Hacía tanto calor, y cansado de leer, decidí ir a pegarme un baño. Allí me presenté a lucir músculo. Mi consuelo es que junto a los preciosos cuerpos de niños, niñas, jóvenes y jóvenas, también se ve cada culo y cada barriga muy consoladores.
Ya lo ven por las fotos, aunque sean muy parciales: ese recinto está fenomenal: dos piscinas grandes, una pequeña, césped, sombras. Todo precioso y muy bien cuidado. Es un atractivo más para veranear en Villalpando. Con lo a gustito que se está en estas nuestras casas, sobre todo en la planta baja de las de adobe, ¿qué falta hace meterse en la vorágine de las carreteras, cientos de kilómetros, una pasta en gasolina, en hoteles, para meterse en playas atiborradas en las que ni sitio hay para extender la toalla?
Pregunté al portero y, como siempre, la norma es quitarse la ropa de calle en los vestuarios, ponerse el bañador y entrar en el recinto así. Pregunté si también descalzo. Vio mis sandalias y me dijo, puede pasar.
Pues al poco llegó una panda de los que mandan y tienen privilegios diversos, y todos pa dentro con la ropa que traían puesta. Ellas, aunque trajeran el bañador, ya puesto, debajo de la bata, deben quitársela en el vestuario; y ellos igual con los pantalones y el polo.
Parece ser que hace unos días el regidor se presentó bien trajeado en la orilla, y a punto estuvieron de darle un chapuzón.
He visto la piscina de Villamayor y está también muy bien cuidada.
Mientras los pozos sigan teniendo agua... Allí dentro no se aprecia el problema de la sequía, peligrando ya, no sólo los riegos, sino el abastecimiento de las poblaciones.
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