A SANGRE Y A FUEGO (II)
Todos los políticos e
intelectuales citados en el artículo anterior,
centristas de distintos matices, pero personas moderadas y honradas, se
vieron desbordados por las ideas e intereses tan contrapuestos entre las
izquierdas y las derechas.
Proclamada sorpresivamente la
república, huido el rey de inmediato, el vacío de poder fue cubierto por la
Junta Republicana. Formaron gobierno provisional, sin previas elecciones. Azaña
asumió la Presidencia del Consejo de Ministro, como se llamaba entonces al
Presidente del gobierno. Cometió un grave error: ponerse a toda prisa a
promulgar una Constitución izquierdista y anticlerical, que sólo satisfacía a menos de la mitad de la población.
La situación social, política y
económica en España tenía mal arreglo. La situación geopolítica mundial nada
tenía que ver con la actual. En dos ideologías emergentes y antagónicas ponían
los españoles sus esperanza: el izquierdismo, comunismo y anarquismo, y el
derechismo de respeto a la familia, religión y, sobre todo, a la propiedad
privada, que derivo en un fascismo a la española. Aquello era muy difícil de
conjugar: a los obreros les encandilaba la revolución bolchevique. La URSS
vivía momentos de próspero apogeo; las
clases medías veían en Musolini, y no tato en Hitler, el ejemplo a seguir. Se
armó.
Demos un salto: 1975, fallece
Franco, meses de titubeo. No, no salen las masas a la calle pidiendo la
democracia, y menos el dar la vuelta a la tortilla. El desarrollo económico
conseguido había acallado rabias. Vivian muchos protagonistas de la contienda
que no deseaban su repetición. No hubo en momento alguno sensación de peligro,
de que pudiera volver a repetirse la tragedia. Había un ejército poderoso, bien
unido, obediente a su mando supremo, el Rey. No había organizaciones de
izquierdas, ni de derechas masivas y armadas. Había desaparecido el hambre, que
es muy revolucionaria.
Y tuvimos la suerte de grandes
estadistas, personas que, en aquellos momentos, demostraron una talla humana
excepcional. La lista sería interminable. La encabeza Torcuato Fernández
Miranda, Ministro Secretario General del Movimiento. Él fue quien acabó de
convencer a Juan Carlos, él quien diseño los pasos a seguir para transitar de
la dictadura a la democracia. Le apoyaron
todos los tecnócratas, democristianos del régimen. Cabe recordar que
existían unas Cortes, un Congreso de los Diputados, adeptos al régimen. Y se
hicieron el hara-kiri, votando por la disolución para dar paso a otras elegidas
democráticamente.
Torcuato huyó de, por ej.,
conseguir para él la presidencia del gobierno. Se retiró cumplida su tarea.
Dejó un digno sucesor. No era brillante,
pero sí valiente, Adolfo Suárez. Aquella UCD de notables llegó a ser una jaula de grillos. Abandonado por todos, hasta por el Rey, con ruido de sables en las salas de banderas, tuvo la dignidad de dimitir. Busquen su discurso en YouToube. ¡Qué ejemplo para el "caudillo" actual!
Quiero mencionar a un paisano que
estuvo en aquella terna, el benaventano, Federico Silva Muñoz. Fueron todos
estos, del grupo “Tácito”, quienes desde dentro optaron por la transición. Cito
de memoria: Rodolfo Martín Villa, Landelino Lavilla, Marcelino Oreja, Manuel
Fraga…
Quiero recordar a un zamorano
injustamente tratado, Carlos Pinilla Turiño. Claro que fue falangista. ¿Y qué?
Pérez-Reverte lo explica bien: “entre un muchacho falangista de la primera hora
y un comunista hubo poca diferencia. Tenían ambos un ideal de justicias
social”. Les ruego lean uno de mis relatos, “El miliciano y el falangista”.
Pinilla fue de los que marchó a primera hora al frente. Era ya por entonces
Abogado del Estado, no se quedó haciendo sacas por la provincia. Cuando volvió
a Zamora en el “treinta y ocho”, de gobernador, se acabaron los “viajes a
Bermillo”. Dejó, en el “cuarenta y uno”, el sillón del gobierno civil, y se
marchó a Rusia, un año, en la División Azul, para luchar contra el comunismo.
De regreso, con un alto cargo, puso en práctica el ideario falangista, creando
las granjas-escuela, la “Florencia” cerca de Toro, y las Universidades
Laborales, los famosos Salesianos, en Zamora, y la enorme de Gijón en la que
tenían preferencia los hijos de los mineros, miles y miles de muchachos de los
pueblos, de familias humildes, se formaron en ellas. Fue uno de los
procuradores que se hizo el hara-kiri. Fundador de A.P. participó en la vida
democrática. Fue, con amplísima mayoría, elegido Senador por Zamora en 1979,
1982 y 1986. Y, ahora vienen los de la desmemoria histórica y borran el nombre
de su avenida…
Lo bueno fue que los líderes de
izquierdas, también estuvieron por la labor, desde el joven Felipe González al
viejo Santiago Carrillo, pasando por Dolores Ibarruri, Alberti, Jordi Solé
Tura, Alfonso Guerra, etc. etc. Y parieron una constitución de consenso, de
reconciliación, de restañar cicatrices. Una constitución para todas las ideas,
para todos los españoles. Fueron tan generosos que hasta admitieron en la misma
a los partidos separatistas. Una constitución española en la que admiten a
quienes desean dejar de ser españoles, y lo hacen los líderes, además, con el
dinero de todos los españoles.
Voy a recordar, espero no tener
que ir a google, a los “Padres de la Patría”, a los siete ponentes que
redactaron la constitución del 78. Nuestra actual y querida CONSTITUCIÓN. Por
UCD, Gabriel Cisneros, Rodríguez de Miñón, Pérez Llorca; por el PSOE, Gregorio
Peces-Barba; por el PCE, Jordi Solé Turá; por un partido catalanista, Miguel
Roca. Por A.P, Manuel Fraga Iribarne.
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