazos jóvenes y KW de los inundados pueblos, pudiera ejercer una labor de mediador para acabar con la barbarie.

       Y para eso, a la par que para escuchar el grandioso Miserere del Jueves Santo en Zamora, lo que no deja de hacer desde entonces, nos visitó Jaime Mayor Oreja. embajador del gobierno de Aznar. De esa larga entrevista con Uriarte salió el plan para la negociación en Suiza entre representantes de ETA y del gobierno de Aznar, de la que salió una tregua que ETA rompió unos meses después con nuevos asesinatos. Uriarte, decepcionado, no quiso volver a intermediar.

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    Cuando llegó don Tomás Osorio a esta villa se propuso la meta de derribar el viejo San Nicolás y construir una nueva iglesia en su lugar. Vio que la Parroquia poseía unas cuarenta y dos Has. las conocidas como tierras de las Memorias o de las Huérfanas, Fundación Licenciado Antonio Sánchez, desde el siglo XVI. Convocó una asamblea en el comedor del Colegio Comarcal. Propuso la venta de esas parcelas para con su dinero construir la nueva iglesia. El pueblo, dijo sí.
        Ya el cura anterior, don Policarpo, por su cuenta y riesgo, había vendido una parcela, pegando y detrás de la Comendadora, entre la carretera de Zamora y el camino de la Casa, para la "fábrica de los espárragos": "Hortofruícula Industrial S.A" "HISA". El Gerente y cabeza visible era un buen intencionado ingeniero agrónomo, funcionario de la Junta, don Jesús Garrido.
    Se trataba de una empresa de conservar vegetales, donde no había ni regadíos ni tradición de huerta a lo grande. Alquilaron parcelas, despedregaron, plantaron un montón de Has de espárragos; sembramos guisantes... Un fracaso, como era de esperar. Podrían los fantasiosos proyectos de Iberovino aprender de esa lección.
     La iglesia se quedó sin el valor de esas, puede que doce has. que labraban "los Ivos". No recuerdo cantidades, cobraron la mitad que invirtió el Policarpo en acciones ruinosas, la otra mitad, quebrada la empresa, quedó sin cobrar.
     Otras veinte Has. o por ahí, poseía la parroquia en Tapioles. Esas las administraba don Primitivo. Las compraron Goyo y Teodora Mazariegos,  a precio de mercado, aunque eran arrendatarios. Con ese importe se construyó la casa Parroquial.
     Aquella asamblea fue sobre principios de 1979. Los arrendatarios, salvo las sobrinas de los Ivos, que las dejaron sin más a disposición de la iglesia, se negaron a dejarlas. Ello,  más todos los problemas, con Patrimonio de la Junta, fue retrasando la obra.
     Al fin, don Tomás con la Junta Parroquial, puede que a finales del "noventa y cuatro", tira p'alante: proyectos, autorizaciones, la leche. El proyecto de derribo obligaba a un desmantelamiento manual, usando la menor maquinaría posible, para conservar el precioso atrio y la torre: indispensable mantener los muros anexos a la misma que le servían de apoyo.
        El derribo se hizo a lo bestia, con una retro a la que alargaron el cazo; cazadas sin piedad, ni atrio ni leches, (conservaron, de milagro, ese trozo de ábside mudejar plano) un camión, otro camión; todo a las Tenerías. A los cuatro días, desprovista de su apoyo, parte de la torre y cuatro campanas, se viene abajo.
        Y las pelas, ¿de dónde? Como las tierras seguían sin venderse, del Obispado; don Tomás se llevaba muy bien con Uriarte.
        Como ven las fotos, el viejo San Nicolás no ofrecía ruina, ni mucho menos. La cubierta la había reconstruido don Modesto unos pocos años antes, vean en la foto que está nueva, en la década de los sesenta. Le pusieron una capa hormigón bajo la teja. Ese peso fue excesivo para los muros; la bóveda comenzó a agrietarse, pero le pusieron unos tirantes de acero (se ven los topes en la foto), y eso hubiera aguantado siglos.
      Es verdad que salvo el atrío, la torre y el abside, la iglesia carecía de valor artístico. Era poco diáfana y funcional; pero tenía mucho valor histórico. Yo, en la Junta Parroquial, abogaba por la conservación del atrio, ábside y torre. ¡Bueno!: tenemos una iglesia bien chula que se llena de cuando en cuando.
      A don Juan María Uriarte los villalpandinos le debemos la magnífica iglesia actual. El dinero para la torre lo puso la Junta: un chaperón de hormigón con las campanas metidas dentro de un cajón, abierto por un lado para que sólo se oiga en menos de la mitad del pueblo. La Queda está rabiosa. Ahora en venganza suena a lata.
     La torre debió reconstruirse en su estilo mudejar, campanario con ventanales por donde salga el sonido; y la Queda arriba en espadaña sobre el tejado.
     Posiblemente el Obispado haya recuperado lo adelantado cuando, por fin, ya hecha la iglesia, los colonos las dejaron: veintiséis Has. en el Teso del Palo, parque solar junto a la A-6. Creo se vendieron a 6.000 euros Ha.; para huerto solar, pegando a una subestación, debieron venderse mucho más caras. VEINTISÉIS MILLONES DE PTS.
     La última parcela que le quedaba a la iglesia, en Alafes, después de muchos avatares de tener nuestro hijo Álvaro en renta la mitad, 8 Has., en los últimos años, pagando una renta actualizada como cinco veces más que pagaban los arrendatarios históricos, a precio de mercado ha comprado las 16 Has. Puede que con su importe se haya casi saldado la deuda que la iglesia tenía con el Obispado por la construcción del nuevo San Nicolás. También el pueblo, puso dinero.
    De todos los modos a don Juan Maria Uriarte le debemos el magnífico nuevo templo.

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