sábado, 3 de febrero de 2024

¿CÓMO NO RECORDAR A JULIA, "LA PACHA"?

                               

A Julia Rodríguez Cañibano, fallecida ayer Valladolid, donde vive su hija, cuando iba a cumplir 105 años de edad.

¿Cómo no recordar a mujer tan entrañable, discreta, inteligente, humilde, cuya vida se correspondía con su sencilla religiosidad?

Cuando he buscado referencias para autoconvencerme de que en el conjunto de las gentes del pueblo también las hay buenas, siempre pensaba en Julia. Cuando de joven iba al Rosario todos los días, a las novenas del Carmen en San Miguel, a los Misereres en San Pedro, aquellas viejicas de los arrabales, me lo parecían, lo eran.

A esa casta de las humildes de enorme categoría humana, pertenecía Julia. Hubo un tiempo en que, cerrado el bar del cine, y cedido a las Muvis, iban allí los domingos a jugar a las cartas, Julia, Frater “la Plina”, Esperanza Lobato, Juliana “la Patatera”, Valeriana Prieto…, todas cortadas por el mismo rasero en cuanto a valores humanos. Algunas de aquellas tardes me acercaba, ya siento no más, y qué forma de pegar la hebra. ¡Qué delicia de conversación!

A Julia recurría cuando tenía alguna duda sobre los hechos que he historiado. En alguna ocasión me llamó la atención: -oye tú, que tal cosa no fue así. Me ha dicho su hija que leía todos mis escritos. Vivió los años convulsos de la II República, de la guerra civil. Su visión era objetiva. Estuvo al margen de odios y rencores.

Oyó los tiros en la casilla aquella noche de julio, muerticos de miedo en la cama.

Me contaba un día: -Me acuerdo cuando a Candidín le dio el “cólico miserere” (peritonitis) en setiembre del “treinta y dos”. Nos daba pena, porque era bueno y tenía 36 años. Aquel día teníamos de comida patatas con bacalao. Dijo mi madre: lo mejor es conformarse con lo que tenemos, no nos faltaba lo más necesario; ¿de qué le sirve a Candidín ser el más rico del pueblo?”

Esa filosofía de Séneca, enraizada con la religiosidad popular (¿Cuánto habrá Julia alumbrado al Nazareno? Iba a todos los entierros hasta pasados los noventa,), la afición a la lectura, a la cultura, gracias a su inteligencia, le han proporcionado una vida feliz. Creo por eso ha vivido tantos años. Y si, algo de ella, en otra dimensión,  continuara viviendo, mucho mejor.

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