jueves, 7 de julio de 2022

LEY DE MEMORIA DEMOCRÁTICA: INTENTO DE TERGIVERSACIÓN HISTÓRICA.


Al comenzar el siglo XX los males de España venían de muy lejos. Se pudo enderezar la situación si la semilla de la “Pepa”, Cortes de Cádiz, 1812, hubiera fructificado, pero regresó el felón Fernando VII, y la arrancó de cuajo.

           En el XIX se dieron cita todos los desatinos habidos y de por haber, a pesar de lo cual, dada la alta natalidad, el aumento demográfico fue considerable. Comenzamos el  XX, en un país netamente agrario, en el que la posesión de la tierra lo era todo, lleno de pobreza y de injusticias: había poco y, encima, estaba mal repartido.

La diferencia de clases sociales, que aún conocí, era abismal: los jornaleros, cuando el trabajo era duro, esclavo, embrutecedor, a cambio de éste, poco recibían: el jornal, cuando trabajaban, y se acabó. Ni una sola prestación social. Lo del seguro de desempleo, sanidad y educación universales, sólo estaba en los sueños de los idealistas. En cambio los señoritos (escasos por cierto) disfrutaban de buenas casas, comida, vestido…, vicios, de todo lo que entonces había. Ello sin trabajar.

          En el centro había una numerosa clase media de labradores pequeños y medianos propietarios y arrendatarios, trabajadores autónomos, quienes en la recolección también empleaban algún asalariado, si no eran  gente bastante en casa. A ella también pertenecían artesanos, comerciantes, pastores,…

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          En aquel caldo de cultivo y el de la revolución industrial en los países más desarrollados, ya en el XIX y comienzos del XX, comenzaron a prender las doctrinas de Marx, Engels, Trosky, Lenin; Charles Fourier, Proudhon, Warron,… incitando a la rebelión, a la lucha de clases, a la revolución, a lo de “dar la vuelta a la tortilla”.

          No podemos olvidar que ya en 1870 unos extremistas, no se sabe si de derechas o izquierdas, (entonces aún no se utilizaban estas palabras) asesinaron al Presidente del Consejo de Ministros, General Prim. Un liberal valioso y bien intencionado.

          En la procesión del Corpus, Barcelona 1896, una bomba mata a doce personas, hiere a 35. La represión se cebó con los anarquistas: cuatrocientos fueron detenidos,  encarcelados y torturados en el castillo de Montjuic, 87 juzgados, cinco ejecutados.

          En el verano de 1897, un anarquista italiano, Michele Angiolillo, asesina al Presidente del Gobierno, don Antonio Cánovas del Castillo, un gran estadista autor de la restauración monárquica en la persona del joven rey Alfonso XII.

          En 1912, otro atentado anarquista, acaba con la vida del Presidente José Canalejas. En el 21 es Eduardo Dato, un liberal regeneracionista, el asesinado. Antes, el 31 de mayo de 1906 el anarquista Mateo Morral, lanza una bomba, camuflada en ramo de flores, una bomba contra la comitiva nupcial real. Alfonso XIII y Mª Victoria Eugenia, aun con los vestidos llenos de sangre,  resultan ilesos. No así las veintitrés personas fallecidas.

          El homicidio de Canalejas y Dato, personas liberales, honestas, dispuestos a llevar a cabo las reformas que la nación estaba necesitando, dañaron a  la Monarquía de Alfonso XIII, que tampoco se pudo enderezar con la Dictadura de Miguel Primo de Rivera, apoyada en principio por la UGT, en un intento de conseguir ventaja sobre el sindicato rival, la CNT.

          Todo lo anterior son brochazos gruesos para bosquejar aquel cuadro, en el que faltan la “Semana Trágica” de Barcelona, el conflicto colonial y con Marruecos, etc.

          Como la situación económico social en España iba de mal en peor, en el republicanismo, que venía de muy atrás, (ya hubo una primera república en 1868) volvieron a poner sus esperanzas las mentes más avanzadas del país. En acabar con la Monarquía destituyendo a Alfonso XIII, creyeron estaba la solución.

 Convocados por Acción Republicana, y en su domicilio de San Sebastían, se reúnen el día 17 de agosto de 1930, los siguientes:

          Alejandro Lerroux, un republicano burgués, político profesional desde joven, oportunista,  a quien podemos definir de “centro”.

          Manuel Azaña, un intelectual (raciocinio y moralidad) demócrata, no revolucionario, de centro izquierda.

          Por el Partido Republicano Radical Socialista, de ideología muy parecida a la de Azaña, asisten: su fundador, Marcelino Domingo; Álvaro Albornoz y Ángel Galarza. Éste era zamorano. Como “quien ve su villa, ve Sevilla” pondré ejemplos de mi pueblo, Villalpando, en el que Galarza mitineó en la panera de la “señá” Petra, C/ Miraflores, actuando de telonero el Presidente local del PRRS, mi abuelo Goyo.

          Por la Derecha Liberal Republicana (sí, también había republicanos de derechas): don Niceto Alcalá Zamora (católico conservador y que había sido ministro de Alfonso XIII, pasado al republicanismo), y Miguel Maura Gamazo, de tradicional familia conservadora.

          Asistieron también tres catalanistas (Formiguera, Mallol, Aiguador), y un galleguista, (Casares Qiroga) todos autonomistas.

          A título personal, sin representar a partido político alguno, asistieron: Indalecio Prieto, Eduardo Ortega y Gasset, en representación de su hermano José, quien, como Marañón, mandó una nota de adhesión.

          En el octubre siguiente, tras amplios debates, de forma oficial, se une a este grupo el PSOE.

          ¡Bien!. Primer equívoco que se ha instalado en la ciudadanía: “los republicanos eran todos de izquierdas”.  ¡Pues no!: ya lo ven, predominaban los centristas. Tanta fuerza tenía el centro derecha de los anteriores y Lerroux, como el  centro izquierda de Azaña e Indalecio Prieto.

          Dado que existían militares simpatizantes de la República, con ellos contaban para imponerla con un golpe de Estado. Los capitanes Fermín Galán y García Hernández, en Jaca, en diciembre de 1930 se adelantaron con una intentona golpista, sofocada sin dificultad alguna por el ejército, en su mayoría, todavía en ese momento, fiel al Monarca. Pagaron con sus vidas el intento, pero no fue vano su sacrificio: las ideas republicanas ya tenían mártires.

          No hubo necesidad de alzamiento militar. El triunfo en las capitales de provincia, que no el medio rural, de las candidaturas republicanas en unas elecciones municipales, celebradas el 12 de abril de 1931, provocó la renuncia de Alfonso XIII y la proclamación de la República.

          Los dos partidos de izquierdas más radicales, poderosos y activos, Comunistas y Anarquistas, que estaban por la revolución, no aceptaron aquella república democrática y burguesa. El PCE no participó en las primeras elecciones, las del año 31, y la FAI-CNT, ni en las del 31, ni en las del 33. Sí en las del 36, formando parte del Frente Popular.

          Estas fuerzas del Pacto de San Sebastián concurrieron juntas a las primeras elecciones generales de la República, 28 de Junio de 1931. Sus diferencias ideológicas no eran tan grandes, y les unía el nexo del republicanismo: la defensa de la república LIBERAL DEMOCRÁTICA, que acabara con los vicios del antiguo régimen.

          Esta CONJUNCIÓN REPUBLICANO SOCIALISTA obtuvo en Villalpando el 73% de los votos. Y así en el resto de España. Está claro que muchas gentes de la derecha más moderada les votó.

          Las buenas intenciones de este gobierno, presidido por don Manual Azaña chocaron con una situación económica mundial adversa, con las exigencias obreristas en la “reforma agraria”, con la defensa de sus intereses  por parte de la derecha, con la oposición de la, entonces poderosa, iglesia católica, ( en esta villa había seis curas, unas treinta monjas, seis misas diarias, montones de bodas, bautizos, entierros, novenas, sermones, procesiones..., todo religioso)  contra la que se había mostrado beligerante la Constitución Republicana… Se inicia así el periodo más convulso de nuestra historia: huelgas, enfrentamientos, crispación social… Y, por si fuera poco, los sucesos de “Casas Viejas”, en los que “las fuerzas del orden”, ordenadas por el Gobierno de Azaña, reprimieron con dureza la sublevación comandada por el anarquista “Seisdedos”. Hubo unos cuantos muertos por ambos bandos.

          Al Presidente de la República, don Niceto Alcalá Zamora, no le queda más remedio que cesar a don Manuel Azaña y convocar nuevas elecciones. Se celebran el 19 de noviembre de 1933.

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          Disuelta la Conjunción Republicano Socialista de las elecciones en el 31, repuestas las derechas del sopetón del advenimiento inesperado de la República, se reorganizaron, unieron y formaron la COALICIÓN ANTIMARXISTA, integrada por el Partido Agrario, Acción Popular y otros partidos regionalistas menores de derechas, quienes unidos tomaron el nombre de CEDA, liderada por Gil Robles.

          Votan por primera vez las mujeres, miles de monjas de clausura salen por primera vez de sus conventos para votar, si bien, como los hombres, las mayores de 23 años. Gana el centro derecha. Alcalá Zamora encarga de formar gobierno al centrista don Alejandro Lerroux, quien lo consigue apoyado por la CEDA.

          Si en el anterior gobierno con predominio de las izquierdas moderadas, hubo no sé cuántas crisis y convulsión social, en este de centro derecha, ni les cuento. Para empezar los anarquistas, que habían intentado boicotear las elecciones, se sublevaron en Cataluña. Aquello se saldó con no sé cuántos muertos y heridos. La convocatoria de la huelga general revolucionaria por parte de la UGT, en octubre del 34, mecha que prendió en Asturias, aperitivo en muertos y horrores, de la guerra próxima…

          Si al periodo del gobierno de Azaña se le llamó  bienio reformista, a este de Lerroux y la CEDA, se le llamó el “bienio negro”, por los enemigos.

          Nuevas elecciones adelantadas. Tres, en cinco años, cuarenta y seis crisis de gobierno, veintitantos grupos políticos distintos en el parlamento. El 16 de Febrero de 1936 se celebran las terceras. En esta ocasión se reagrupan casi (de los anarquistas sólo el del escindido Ángel Pestaña) todos los partidos de izquierdas, incluidos Comunistas, formando una coalición a la que denominan: “Frente Popular”. Aunque sin alcanzar el 50% de los votos, a causa de ventaja legal de la ley electoral, obtienen la mayoría de escaños. La guerra civil estaba servida.     

           Así que se forma nuevo gobierno, presidido de nuevo por don Manual Azaña, que duró dos meses, una de sus primeras medidas es suprimir los ayuntamientos democráticos de derechas y sustituirlos por Gestoras de Izquierdas nombradas a dedo. Al menos eso ocurrió con el de Villalpando. Siguiendo con el botón de muestra, resumimos su actuación.

          Esta Gestora desde el 13 de marzo de 1936 hasta el 18 de julio del mismo año, celebraron diecinueve plenos. En sus actas se refleja el estado de necesidad y de crispación existente en el pueblo. Dedican horas y viajes a intentar solucionar el  paro obrero, a aminorar inminentes situaciones de indigencia en enfermos pobres, comprándoles leche, por ej.; pero también se excedieron en autoritarismo, imponiendo montones de multas: a padres de niños por cortar flores en el paseo, por “hacer aguas mayores”, por romper una bombilla..; por pastar con ovejas, bueyes, vaca, yegüa, chivos… en regatos y baldíos hay un montón de multas.

          Expulsan de su colegio a las Hermanas de la Caridad, quienes han de mudarse a la  calle del Condado, y les exigen reparen los desperfectos en el edificio, de propiedad municipal, en la Plaza de san Nicolás que llevaban dos siglos ocupando.

          Luego, a los tres días de nombrados, comienzan con el cambio de nombres de las calles; Calle Real por Calle de la República; calle de la Amargura por Avenida del Primero de Mayo; calle de San Isidro, por calle de Galán y García.

          Continúan a los pocos días: plazuela de San Andrés:  España Moderna; Plazuela de San Pedro:  Ángel Galarza; plazuela de Santa María: Largo Caballero;  Plazuela de  San Nicolás: Sargento Vázquez; la de Santo Domingo, será la plazuela de “La Pasionaria”; y la de las Angustias, José Díez, el 2º del PCE; la plazuela de Santiago paso a  ser la de Santiago Moreno, un izquierdista zamorano; la de San Miguel: Marcelino Domingo; y la calle de Olleros se llamará calle de Manuel Azaña

          Por último, la calle Mayor, actual de la Solana, se llamará de Pablo Iglesias,  la Ronda de Santiago, calle de la Libertad, y la de San Pedro, calle de Abundio Riaño, el anarquista, tío de Marcial Villasante Riaño, muerto en Vera de Bidasoa en 1924. Al barrio de San Francisco le ponen Barrio Rojo.

          Está claro el carácter revolucionario de esa Gestora social-comunista nombrada a dedo.

            En la sesión de 21 de abril , ACUERDAN solicitar del Ministerio de Agricultura permisos legales “para llevar a cabo asentamientos en la Dehesa Encinar y en el Monte Coto, dada la crisis de trabajo existente”. Pero si es que en esto tenían toda la razón del mundo. Siquiera poseer unos cachos de tierra para subsistir. Cuando no había apenas industrias, en los grandes latifundios todos ponían sus ojos.

Durante los años de la II República aumentó el clima de crispación social en todo el país. Volvamos al botón de muestra de nuestro pueblo: en mayo, junio de 1934, huelga general. Los obreros de la casa grande no la respetan. Un grupo de anarquistas llega adonde araban, en el Raso, muy lejos del pueblo. Cometen con ellos vejaciones. A los dos días hermanos de los vejados se toman la justicia por su mano: matan de una cuchillada el Jefe de la FAI local y hieren gravemente a otro obrero.

Nada que ver con la situación actual de los pueblos en que la gente, la poca que queda, está despolitizada y apática. Si acaso pequeñas rencillas por los ayuntamientos. Entonces, desde muy jóvenes, todo el mundo, sobre todo los de izquierdas, tomaba parte en la confrontación política. En Villalpando existían cuatro partidos de esa tendencia: PSOE, PCE, FAI-CNT, PRRS, con afiliados, cuotas, sedes, organización, reuniones…; mítines, desfiles y cánticos todos los “primeros de mayo”…

Los de derechas, sobre todo al principio, estaban menos organizados y daban menos la cara. En las huelgas lo hacía por ellos la Guardia Civil. Constan en los archivos relaciones de simpatizantes del Partido Agrario, y de Acción Popular.

En las elecciones de Febrero 1936 el Frente Popular consigue en esta villa el 52’65 % de los votos, con una participación de más del ochenta por ciento; La coalición antimarxista el 44’51 %. El resto pequeños partidos de centro, monárquicos, independientes de derechas…

Falange Española, presentada por primera vez a unas elecciones, no obtuvo ni un voto. Sus afiliados y simpatizantes, surgidos en aquellos momentos del “treinta y seis” eran muy jóvenes, hijos de los de la Acción Popular y Agrarios, no llegaban a la edad de votar, veintitrés años. 

Por transmisión oral de los protagonistas de quienes vivieron aquello, todavía, aunque fuera niño, queda alguno vivo que recuerda, conozco un montón de peripecias: cuando en la procesión del Corpus un grupo de mujeres de izquierdas “apedreó” al “Santísimo”; cuando en la de la Purísima hubo forcejeo y anduvieron a la greña las portadoras de la imagen (a la que dejaron en el suelo) y las proletarias; a los pocos niños de la Calle Olleros que iban los domingos a Misa, los canteaban, al subir la Puerta de Villa, los críos de otra cuadrilla anticlerical. Eso lo sé por alguno de los que tiraban las piedras y de los que las recibían.

En la Casa del Pueblo se discutía cómo se iba a organizar el reparto de la tierra de los más pudientes… A un riquillo que construía una casa, le dijo un jornalero al pasar: -Déjala bonita que veremos quién va a vivir en ella.

Los de la Gestora poco pudieron hacer para remediar tanta penuria y necesidades en la clase baja.

En toda España, el ambiente en aquellos primeros meses del “treinta y seis”, era prerrevolucionario. Intentonas golpistas de izquierdas y derechas ya había habido unas cuantas, la más cruenta la de octubre del 34 en Asturias.

Y es que las ideologías emergentes en Europa eran el Comunismo, que había triunfado en la URSS, y el Fascismo, que había triunfado en Alemanía e Italia. Éstas encandilaban a los “Hunos” y a los “Hotros”.

   Cierto que la guerra estalla a causa de la sublevación militar apoyada por los partidos y líderes más en la extrema derecha. Pero cierto también que los republicanos demócratas de izquierdas, derechas, centro, se vieron desbordados por sus extremos. En aquel ambiente de pobreza e injusticia fue imposible implantar todas las reformas, todo el desarrollo económico y social que la nación requería, porque los programas, los modelos económicos, políticos y sociales que unos y otros defendían eran antagónicos. Nada tienen que ver estas sociedades y  las actuales izquierdas y derechas con aquellas.

Por ej.: hoy todo el mundo, hasta la Declaración Universal de los Derechos Humanos, respeta la propiedad privada; visto el fracaso económico y social del Comunismo hoy (con todos los matices del mundo) se ha visto, ya hay coincidencia, en que el modelo económico-social menos malo es el del liberalismo, la economía de mercado, la iniciativa privada. Si quieren llamémoslo capitalismo (al que, por cierto, es necesario poner límites).

Pero entonces, la URSS, su dictadura del proletariado, era el ansiado paraíso para los proletarios del mundo: ¡abajo el capital, la familia,(aunque en las gentes de izquierda los valores familiares, la unión  y el cariño entre sus miembros permaneció indemne)  la religión..!. Aunque con matices y discrepancias entre anarquistas, comunistas y un sector de socialistas, todos estaban de acuerdo en la revolución.

El lema de Acción Popular, como partido democrático (por cierto su líder, Gil Robles, no apoyó la sublevación, aunque sus bases en la guerra se radicalizaron, nutrieron las filas de los sublevados y se olvidaron de la democracia) era: “Dios, Patria, Familia, Orden, Trabajo y Propiedad”. Si bien, a la mayoría, de ese punto, lo último, la propiedad (aunque fueran dos cachos de tierra) era lo que más les interesaba.

Todo el enfrentamiento venía de lejos. Desgraciadamente no pudieron los moderados sujetar a los radicales. Las dos ideologías, imperantes en Europa, tan extremas,  empeñadas en imponer sus ideas por la fuerza, si fuera necesario, entraron en guerra.

     En el marco de una sociedad llena de pobreza e injusticias, la guerra civil española fue el enfrentamiento de dos ideologías contrapuestas: izquierdas contra derechas, azules contra rojos; derechistas contra comunistas, anarquistas y los revolucionarios del PSOE.

    Eran dos formas antagónicas de entender la sociedad: colectivismo (ejemplo ruso) contra propiedad privada (llena de excesos); laicismo (con su punto de razón), contra catolicismo (aunque con defectos y exceso de curas y monjas, tan arraigado en la humilde clase media, la alta y las mujeres de la baja); amor libre (que apenas se practicaba), matrimonios civiles, contra “moral” católica y familia (aunque el vínculo familiar siempre fue fuerte entre los de izquierdas).

     Los republicanos moderados, centristas de izquierdas y derechas, se vieron desbordados por los extremos. Aquella II República no fue aceptada por los anarquistas, por ser burguesa, quienes estaban por la revolución ya, directa, sin más.

     Los Comunistas pretendían llegar a la Dictadura del Proletariado, desde la democracia.

     Hubo varios intentos de alzamiento revolucionario, para imponer sus ideas a la fuerza, por parte de las izquierdas: la invasión de anarquistas desde Francia por Vera de Bidasoa y Cataluña, Noviembre de 1924,. Fermín y Galán en Jaca.. Y el más serio: la Revolución de Octubre de 1934, contra un gobierno de derechas, aperitivo en Asturias de la Guerra Civil. Por parte contraria lo de Sanjurjo, en 1932, que fue una chirigota.

    A partir del triunfo del Frente Popular en las elecciones de  febrero del 36 en España se vivía un ambiente pre bélico, lleno de episodios con muertos y heridos, que venían de lejos. Hasta en Villalpando los había habido.

     Aquí la gran falacia maquiavélica que se está instalando es que los llamados, ahora republicanos, antes rojos, eran los demócratas y los buenos. Y los antes llamados nacionales, ahora fascistas, eran los dictadores malos.

    ¡Pues no!: cada uno tenía sus razones, sus ideas, su idealismo, su maldad, su crueldad… Atrocidades las hubo por ambos bandos. Discrepan los historiadores sobre la cifra de asesinados en cada retaguardia.  Sobró crueldad y represión por parte de Franco en la posguerra, aunque no sabemos qué hubieran hecho de haber vencido ugetistas, comunistas y anarquistas.  A tenor del antecedente ruso,  cuando el triunfo de los bolcheviques en 1917, podemos imaginarlo porque hay una cosa clara, evidente, para quien quiera ir a las hemerotecas de la época, para quienes conocimos a los protagonistas, y lo vieron, y dijeron personajes tan ilustres como Marañón y Ortega y Gasset, Chaves Nogales,..: DE AQUELLA GUERRA CIVIL, según quiénes fueran los vencedores, SALDRÍA UNA DICTADURA DE IZQUIERDAS O DE DERECHAS.

Otro error clamoroso es atribuirle a Franco, en exclusiva, la sublevación militar. Ésta fue obra de casi todos los generales, de la mayoría de los mandos. Contó con el apoyo de la Iglesia Católica, de la Falange, los Requetés, y de parte importante del pueblo español.

Es mentira que el ejército sublevado estuviera compuesto por unos jefes señoritos y por mercenarios (moros y legionarios), sino, en su mayoría de reemplazos de muchachos movilizados contra su voluntad en la zona “nacional”, y que no eran ni rojos ni azules, como los pacifistas de mi familia. También fue importante el número de voluntarios: falangistas y requetés. Su extracción social era la clase media, trabajadores autónomos, diríamos hoy día: hijos de labradores, comerciantes, artesanos.., quienes defendían sus dos cachos de tierra pero además sus ideas de defensa de la familia, la religión, el orden. En aquella España rural este sector de población era muy numeroso.

Incluso los crueles moros y los legionarios combatieron voluntarios.

Cierto que el ejército de la republica lo componian muchos más voluntarios, anarquistas, comunistas, socialistas..., la mayoría proletarios, si bien en las levas de movilizados en la zona republicana los había de todo pelaje. En julio del “treinta y ocho”, para la batalla del Ebro, el gobierno republicano movilizó a muchachos nacidos en 1920, quintos del “cuarenta y uno”, la quinta del biberón, que tenían entonces 17 y 18 años,

En el bando nacional también fueron movilizadas once quintas: desde los nacidos en 1908 a los en 1920, ambos inclusive. Hemos de tener en cuenta que en las zonas donde triunfó la sublevación, Castilla la Vieja, León, Galicia, Navarra existía una densidad de población muy superior a la actual, predominando, además, los jóvenes. De Villalpando fueron a la guerra entre cuatrocientos y quinientos muchachos. En la aldea más pequeña había, al menos. veinte o treinta. Con todo era muchos más numerosa la población en las regiones (Madrid, Cataluña, Levante, Extremadura, Andalucia…) que quedaron fieles a la república.

       En principio, quien dirigió las operaciones, fue el general Mola. Muerto éste en accidente aéreo, reunidos, en salmantina ganadería de bravo, el resto de los generales nombraron Generalísimo a Francisco Franco.

       Tampoco se cuenta la verdad en lo de la ayuda extranjera: Sí, a Franco le ayudó  Juan Marx, quien sacó mucha tajada de esa ayuda, y Alemania e Italia; pero, igualmente, a los republicanos los ayudó (a cambio del oro español) Rusia y las Brigadas Internacionales.

       Quienes conocimos a los protagonistas, la situación de antes de la guerra en este pueblo y en toda España, sabemos que las masas jornaleras (y no sin razón) lo que pretendían era “dar la vuelta a la tortilla”. Que en las Casas del Pueblo se discutía cómo se iba a repartir la propiedad de los grandes terratenientes

       Y durante la guerra se radicalizaron mucho más las posturas. Los  de izquierdas, luchaban por la revolución. El Gobierno republicano nada pintaba. El poder efectivo estaba  en manos, de la CNT, la UGT y el PCE. Si en plena guerra, en Aragón, en Cataluña, en Andalucia.., los anarquistas llevaron a la práctica sus ideas colectivistas…, si hubo en Barcelona, a cuenta de ello, lucha con muertos entre facciones pro y pos colectivistas. Repasen  las hemerotecas de entonces, los carteles con la propaganda de ambos bandos.    

En aquellos años, aquellas masas desposeídas, en el Comunismo, Soviético o Libertario, veían su redención: la dictadura del proletariado, a imagen de la URSS (que por entonces encandilaba a los obreros), y/ o el Libertarismo Anarquista. Con seguridad, de haber ganado la guerra, se hubieran implantado esas ideas:

Los revolucionarios  Dolores Ibarruri, Largo Caballero, Santiago Carrillo, Federica Monsetny, Victoria Ken, José Diaz, Negrín; los mandos militares rojos, “El Campesino”, Enrique Lister, “Modesto”,,, , los Lenin, Trosky, Stalin españoles, se hubieran impuesto sobre el democrático pensamiento de Azaña, Indalecio Prieto, Alcalá Zamora, Aranguren, Besteiro,..  Otra cosa es qué hubiera ocurrido, cómo hubiera reaccionado Hitler con una España comunista y/o libertaria. 

      Insisto en criticar la crueldad de la represión sobre los vencidos: exilio, campos de concentración, cárcel, trabajos forzados, en Cuelgamuros, por ej., juicios sin garantías, ejecuciones por motivos políticos…, terrible lo de las “Trece Rosas”, el trato dado a Julián Besteiro a Miguel Hernández, a Lluis Companys..A pesar de lo cual, los historiadores discrepan sobre las cifras, el “terror rojo” y el “azul” que, “per cápita”, (era mucho mayor la población en la zona republicana) debieron andar parejos.

    Es todo lo escrito un intento de contar la verdad, sin maniqueísmos contra esta burda tergiversación histórica partidista que se está intentando: no fue la guerra civil desde el 1 de julio de 1936 a  1º  abril de 1939, una lucha entre unos señoritos y mercenarios dictadores contra demócratas republicanos, sino el enfrentamiento visceral entre dos ideologías opuestas apoyadas cada una por la mitad de los españoles, pues hasta los más centristas se vieron arrastrados al uno u al otro bando.

       Nuestras opulentas sociedades occidentales actuales, nuestro estado del bienestar, se enfrentan en la actualidad al reto del cambio climático, a la escasez energética. Son imprescindibles una reducción de los hábitos de consumo, de ahorro, incluso de hábitat, millones de viviendas deshabitadas existen en la España rural, por ej., donde para calentarlas basta un hacha que limpie, de paso, los montes…

      Es el momento de, siguiendo el ejemplo de los padres de Europa, apelar a los valores humanos para unas democracias llenas de justicia, moralidad o ética, como prefieran; racionalidad, sentido común; por encima de algunos falaces afanes partidistas.

 

     Agapito Modroño Alonso.

  

 

 

 

 

 


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