martes, 23 de agosto de 2022

SOCIEDAD DE CEBONES.

       Les prometo continuar con la serie sobre la verdadera memoria democrática, (¡Lástima que la MAR sea mensual!), pero como hay cosas que "me llevan los demonios" y "que si callo reviento" (sin dejar mi carácter alegre), hoy me voy a meter contra esta sociedad derrochona, despilfarradora, cebada.

      Cuando en el siglo IV d.C los Romanos tenían en sus fronteras a Suevos, Vándalos, Visigodos, Alanos, Hunos,... ellos seguían con sus bacanales y sus circos. Sabemos el resultado.

     Ahora los "bárbaros" que nos acechan son mucho más peligrosos: crisis mundial de la energía, de las materias primas, inflación, recesión, sequía (cauces y embalses vacíos, empieza a preocupar la falta de agua para el consumo); los bosques calcinados, el cambio climático, en suma.

      Pero hacemos como si nada. Acuerda el gobierno unas tímidas e imprescindibles medidas de ahorro energético (subir dos grados el aire acondicionado, apagar la luz de los escaparates a las diez de la noche), y ponemos el grito en el cielo. Aprovechan los "Hotros" para "irse a por Sánchez", y los hedonistas se quejan.

      Somos imbéciles: estamos viendo las orejas al lobo de la desertificación, pero tenemos que pasar frío en establecimientos públicos, (hace unos días me salí helado de la Notaría de Benavente) o en las casas de algunos, en verano, y asarnos en invierno. Recuerdo ir un enero a Madrid y no poder dormir del calor. Un tío mío, portero de un edificio de cuarenta y pico viviendas en el barrio de Salamanca, ni sé las toneladas de carbón que paleaba al año para la calefacción. Pasaban por esta N-VI miles de camiones carboneros para las calefacciones de Madrid, y la Cíbeles se cubría con una gorra de monóxido de cárbono. ¡Cuánta barbaridad se ha cometido contra el planeta!

     Sueltan por el campo a unos pobres novillos o vacas, en las fiestas de casi todos los pueblos, y acuden, desde muy lejos (para juntarse dos mil salvajes motorizados en esta comunidad despoblada han de desplazarse de muchos kilómetros a la redonda), eso, miles de vehículos a tragar polvo por el campo persiguiendo a los indefensos animales hasta que caen rendidos. De los seis que soltaron en mi pueblo, uno matado de intención por atropello de un Audi viejo, ninguno superó la prueba. El cargarlos al camión era la puntilla. Al descargarlos alguno, reventado, se murió al poco. ¿Cuánto será en total el gasto de tanto coche para ese maltrato animal?

   ¿Se imaginan como tarden en llegar las lluvias, o que no lleguen? Los carburantes, la electricidad, alimentos, siguen subiendo, pero hacemos como si nada. Seguimos consumiendo igual; la obesidad es una plaga.

    Como producir energía para satisfacer la demanda del consumismo es imposible (la transición ecológica hacía las renovables va lentísima, y es muy problemática), lo más fácil, lo más radical, lo imprescindible es ahorro, ahorro y ahorro. Hay mucho de donde recortar. Me pueden decir, por ej.: ¿qué pinta tanto alumbrado nocturno? En las viviendas en invierno, ¿es necesario tener toda la casa a 24 grados, para andar desnudos por ella? En los dormitorios con 14 basta, que se agradezca la manta.

    No quiero seguir. Quienes vivimos con dos bombillas en casa, la lumbre de estiercol, paja y tres palos de manojo, el brasero de cisco, y ¡se acabó!, sin calefacción, por supuesto, ni agua, por lo tanto sin cuarto de aseo, ni tele, nevera, "vitro", lavadora, friega platos, aspirador, microondas, horno, móvil, tableta, etc., no queremos, por el uso abusivo de tanto confort, volver a aquella penosa situación.

   Deben los gobernantes imponer el ahorro en tanto derroche.

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