COSAS
DE ANTAÑO.
Tres
asuntos pugnan para “La Mar” mensual: actualidad política, la guerra de los
tractores y lo que ayer descubrí en el Archivo Histórico Provincial.
Hoy
21 de febrero, acabo de escuchar en directo, mientras pedaleaba, la sesión de
control al gobierno. Increíble como después del cachiporrazo gallego tenga la
caradura el Sánchez y sus lacayos, de seguir con el mentiroso mantra, predicado
por veintidós ministros en Galicia, de que Feijóo quiso pactar con Puigdemont
la amnistía. Ante la cera que les han dado, después de la goleada, 40-9,
Alberto, “Cuca”, Álvarez de Toledo, Pepa Millán, etc., recurren a la mentira, a
la chulería y al insulto. Al menos Yolanda Díaz ha tenido la vergüenza torera
de la ausencia. Tampoco estaba el macarra de Valladolid. Está justificado el
calificativo a un tío que se atreve a decir que para qué van a trabajar los
jueces en encausar a los del “procés”, cuando los va a indultar su gobierno.
¿Qué explicación van a dar a las mordidas del Koldo, para dos pisos en Benidor,
y tres solares, quien llega a la asesoría del Ministro Ábalos con un currículo
de aizcolari y portero de puticlub?
En
cuanto a lo de los pobrecitos de los “Fend-es” y de los 12.000 euros Ha., los
esclavos del ordeño, los pisoteados horticultores y el montón de impedimentos y
trabas burocráticas, incluido los cuadernos digitales, de la PAC, habría mucho
qué hablar. Puede lo aborde en mi blog.
Tan
aficionado a la historia y, dado mi afán didáctico, les cuento lo del A.H.P. de
Zamora.
La
de ayer fue mi tercera sesión. Quería conocer los detalles exactos de unos
hechos ocurridos en algunos de los 29 pueblos del Partido Judicial de
Villalpando en la década de los “cincuenta”. Ayer tuve acceso al libro donde
están archivadas todas las sentencias de la Audiencia Provincial en el año de
1954. De lo referido a lo instruido por este Juzgado, aunque tampoco tenga una
importancia excesiva, guardaré absoluto secreto. Si, en cambio, les cuento dos
casos de Zamora y uno del Partido de Benavente, que me encontré al pasar hoja.
No tomé apunte de nombres, fechas y detalles prolijos, me quedé con los hechos
sustanciales en la memoria, que reflejan la situación social por aquel
entonces: más de doscientas sentencias dictaron en el Palacio de los Momos
aquel año.
a).-
Pelea entre paisanos en pueblo del valle del Tera. Al más débil le rompen tres
costillas y le abren la cabeza. Tarda dos meses en recuperarse. En esos pueblos
del minifundio hortelano, tan llenos de gente, las grescas eran frecuentes.
b).-
Juzgan a un señora practicante de 50 años, recuerdo el nombre: Ángela, por, estando inhabilitada, asistir
privadamente, en el barrio de San Lázaro, a una parturienta en el domicilio de
ésta.
La
inhabilitación ocurrió, en sentencia recaída en juicio anterior, por el “delito”
de ayudar a una embarazada soltera en un intento de aborto. Al no consumarse el
“intento”, no hubo condena de cárcel, ni multa; sí, en cambio la
inhabilitación: perdió su puesto de matrona en el Instituto Nacional de
Previsión y en el Auxilio Social. O sea: quedó en la calle.
Resulta
que era vigilada policialmente. El marido y familiares declaran a favor: que el
niño ya había nacido cuando llegó la practicante; que no quiso coger dinero,
pero que a la nietica que la acompañaba le hicieron coger 30 pts. para poder
unos días comprar pan. De esa denuncia policial fue absuelta.
c).-
Suceso también en la rural Zamora capital: viña en el pago de “Arenales”, al
lado del ferrocarril Zamora-Medina; dos
“Guardas Jurados” de la H.S. de Labradores, uniformados, con tercerola y
carabina cargada, de 9 m/m, vigilan
desde una caseta. Dicen que llega una panda de muchachos y les tiran piedras, y
que a uno de los guardas, “Caballero Mutilado” por D. y por E., “sin querer” se
le dispara el arma, con tan “mala suerte” que le atraviesa el cráneo a un niño
de doce años.
Le
caen seis años de prisión que, dado el atenuante de combatiente, es posible no
cumpliera.
No
quise pasar más hojas. Ya lo ven: cualquier tiempo pasado no fue mejor, aunque
en este haya, todavía, mucho qué arreglar. Sigo rechazando lo injusto. Por ej.:
una multa totalmente infundada, simplemente por el hecho de “significarme”. Son
ancestrales residuos de prepotencia no erradicados en algún escaso agente.
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