A SANGRE Y A FUEGO (III)
“El Consonante”:
¿Por qué los dos artículos
anteriores de resumen histórico? Porque de la historia debemos aprender: todas
las calamidades sociales, todas las guerras son consecuencia de los fallos en
los comportamientos humanos, sobre todo, hasta el siglo XIX, de las élites
dirigentes. Hoy en día el pueblo, los ciudadanos, tenemos más capacidad de
decisión, pero no siempre acertamos a elegir a los mejores. Para ello
deberíamos ser más imparciales, independientes, reflexivos, éticos.
Hoy en día lo tenemos más fácil.
En los años de la II República, salvo Lerroux, un demagogo populista trepa
(empezó arengando a las masas obreras en Barcelona y terminó siendo Presidente
por el centro derecha en la II República, y apoyando la sublevación militar) en
la inmensa mayoría de hombres y mujeres dirigentes políticos no primaban las
ambiciones personales, sino la defensa de sus ideas.
Repito que lo malo es que esas
ideas eran muy antagónicas. Digo que ahora lo tenemos más fácil porque
fracasados los colectivismos, en las naciones occidentales estamos de acuerdo
en el respeto a la propiedad privada, a la economía social de mercado como
modelos económicos, y en la democracia parlamentaria, en el sufragio universal,
como la forma menos mala de gobierno.
Ya no hay hambrientos jornaleros
que quieran quitarme las tierras. Y cuando iban a la huelga lo hacían con la
hoz y el martillo en la mano. Ahora los campesinos van a la huelga en
comodísimos tractores. Los de antes reivindicaban poder descansar, al menos
siete horas de las veinticuatro del día, y comida suficiente. Los de ahora
piden que no les hagan rellenar tantos papeles. Tenemos la suerte de que las
máquinas nos hayan aliviado de los penosos trabajos. Por todo eso debería ser
mucho más fácil entenderse. Los conflictos ya no son tan vitales como los
pasados entre ricos y pobres. El otro día se lo explicaba a otro jubilado: tú,
yo y la inmensa mayoría somos ricos, tenemos todo, y de más calidad, que lo que
tenían los ricos de antes: alimento, vestido, vivienda, sanidad, educación…
Todo eso los pobres de antes no lo tenían.
Por todo lo anterior las ideologías
políticas están vaciadas de contenido. ¿Quieren quienes se dicen “progresistas”
volver a la revolución blochevique? ¿Quieren a quienes llaman “fachas” volver a una dictadura?
La organización en lo político y
social es cuestión de matices: los de izquierdas quieren más intervención del
Estado, los de derechas más iniciativa privada. Estos conflictos, emergencias que surgen entre las sociedades deben
resolverse a base de raciocinio, de lógica, de sentido común. Por ej.: escasez
de agua en Cataluña y Valencia: el Plan Hidrológico Nacional, que tumbó
Zapatero, hubiera sido la solución. Que, en lugar de llevar años los catalanes
enzarzados con lo del separatismo, hubieran realizado alguna obra hidráulica,
por ej.
Problemas en España tenemos. ¿Cuál sería la solución? Elegir a los
mejores. ¿Quiénes son? “Por sus obras los conoceréis”. Desde luego no quien
supedita todo, lo más sagrado, la honradez, a su ambición de poder.
Una revolución tenemos pendiente
en este país: la de la ética, la de la moralidad.
Como me he enrrollado demasiado,
dejaré el final del consonante para el siguiente capítulo, repasando desde la
transición a nuestros días.
No hay comentarios:
Publicar un comentario