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Cuando en el vino tardío, el reloj del Ayuntamiento tenía las dos y media, pero eran las tres menos cuarto, llegaron la "Prudencia" mayor y la menor. Las saludé. Me senté un poco con ellas. Me dieron la noticia: "Se ha muerto Gilo". Lo traen desde Madrid, esta tarde a las seis, directo al cementerio.
Mi recuerdo voló al juvenil y campesino equipo de fútbol del Villalpando de eras, lagares, bodegas, mulas, trillos; novenas, procesiones, ferias y sanroques; la pista de Torti, el cine Unión C.C.M. el baile de los Mantecas; sopas. cocido, torreznos y las cartillas del racionamiento; los caños, las lagunas y la cava. y pensé: ¿Quedará alguno de aquel equipazo de mi infancia?
Ese "equipazo" despertaba la ilusión colectiva de aquel poblachón, lleno de ilusiones, de alegrías y de necesidades; de niños, de muchachada.
Cuando jugaban en casa, la carretera de Quintanilla era una incesante procesión hasta la chinacosa tierra de "La Palmera" convertida en impracticable campo de fútbol; sin césped, sin banderines, sin nada: tres palos para cada portería, sin red; una caseta de tapial para mudarse, y el rectángulo y áreas marcados con cal viva.
Ahí los tienen en la foto, Gilo, ÁNGEL MAZO IGLESIAS es el primero agachado por la izquierda. Tenía entonces 16 años. Luego se marchó a estudiar y poco pisó por el pueblo, aunque aquí continuaban sus padres, el boticario Pepe Mazo y Pilar Iglesias. Y su hermana, la entonces preciosa niña de siete años, Maripi.
Pues de ese grupo de la foto quedan dos supervivientes: Manolo "Brillantina", en Valderas, con mucha marcha, camino de superar el record de su madre, y José Luis Rupidera en Salamanca, a quien dedico estos recuerdos, pues sé cuánto se va a emocionar. Charlé mucho con él en el entierro de Primi. Sé sigue este blog.
Los demás se fueron marchando. Bien pronto a Jesús Toranzo y a Luis "Pillollo" los derribó un manotazo duro, un golpe helado, un hachazo invisible y homicida,..; Vidal y Rafa se fueron a medio camino, o menos; Pite, Pepe "Pillollo" y Aniano no ha tantos años, por aquí andan sus hijos. De Primi ya hemos dicho, ha sido el último.
Gilo ha querido que lo trajeran aquí, a su pueblo; en medio de "la finca" de su padre y de su tío Luis Mazo, a reposar junto a sus padres y todas las generaciones anteriores de Mazos, luego a la entrada del cementerio.
Me marcho a darle un abrazo de Maripi, a sus hijos. Me ha unido siempre, desde los tiempos de su padre, con esa familia una gran amistad.
AHORA POR LA MAÑANA, AL DÍA SIGUIENTE.
Llegué al Cementerio un poco antes. Allí sólo estaban el enterrador y un albañil. A menos cuarto apareció un cochazo fúnebre. Le seguían más coches: su esposa, hijos, nietos; Maripi y su familia desde Valladolid. Caminando, Las "Concejas", Mª Carmen Gómez, Conchi Castañeda, aquí de casualidad; Pilar Casado y servidor, nos unimos al grupo íntimo de familiares.
Mientras operaban "Luismi" y Roales, entonamos "Desde lo hondo...", "Tú nos dijiste..." Rezamos un Padrenuestro, cantamos una salve. Me resultaba muy difícil contener las lágrimas. Si mis principales recuerdos de Gilo son los de aquel muchacho deportista. También de mayor cuando venía por el pueblo; siempre alegre, jovial...; y todo eso parece que fue ayer por la mañana.
Además, mis recuerdos de Gilo están asociados a nuestra hija Sara-Belén. Un día, en Madrid, coincidieron en la calle, Belén cumplia el MIR en el Hospital Central de la Cruz Roja, en Avnd. Reina Victoria; por allí ha vivido Gilo... Deshecho en lágrimas me acerqué a la tumba de mi hija, a llorar contra un ciprés. Allí, las flores que no le faltan. Allí: "Yo soy el camino la verdad y la vida".
Ayer, ese cielo de añil, los serenos cipreses, vigías de la llanura, los mármoles llenos de cruces, la rejería de la entrada, la fe del grupo, ayudaban a que mi balanza de la duda se decantara por la esperanza.
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