A Julia Rodríguez Cañibano,
fallecida ayer Valladolid, donde vive su hija, cuando iba a cumplir 105 años
de edad.
¿Cómo no recordar a mujer tan
entrañable, discreta, inteligente, humilde, cuya vida se correspondía con su sencilla
religiosidad?
Cuando he buscado referencias
para autoconvencerme de que en el conjunto de las gentes del pueblo también las
hay buenas, siempre pensaba en Julia. Cuando de joven iba al Rosario todos los
días, a las novenas del Carmen en San Miguel, a los Misereres en San Pedro, aquellas
viejicas de los arrabales, me lo parecían, lo eran.
A esa casta de las humildes de
enorme categoría humana, pertenecía Julia. Hubo un tiempo en que, cerrado el
bar del cine, y cedido a las Muvis, iban allí los domingos a jugar a las cartas,
Julia, Frater “la Plina”, Esperanza Lobato, Juliana “la Patatera”, Valeriana
Prieto…, todas cortadas por el mismo rasero en cuanto a valores humanos.
Algunas de aquellas tardes me acercaba, ya siento no más, y qué forma de pegar
la hebra. ¡Qué delicia de conversación!
A Julia recurría cuando tenía
alguna duda sobre los hechos que he historiado. En alguna ocasión me llamó la
atención: -oye tú, que tal cosa no fue así. Me ha dicho su hija que leía todos
mis escritos. Vivió los años convulsos de la II República, de la guerra civil.
Su visión era objetiva. Estuvo al margen de odios y rencores.
Oyó los tiros en la casilla aquella
noche de julio, muerticos de miedo en la cama.
Me contaba un día: -Me acuerdo
cuando a Candidín le dio el “cólico miserere” (peritonitis) en setiembre del “treinta
y dos”. Nos daba pena, porque era bueno y tenía 36 años. Aquel día teníamos de
comida patatas con bacalao. Dijo mi madre: lo mejor es conformarse con lo que
tenemos, no nos faltaba lo más necesario; ¿de qué le sirve a Candidín ser el más
rico del pueblo?”
Esa filosofía de Séneca,
enraizada con la religiosidad popular (¿Cuánto habrá Julia alumbrado al
Nazareno? Iba a todos los entierros hasta pasados los noventa,), la afición a
la lectura, a la cultura, gracias a su inteligencia, le han
proporcionado una vida feliz. Creo por eso ha vivido tantos años. Y si, algo de ella, en otra dimensión, continuara viviendo, mucho mejor.
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