Al comenzar el siglo XX los males de España
venían de muy lejos. Se pudo enderezar la situación si la semilla de la “Pepa”,
Cortes de Cádiz, 1812, hubiera fructificado, pero regresó el felón Fernando
VII, y la arrancó de cuajo.
En el XIX se dieron cita todos los
desatinos habidos y de por haber, a pesar de lo cual, dada la alta natalidad,
el aumento demográfico fue considerable. Comenzamos el XX, en un país netamente agrario, en el que
la posesión de la tierra lo era todo, lleno de pobreza y de injusticias: había
poco y, encima, estaba mal repartido.
La
diferencia de clases sociales, que aún conocí, era abismal: los jornaleros,
cuando el trabajo era duro, esclavo, embrutecedor, a cambio de éste, poco
recibían: el jornal, cuando trabajaban, y se acabó. Ni una sola prestación
social. Lo del seguro de desempleo, sanidad y educación universales, sólo
estaba en los sueños de los idealistas. En cambio los señoritos (escasos por
cierto) disfrutaban de buenas casas, comida, vestido…, vicios, de todo lo que
entonces había. Ello sin trabajar.
En
el centro había una numerosa clase media de labradores pequeños y medianos
propietarios y arrendatarios, trabajadores autónomos, quienes en la recolección
también empleaban algún asalariado, si no eran
gente bastante en casa. A ella también pertenecían artesanos,
comerciantes, pastores,…
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En
aquel caldo de cultivo y el de la revolución industrial en los países más
desarrollados, ya en el XIX y comienzos del XX, comenzaron a prender las
doctrinas de Marx, Engels, Trosky, Lenin; Charles Fourier, Proudhon, Warron,…
incitando a la rebelión, a la lucha de clases, a la revolución, a lo de “dar la
vuelta a la tortilla”.
No
podemos olvidar que ya en 1870 unos extremistas, no se sabe si de derechas o
izquierdas, (entonces aún no se utilizaban estas palabras) asesinaron al
Presidente del Consejo de Ministros, General Prim. Un liberal valioso y bien
intencionado.
En
la procesión del Corpus, Barcelona 1896, una bomba mata a doce personas, hiere
a 35. La represión se cebó con los anarquistas: cuatrocientos fueron
detenidos, encarcelados y torturados en
el castillo de Montjuic, 87 juzgados, cinco ejecutados.
En
el verano de 1897, un anarquista italiano, Michele Angiolillo, asesina al
Presidente del Gobierno, don Antonio Cánovas del Castillo, un gran estadista
autor de la restauración monárquica en la persona del joven rey Alfonso XII.
En
1912, otro atentado anarquista, acaba con la vida del Presidente José
Canalejas. En el 21 es Eduardo Dato, un liberal regeneracionista, el asesinado.
Antes, el 31 de mayo de 1906 el anarquista Mateo Morral, lanza una bomba,
camuflada en ramo de flores, una bomba contra la comitiva nupcial real. Alfonso
XIII y Mª Victoria Eugenia, aun con los vestidos llenos de sangre, resultan ilesos. No así las veintitrés
personas fallecidas.
El
homicidio de Canalejas y Dato, personas liberales, honestas, dispuestos a
llevar a cabo las reformas que la nación estaba necesitando, dañaron a la Monarquía de Alfonso XIII, que tampoco se
pudo enderezar con la Dictadura de Miguel Primo de Rivera, apoyada en principio
por la UGT, en un intento de conseguir ventaja sobre el sindicato rival, la
CNT.
Todo
lo anterior son brochazos gruesos para bosquejar aquel cuadro, en el que faltan
la “Semana Trágica” de Barcelona, el conflicto colonial y con Marruecos, etc.
Como
la situación económico social en España iba de mal en peor, en el
republicanismo, que venía de muy atrás, (ya hubo una primera república en 1868)
volvieron a poner sus esperanzas las mentes más avanzadas del país. En acabar
con la Monarquía destituyendo a Alfonso XIII, creyeron estaba la solución.
Convocados por Acción Republicana, y en su
domicilio de San Sebastían, se reúnen el día 17 de agosto de 1930, los
siguientes:
Alejandro
Lerroux, un republicano burgués, político profesional desde joven,
oportunista, a quien podemos definir de
“centro”.
Manuel
Azaña, un intelectual (raciocinio y moralidad) demócrata, no revolucionario, de
centro izquierda.
Por
el Partido Republicano Radical Socialista, de ideología muy parecida a la de
Azaña, asisten: su fundador, Marcelino Domingo; Álvaro Albornoz y Ángel Galarza.
Éste era zamorano. Como “quien ve su villa, ve Sevilla” pondré ejemplos de mi
pueblo, Villalpando, en el que Galarza mitineó en la panera de la “señá” Petra,
C/ Miraflores, actuando de telonero el Presidente local del PRRS, mi abuelo
Goyo.
Por
la Derecha Liberal Republicana (sí, también había republicanos de derechas):
don Niceto Alcalá Zamora (católico conservador y que había sido ministro de
Alfonso XIII, pasado al republicanismo), y Miguel Maura Gamazo, de tradicional
familia conservadora.
Asistieron
también tres catalanistas (Formiguera, Mallol, Aiguador), y un galleguista,
(Casares Qiroga) todos autonomistas.
A
título personal, sin representar a partido político alguno, asistieron:
Indalecio Prieto, Eduardo Ortega y Gasset, en representación de su hermano
José, quien, como Marañón, mandó una nota de adhesión.
En
el octubre siguiente, tras amplios debates, de forma oficial, se une a este
grupo el PSOE.
¡Bien!.
Primer equívoco que se ha instalado en la ciudadanía: “los republicanos eran todos de izquierdas”. ¡Pues no!: ya lo ven, predominaban los
centristas. Tanta fuerza tenía el centro derecha de los anteriores y Lerroux,
como el centro izquierda de Azaña e
Indalecio Prieto.
Dado
que existían militares simpatizantes de la República, con ellos contaban para
imponerla con un golpe de Estado. Los capitanes Fermín Galán y García
Hernández, en Jaca, en diciembre de 1930 se adelantaron con una intentona
golpista, sofocada sin dificultad alguna por el ejército, en su mayoría,
todavía en ese momento, fiel al Monarca. Pagaron con sus vidas el intento, pero
no fue vano su sacrificio: las ideas republicanas ya tenían mártires.
No
hubo necesidad de alzamiento militar. El triunfo en las capitales de provincia,
que no el medio rural, de las candidaturas republicanas en unas elecciones
municipales, celebradas el 12 de abril de 1931, provocó la renuncia de Alfonso
XIII y la proclamación de la República.
Los
dos partidos de izquierdas más radicales, poderosos y activos, Comunistas y
Anarquistas, que estaban por la revolución, no aceptaron aquella república
democrática y burguesa. El PCE no participó en las primeras elecciones, las del
año 31, y la FAI-CNT, ni en las del 31, ni en las del 33. Sí en las del 36,
formando parte del Frente Popular.
Estas
fuerzas del Pacto de San Sebastián concurrieron juntas a las primeras
elecciones generales de la República, 28 de Junio de 1931. Sus diferencias
ideológicas no eran tan grandes, y les unía el nexo del republicanismo: la
defensa de la república LIBERAL DEMOCRÁTICA, que acabara con los vicios del
antiguo régimen.
Esta
CONJUNCIÓN REPUBLICANO SOCIALISTA obtuvo en Villalpando el 73% de los votos. Y
así en el resto de España. Está claro que muchas gentes de la derecha más
moderada les votó.
Las
buenas intenciones de este gobierno, presidido por don Manual Azaña chocaron
con una situación económica mundial adversa, con las exigencias obreristas en
la “reforma agraria”, con la defensa de sus intereses por parte de la derecha, con la oposición de
la, entonces poderosa, iglesia católica, ( en esta villa había seis curas, unas
treinta monjas, seis misas diarias, montones de bodas, bautizos, entierros,
novenas, sermones, procesiones..., todo religioso) contra la que se había mostrado beligerante la
Constitución Republicana… Se inicia así el periodo más convulso de nuestra
historia: huelgas, enfrentamientos, crispación social… Y, por si fuera poco,
los sucesos de “Casas Viejas”, en los que “las fuerzas del orden”, ordenadas
por el Gobierno de Azaña, reprimieron con dureza la sublevación comandada por
el anarquista “Seisdedos”. Hubo unos cuantos muertos por ambos bandos.
Al
Presidente de la República, don Niceto Alcalá Zamora, no le queda más remedio
que cesar a don Manuel Azaña y convocar nuevas elecciones. Se celebran el 19 de
noviembre de 1933.
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Disuelta
la Conjunción Republicano Socialista de las elecciones en el 31, repuestas las
derechas del sopetón del advenimiento inesperado de la República, se
reorganizaron, unieron y formaron la COALICIÓN ANTIMARXISTA, integrada por el
Partido Agrario, Acción Popular y otros partidos regionalistas menores de
derechas, quienes unidos tomaron el nombre de CEDA, liderada por Gil Robles.
Votan
por primera vez las mujeres, miles de monjas de clausura salen por primera vez
de sus conventos para votar, si bien, como los hombres, las mayores de 23 años.
Gana el centro derecha. Alcalá Zamora encarga de formar gobierno al centrista
don Alejandro Lerroux, quien lo consigue apoyado por la CEDA.
Si
en el anterior gobierno con predominio de las izquierdas moderadas, hubo no sé
cuántas crisis y convulsión social, en este de centro derecha, ni les cuento.
Para empezar los anarquistas, que habían intentado boicotear las elecciones, se
sublevaron en Cataluña. Aquello se saldó con no sé cuántos muertos y heridos.
La convocatoria de la huelga general revolucionaria por parte de la UGT, en
octubre del 34, mecha que prendió en Asturias, aperitivo en muertos y horrores,
de la guerra próxima…
Si
al periodo del gobierno de Azaña se le llamó
bienio reformista, a este de Lerroux y la CEDA, se le llamó el “bienio
negro”, por los enemigos.
Nuevas
elecciones adelantadas. Tres, en cinco años, cuarenta y seis crisis de
gobierno, veintitantos grupos políticos distintos en el parlamento. El 16 de
Febrero de 1936 se celebran las terceras. En esta ocasión se reagrupan casi (de
los anarquistas sólo el del escindido Ángel Pestaña) todos los partidos de
izquierdas, incluidos Comunistas, formando una coalición a la que denominan: “Frente Popular”. Aunque sin alcanzar el
50% de los votos, a causa de ventaja legal de la ley electoral, obtienen la
mayoría de escaños. La guerra civil estaba servida.
Así que se forma nuevo gobierno, presidido de
nuevo por don Manual Azaña, que duró dos meses, una de sus primeras medidas es
suprimir los ayuntamientos democráticos de derechas y sustituirlos por Gestoras
de Izquierdas nombradas a dedo. Al menos eso ocurrió con el de Villalpando.
Siguiendo con el botón de muestra, resumimos su actuación.
Esta
Gestora desde el 13 de marzo de 1936 hasta el 18 de julio del mismo año,
celebraron diecinueve plenos. En sus actas se refleja el estado de necesidad y
de crispación existente en el pueblo. Dedican horas y viajes a intentar
solucionar el paro obrero, a aminorar
inminentes situaciones de indigencia en enfermos pobres, comprándoles leche,
por ej.; pero también se excedieron en autoritarismo, imponiendo montones de
multas: a padres de niños por cortar flores en el paseo, por “hacer aguas
mayores”, por romper una bombilla..; por pastar con ovejas, bueyes, vaca,
yegüa, chivos… en regatos y baldíos hay un montón de multas.
Expulsan
de su colegio a las Hermanas de la Caridad, quienes han de mudarse a la calle del Condado, y les exigen reparen los
desperfectos en el edificio, de propiedad municipal, en la Plaza de san Nicolás
que llevaban dos siglos ocupando.
Luego,
a los tres días de nombrados, comienzan con el cambio de nombres de las calles;
Calle Real por Calle de la República;
calle de la Amargura por Avenida del
Primero de Mayo; calle de San Isidro, por calle de Galán y García.
Continúan
a los pocos días: plazuela de San Andrés: España Moderna; Plazuela de San Pedro: Ángel Galarza; plazuela de Santa María: Largo Caballero; Plazuela de
San Nicolás: Sargento Vázquez;
la de Santo Domingo, será la plazuela de
“La Pasionaria”; y la de las Angustias, José Díez, el 2º del PCE; la plazuela de Santiago paso a ser la de Santiago
Moreno, un izquierdista zamorano; la de San Miguel: Marcelino Domingo; y la calle de Olleros se llamará calle de Manuel Azaña.
Por
último, la calle Mayor, actual de la Solana, se llamará de Pablo Iglesias, la Ronda de
Santiago, calle de la Libertad, y la
de San Pedro, calle de Abundio Riaño,
el anarquista, tío de Marcial Villasante Riaño, muerto en Vera de Bidasoa en
1924. Al barrio de San Francisco le ponen Barrio
Rojo.
Está claro
el carácter revolucionario de esa Gestora social-comunista nombrada a dedo.
En la
sesión de 21 de abril , ACUERDAN solicitar del Ministerio de Agricultura
permisos legales “para llevar a cabo asentamientos en la Dehesa Encinar y en el Monte
Coto, dada la crisis de trabajo existente”. Pero si es que en esto
tenían toda la razón del mundo. Siquiera poseer unos cachos de tierra para
subsistir. Cuando no había apenas industrias, en los grandes latifundios todos
ponían sus ojos.
Durante los
años de la II República aumentó el clima de crispación social en todo el país.
Volvamos al botón de muestra de nuestro pueblo: en mayo, junio de 1934, huelga
general. Los obreros de la casa grande no la respetan. Un grupo de anarquistas
llega adonde araban, en el Raso, muy lejos del pueblo. Cometen con ellos vejaciones.
A los dos días hermanos de los vejados se toman la justicia por su mano: matan
de una cuchillada el Jefe de la FAI local y hieren gravemente a otro obrero.
Nada que
ver con la situación actual de los pueblos en que la gente, la poca que queda,
está despolitizada y apática. Si acaso pequeñas rencillas por los
ayuntamientos. Entonces, desde muy jóvenes, todo el mundo, sobre todo los de
izquierdas, tomaba parte en la confrontación política. En Villalpando existían
cuatro partidos de esa tendencia: PSOE, PCE, FAI-CNT, PRRS, con afiliados,
cuotas, sedes, organización, reuniones…; mítines, desfiles y cánticos todos los
“primeros de mayo”…
Los de
derechas, sobre todo al principio, estaban menos organizados y daban menos la
cara. En las huelgas lo hacía por ellos la Guardia Civil. Constan en los
archivos relaciones de simpatizantes del Partido Agrario, y de Acción Popular.
En las
elecciones de Febrero 1936 el Frente Popular consigue en esta villa el 52’65 % de los votos, con una
participación de más del ochenta por ciento; La coalición antimarxista el 44’51 %. El resto pequeños partidos
de centro, monárquicos, independientes de derechas…
Falange
Española, presentada por primera vez a unas elecciones, no obtuvo ni un voto.
Sus afiliados y simpatizantes, surgidos en aquellos momentos del “treinta y
seis” eran muy jóvenes, hijos de los de la Acción Popular y Agrarios, no
llegaban a la edad de votar, veintitrés años.
Por
transmisión oral de los protagonistas de quienes vivieron aquello, todavía, aunque
fuera niño, queda alguno vivo que recuerda, conozco un montón de peripecias:
cuando en la procesión del Corpus un grupo de mujeres de izquierdas “apedreó”
al “Santísimo”; cuando en la de la Purísima hubo forcejeo y anduvieron a la
greña las portadoras de la imagen (a la que dejaron en el suelo) y las
proletarias; a los pocos niños de la Calle Olleros que iban los domingos a
Misa, los canteaban, al subir la Puerta de Villa, los críos de otra cuadrilla
anticlerical. Eso lo sé por alguno de los que tiraban las piedras y de los que
las recibían.
En la Casa
del Pueblo se discutía cómo se iba a organizar el reparto de la tierra de los
más pudientes… A un riquillo que construía una casa, le dijo un jornalero al
pasar: -Déjala bonita que veremos quién
va a vivir en ella.
Los de la
Gestora poco pudieron hacer para remediar tanta penuria y necesidades en la
clase baja.
En toda
España, el ambiente en aquellos primeros meses del “treinta y seis”, era
prerrevolucionario. Intentonas golpistas de izquierdas y derechas ya había
habido unas cuantas, la más cruenta la de octubre del 34 en Asturias.
Y es que
las ideologías emergentes en Europa eran el Comunismo, que había triunfado en
la URSS, y el Fascismo, que había triunfado en Alemanía e Italia. Éstas
encandilaban a los “Hunos” y a los “Hotros”.
Cierto que la guerra estalla a causa de la
sublevación militar apoyada por los partidos y líderes más en la extrema
derecha. Pero cierto también que los republicanos demócratas de izquierdas,
derechas, centro, se vieron desbordados por sus extremos. En aquel ambiente de
pobreza e injusticia fue imposible implantar todas las reformas, todo el
desarrollo económico y social que la nación requería, porque los programas, los
modelos económicos, políticos y sociales que unos y otros defendían eran
antagónicos. Nada tienen que ver estas sociedades y las actuales izquierdas y derechas con
aquellas.
Por ej.:
hoy todo el mundo, hasta la Declaración Universal de los Derechos Humanos,
respeta la propiedad privada; visto el fracaso económico y social del Comunismo
hoy (con todos los matices del mundo) se ha visto, ya hay coincidencia, en que
el modelo económico-social menos malo es el del liberalismo, la economía de
mercado, la iniciativa privada. Si quieren llamémoslo capitalismo (al que, por
cierto, es necesario poner límites).
Pero
entonces, la URSS, su dictadura del proletariado, era el ansiado paraíso para
los proletarios del mundo: ¡abajo el capital, la familia,(aunque en las gentes
de izquierda los valores familiares, la unión
y el cariño entre sus miembros permaneció indemne) la religión..!. Aunque con matices y
discrepancias entre anarquistas, comunistas y un sector de socialistas, todos
estaban de acuerdo en la revolución.
El lema de
Acción Popular, como partido democrático (por cierto su líder, Gil Robles, no
apoyó la sublevación, aunque sus bases en la guerra se radicalizaron, nutrieron
las filas de los sublevados y se olvidaron de la democracia) era: “Dios, Patria, Familia, Orden, Trabajo y
Propiedad”. Si bien, a la mayoría, de ese punto, lo último, la propiedad
(aunque fueran dos cachos de tierra) era lo que más les interesaba.
Todo el
enfrentamiento venía de lejos. Desgraciadamente no pudieron los moderados
sujetar a los radicales. Las dos ideologías, imperantes en Europa, tan extremas, empeñadas en imponer sus ideas por la fuerza,
si fuera necesario, entraron en guerra.
En el marco de una sociedad llena de
pobreza e injusticias, la guerra civil española fue el enfrentamiento de dos
ideologías contrapuestas: izquierdas contra derechas, azules contra rojos;
derechistas contra comunistas, anarquistas y los revolucionarios del PSOE.
Eran dos formas antagónicas de entender la sociedad: colectivismo
(ejemplo ruso) contra propiedad privada (llena de excesos); laicismo (con su
punto de razón), contra catolicismo (aunque con defectos y exceso de curas y
monjas, tan arraigado en la humilde clase media, la alta y las mujeres de la
baja); amor libre (que apenas se practicaba), matrimonios civiles, contra
“moral” católica y familia (aunque el vínculo familiar siempre fue fuerte entre
los de izquierdas).
Los republicanos moderados, centristas de izquierdas y derechas, se
vieron desbordados por los extremos. Aquella II República no fue aceptada por
los anarquistas, por ser burguesa, quienes estaban por la revolución ya,
directa, sin más.
Los Comunistas pretendían llegar a la Dictadura del Proletariado, desde
la democracia.
Hubo varios intentos de alzamiento revolucionario, para imponer sus
ideas a la fuerza, por parte de las izquierdas: la invasión de anarquistas
desde Francia por Vera de Bidasoa y Cataluña, Noviembre de 1924,. Fermín y
Galán en Jaca.. Y el más serio: la Revolución de Octubre de 1934, contra un
gobierno de derechas, aperitivo en Asturias de la Guerra Civil. Por parte
contraria lo de Sanjurjo, en 1932, que fue una chirigota.
A
partir del triunfo del Frente Popular en las elecciones de febrero del 36 en España se vivía un ambiente
pre bélico, lleno de episodios con muertos y heridos, que venían de lejos.
Hasta en Villalpando los había habido.
Aquí la gran falacia maquiavélica que se está instalando es que los
llamados, ahora republicanos, antes rojos, eran los demócratas y los buenos. Y
los antes llamados nacionales, ahora fascistas, eran los dictadores malos.
¡Pues no!: cada uno tenía sus razones, sus ideas, su idealismo, su
maldad, su crueldad… Atrocidades las hubo por ambos bandos. Discrepan los
historiadores sobre la cifra de asesinados en cada retaguardia. Sobró crueldad y represión por parte de Franco
en la posguerra, aunque no sabemos qué hubieran hecho de haber vencido
ugetistas, comunistas y anarquistas. A
tenor del antecedente ruso, cuando el
triunfo de los bolcheviques en 1917, podemos imaginarlo porque hay una cosa
clara, evidente, para quien quiera ir a las hemerotecas de la época, para
quienes conocimos a los protagonistas, y lo vieron, y dijeron personajes tan
ilustres como Marañón y Ortega y Gasset, Chaves Nogales,..: DE AQUELLA GUERRA
CIVIL, según quiénes fueran los vencedores,
SALDRÍA UNA DICTADURA DE IZQUIERDAS O DE DERECHAS.
Otro error clamoroso
es atribuirle a Franco, en exclusiva, la sublevación militar. Ésta fue obra de
casi todos los generales, de la mayoría de los mandos. Contó con el apoyo de la
Iglesia Católica, de la Falange, los Requetés, y de parte importante del pueblo
español.
Es mentira que el
ejército sublevado estuviera compuesto por unos jefes señoritos y por
mercenarios (moros y legionarios), sino, en su mayoría de reemplazos de
muchachos movilizados contra su voluntad en la zona “nacional”, y que no eran
ni rojos ni azules, como los pacifistas de mi familia. También fue importante
el número de voluntarios: falangistas y requetés. Su extracción social era la
clase media, trabajadores autónomos, diríamos hoy día: hijos de labradores,
comerciantes, artesanos.., quienes defendían sus dos cachos de tierra pero
además sus ideas de defensa de la familia, la religión, el orden. En aquella
España rural este sector de población era muy numeroso.
Incluso los crueles
moros y los legionarios combatieron voluntarios.
Cierto que el
ejército de la republica lo componian muchos más voluntarios, anarquistas,
comunistas, socialistas..., la mayoría proletarios, si bien en las levas de
movilizados en la zona republicana los había de todo pelaje. En julio del
“treinta y ocho”, para la batalla del Ebro, el gobierno republicano movilizó a
muchachos nacidos en 1920, quintos del “cuarenta y uno”, la quinta del biberón,
que tenían entonces 17 y 18 años,
En el bando nacional
también fueron movilizadas once quintas: desde los nacidos en 1908 a los en
1920, ambos inclusive. Hemos de tener en cuenta que en las zonas donde triunfó
la sublevación, Castilla la Vieja, León, Galicia, Navarra existía una densidad
de población muy superior a la actual, predominando, además, los jóvenes. De
Villalpando fueron a la guerra entre cuatrocientos y quinientos muchachos. En
la aldea más pequeña había, al menos. veinte o treinta. Con todo era muchos más
numerosa la población en las regiones (Madrid, Cataluña, Levante, Extremadura,
Andalucia…) que quedaron fieles a la república.
En
principio, quien dirigió las operaciones, fue el general Mola. Muerto éste en
accidente aéreo, reunidos, en salmantina ganadería de bravo, el resto de los
generales nombraron Generalísimo a Francisco Franco.
Tampoco
se cuenta la verdad en lo de la ayuda extranjera: Sí, a Franco le ayudó Juan Marx, quien sacó mucha tajada de esa
ayuda, y Alemania e Italia; pero, igualmente, a los republicanos los ayudó (a
cambio del oro español) Rusia y las Brigadas Internacionales.
Quienes
conocimos a los protagonistas, la situación de antes de la guerra en este
pueblo y en toda España, sabemos que las masas jornaleras (y no sin razón) lo
que pretendían era “dar la vuelta a la tortilla”. Que en las Casas del Pueblo
se discutía cómo se iba a repartir la propiedad de los grandes terratenientes
Y
durante la guerra se radicalizaron mucho más las posturas. Los de izquierdas, luchaban por la revolución. El
Gobierno republicano nada pintaba. El poder efectivo estaba en manos, de la CNT, la UGT y el PCE. Si en
plena guerra, en Aragón, en Cataluña, en Andalucia.., los anarquistas llevaron
a la práctica sus ideas colectivistas…, si hubo en Barcelona, a cuenta de ello,
lucha con muertos entre facciones pro y pos colectivistas. Repasen las hemerotecas de entonces, los carteles con
la propaganda de ambos bandos.
En aquellos años,
aquellas masas desposeídas, en el Comunismo, Soviético o Libertario, veían su
redención: la dictadura del proletariado, a imagen de la URSS (que por entonces
encandilaba a los obreros), y/ o el Libertarismo Anarquista. Con seguridad, de
haber ganado la guerra, se hubieran implantado esas ideas:
Los
revolucionarios Dolores Ibarruri, Largo
Caballero, Santiago Carrillo, Federica Monsetny, Victoria Ken, José Diaz,
Negrín; los mandos militares rojos, “El Campesino”, Enrique Lister,
“Modesto”,,, , los Lenin, Trosky, Stalin españoles, se hubieran impuesto sobre
el democrático pensamiento de Azaña, Indalecio Prieto, Alcalá Zamora,
Aranguren, Besteiro,.. Otra cosa es qué
hubiera ocurrido, cómo hubiera reaccionado Hitler con una España comunista y/o
libertaria.
Insisto en criticar la crueldad de la represión sobre los vencidos:
exilio, campos de concentración, cárcel, trabajos forzados, en Cuelgamuros, por
ej., juicios sin garantías, ejecuciones por motivos políticos…, terrible lo de
las “Trece Rosas”, el trato dado a Julián Besteiro a Miguel Hernández, a Lluis
Companys..A pesar de lo cual, los historiadores discrepan sobre las cifras, el
“terror rojo” y el “azul” que, “per cápita”, (era mucho mayor la población en
la zona republicana) debieron andar parejos.
Es
todo lo escrito un intento de contar la verdad, sin maniqueísmos contra esta
burda tergiversación histórica partidista que se está intentando: no fue la
guerra civil desde el 1 de julio de 1936 a
1º abril de 1939, una lucha entre
unos señoritos y mercenarios dictadores contra demócratas republicanos, sino el
enfrentamiento visceral entre dos ideologías opuestas apoyadas cada una por la
mitad de los españoles, pues hasta los más centristas se vieron arrastrados al
uno u al otro bando.
Nuestras
opulentas sociedades occidentales actuales, nuestro estado del bienestar, se
enfrentan en la actualidad al reto del cambio climático, a la escasez
energética. Son imprescindibles una reducción de los hábitos de consumo, de
ahorro, incluso de hábitat, millones de viviendas deshabitadas existen en la
España rural, por ej., donde para calentarlas basta un hacha que limpie, de
paso, los montes…
Es el momento de, siguiendo el ejemplo de los padres de Europa, apelar a
los valores humanos para unas democracias llenas de justicia, moralidad o
ética, como prefieran; racionalidad, sentido común; por encima de algunos
falaces afanes partidistas.
Agapito Modroño Alonso.
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