HISTORIAS CALEFACTORAS EN LAS
ESCUELAS.
Parece ser existe un cierto
problema con la calefacción en el CEIP “La Inmaculada”, según he
leído en un periódico digital. Pregunto a un padre: --que en la clase de su niña
no hace frío--. Igual me dice la mamá de otra niña en Infantil. Por lo visto la
cosa es en según qué clases, y no sé si en este momento se habrá resuelto.
Aprovecho la noticia para recordar
los avatares calefactores en las escuelas desde mi lejana infancia.
Mi primer recuerdo es de la Escuela
de la señá Evarista, la mujer del Sr. Macario, organista y sacristán. Seguro
que nos hacinábamos veinte o treinta críos en un cuarto con banquitos corridos,
hechos con cuatro tablas. No tengo recuerdo de frío, quizá porque aquello fuera
lo normal en todas las casas.
De la Escuela de las Hermanas, a la
que accedí a párvulos, graduado en la de la señá Evarista en defensa personal, conservo perfecto recuerdo.
Permanecí en ella hasta los ocho años. Como los techos eran no muy altos y sí la
densidad humana en las aulas, nuestros cuerpecitos caldeaban el
ambiente. No recuerdo ni estufa, ni frío. Vean en la foto cuarenta y cinco
niñas y niños en aquella clase.
Aprendíamos a leer a golpe de
cartón y chasca. Sor Vicenta nos iba mostrando, a toda la clase, por supuesto,
nada de enseñanza individualizada como ahora, con siete u ocho alumnos en un
curso; primero las vocales, una en cada cartón; después, de la misma manera,
las consonantes; finalmente, a golpe rítmico de chasca (era como una castañuela
muy grande): “la B con la A, ba”.
Los niños, una vez hecha la Primera
Comunión, a los ocho años más o menos, ya nos llevaban a las “Escuelas de
Villa”; la mayoría de las niñas, hasta los dieciséis, o más, seguían en Las
Hermanas.
Sobre el edificio de esas antiguas Escuelas Nacionales, o de Villa, se levantó otra planta y reorganizó todo el
interior para crear el Instituto Municipal de BUP (Bachillerato Unificado
Polivalente, de tres cursos y COU (Curso de Orientación Universitaria). La
elección del profesorado era un tanto aleatoria. Estuvo funcionando desde 1985
hasta 1.996, cuando los primeros alumnos LOGSE, con los seis cursos de Primaría
comenzaban en los nuevos Institutos Estatales la Secundaría; el IES ,”Tierra de
Campos”, en nuestra villa.
Las Escuelas de Villa tenían cuatro
enormes y altísimas aulas para niños con maestros, y dos para niñas con
maestras. La pared izquierda, la que da al patio, al noreste, cubierta de
ventanales, por los que, en invierno, nunca entraba el sol: pero en el centro
de cada aula había una estufa cilíndrica, de hierro fundido, con un tubo
chimenea que salía por el techo y tejado al exterior.
El "enchufado" de la escuela, quien
nunca probaba la palmeta del maestro, era el encargado de encendido y
mantenimiento. Iba un poco antes de la entrada. Le llevaban periódicos viejos
del ayuntamiento, y astillas. Lo primero sacar las escorias que tiraba al lado
de las escaleras de entrada, en la calle; metía papeles, astillas, cuando
ardía bien todo, el carbón. Llegaba a ponerse al rojo lo del medio.
¡Qué gran cosa la estufa de la
escuela! Además de calentarnos nos permitía poner el badil (el hierro de escarbar)
al rojo, y grabar nuestras iniciales en las sillas; también asar zanahorias,
castañas...; ¡claro!: todo ello en las prolongadas ausencias del maestro.
Veinte años después volví a una de
esas aulas, de maestro. Curso 1970-71, hasta el primero de abril que nos
trasladamos al Colegio Comarcal. Allí seguía la vieja estufa de mi infancia.
Intentamos chiscarla, pero el tubo chimenea se nos vino abajo. Lo dije en el
Ayuntamiento: --si dentro nada vais a ir a “los colegios”— Así, sin quitarnos
el abrigo pasamos aquel crudo invierno. Me salieron sabañones.
En el nuevo Colegio Comarcal de
EGB, “La Inmaculada” instalaron, debajo de oficinas y sala de profesores, en
semisótano una enorme caldera. Habría de calentar: el pabellón de Preescolar,
biblioteca salón de reuniones; el pabellón de Primera Etapa; pabellón de 2ª Etapa; edificio de gimnasio, cocina, comedor,…
Aquello tragaba gasóleo a mansalva.
¡Pobre don Gregorio!, el primer director; sudaba tinta para que los alcaldes,
aportaran, proporcionalmente al número de alumnos, el coste de la calefacción.
Había un grupo de maestros muy exigentes. La calefacción le ha dado a los
directores muchos dolores de cabeza.
Llegamos al curso 1996-97, o por
ahí. Después de los conflictos internos en los que tomaba partido por un bando
el poder político local, hasta el punto de organizarse, unos cursos antes, una
protesta (quince días de encierro de padres noche y día en la sala de
profesores) contra el profesor de Educación Especial, por “algo muy grave
(insinuaciones sin decir en qué consistía la gravedad) que había ocurrido en
esa clase”, con esa tensión curso tras curso, la Dirección Provincial de
Educación, con muy buen criterio, nombró como Director a un excelente pedagogo
logopeda Esteban Cuenca de Prada, el mismo de Prada de Arquillinos, que Juan
Manuel, de quien he leído todo, lo último “Mil ojos tiene la noche” (me
informan se ha jubilado uno de estos días. Voy a enterarme si le hacen un
homenaje para asistir).
Tuve el honor de ser Secretario del
Centro con Esteban de Director. Debió ser por el “noventa y ocho”, siglo XX.
Vuelta la calefacción a dar guerra. Tino, el conserje varias noches mal
durmiendo. Viernes por la tarde se acaba el gasóleo. Me ruega Esteban me ocupe
de la calefacción. Él ya había programado alguna actividad importante para el fin
de semana. –Vete tranquilo, que me ocupo-- Llevo varias garrafas de gasóleo de
mi casa. La prendemos. Llega el fontanero, un empleado municipal. ¡Nada! No hay
manera, pierde presión. Cogen aire los radiadores. Los purgamos… ¡Nada!
Sospechamos existía alguna fuga en
tan amplio recorrido subterráneo de las tuberías.
Le digo a Tino: --Dale caña a ver
por donde revienta.— Me refería a ver si la fuga salía a la superficie. No a
reventar la caldera, la cual, además, perdía presión.
Y reventó: empezamos a ver agua
bajo el ventanal de un aula de Preescolar (hoy Infantil). Descubrieron y
encontraron la tubería picada por cascotes de yeso que, al tapar la zanja,
habían tirado encima. Aquello se arregló.
Unos días después, llego
al Colegio. Veo una nota de Esteban. Le habían llamado de la Dirección
Provincial de Educación.
Regresa antes de comer. Venía, aunque enfadado, tranquilo.
Pasamos a dirección. Tranca la puerta. Me pide secreto, y lo he guardado
durante más de veinticinco años (cómo corre el tiempo, lo recuerdo como ayer): --Te
han denunciado del "Ayuntamiento" de Villalpando por intentar un sabotaje con la
caldera de la calefacción, porque ordenaste dar caña para que explotara.
Citaban testigo. No te preocupes. He explicado la verdad de todo lo ocurrido y
de como le dedicaste sábado y domingo a solucionar el problema.—
Después de este sucedido, y otros
cuantos que no cuento, quiero comprendan las razones, aparte de mi temperamento
y principios, que, durante años, vinieron motivando mi lucha por la
regeneración local.
Si es que durante el encierro citado de algunos padres, de una asamblea a la que convocaron y asistieron la mayoría, donde les calentaron la cabeza con las insidias contra el maestro de Educación Especial, de una manifestación en Zamora, un domingo, en bus pagado por el Ayuntamiento, a la que asistieron empleadas del mismo, sin hijos, en total la mitad del autocar, 27 personas, con una pancarta haciendo el ridículo por Santa Clara, hablaban también de otros tres maestros, a los que había que depurar. Maestros de gran valía, con plaza fija en este Colegio, ganada, incluido servidor en oposiciones al cuerpo, y Concurso de Traslados. ¡Cuatro patanes nos la iban a quitar! ¿A santo de qué?
Perdonen que la noticia sobre la
calefacción me traiga estos recuerdos que aquí desahogo.
Aquel maestro de Educación
Especial, fue absuelto de denuncia ante no sé qué tribunal. Al curso siguiente
lo mandaron a Benavente. El testimonio que di ante el Director Provincial de
Educación, el Inspector Jefe, y la de Zona, fue decisivo.
En la entrevista, aunque estaba
ansioso, les dije desconocer qué había ocurrido en esa clase, que puede alguna
negligencia, pero nada grave, porque era imposible, con unas ventanas tan
amplias y pasando alguien cada poco, y que estaba seguro de las connotaciones
políticas que movían todo aquello.
Aquel compañero de León, cuando se resolvió
todo, ejerciendo ya en la capital, me llamó lleno de agradecimiento, y me regalo
cintas con todo el folclore leones: “Barrio húmedo”, “La aldaba” “La Braña”... que
ahora escucho cada poco, ya por YouToube, y que me he aprendido de memoria:
-Riaño, Riaño, lanza tus penas al viento / y escucha el lamento que
quiebra tu voz / deja que aquellos que un día labraron tu ruina / contemplen su
error…
¡Riaño, Riaño...
Pinchen para verla grande, en pantalla completa. Les permito hacer copias. Les digo, en parte, quiénes somos:
7 comentarios:
El sr. Macario Lobato, era el abuelo de la numerosa familia de los tocineros , tenía llaves de todas las Iglesias. Y la sra.Evarista tenía la escuela en casa
¡Gracias!, como siempre por tu comentario, totalmente acertado.
¡Pues claro! El Sr. Macario Lobato González fue hermano del Sr. Pablo, albañil, apodados los "Codines". Éste pertenecía al PCE. Fue miembro de la Gestora de Izquierdas. Estuvo encarcelado. la mujer del Sr. Pablo se llamaba Presenta. Una hija estuvo casada con un hijo de Regino "Carranca", a quien mató un coche cuando iba por la VI-6 sentado en la segadora. La mujer y los hijos emigraron a Santander.
En cuanto a los "Tocineros". He hablado y escrito en numerosos sitios del "Tocinero" padre, Eumenio Fernández Torices, miembro también de la Gestora de Izquierdas. Pertenecía al Partido Republicano Radical Socialista, cuyo presidente y fundador fue mi abuelo Goyo. Eumenio también sufrió prisión, intervalo en que no tuvo hijos.
Su mujer, Sagrario, era la mayor de las hijas del organista sacristán y Evarista. Intento recordar el nombre de los Tocineros hijos: Ángel, Mª Luisa, Macarín, nacido en el "37", lapsus hasta el "41" en que nació Azucena, le seguía "el Mozo", Mercedes, Danielo y Amparito, buenísima, esposa de Ángel Guaza.
Un nieto, hijo de Mª Luisa, vive aquí.
Les copio unas, cuando menos exageradas, declaraciones efectuadas al periódico digital Zamora New.
Ana Sánchez, PSOE Zamora, ha denunciado este viernes la insostenible situación del Colegio La Inmaculada de Villalpando, donde los alumnos llevan días asistiendo a clases con temperaturas bajo cero. La falta de calefacción en el centro ha provocado un ambiente escolar insalubre, generando preocupación entre padres y profesores por el bienestar de los niños. Sánchez ha exigido una solución urgente por parte de la Junta de Castilla y León.
Otro hermano de los tocineros se llama Domingo, igual que su abuelo paterno.
Les copio el titular de la noticia:
"Ana Sánchez denuncia la falta de calefacción en colegio de Villalpando
La situación de frío extremo en el Colegio La Inmaculada afecta a más de 140 estudiantes, quienes asisten a clases con guantes y bufandas"
¡Venga ya, hombre!: ciento cuarenta niños con bufandas, guantes y abrigos, a menos de cero grados..!
Aunque debería ser el Ayuntamiento, responsable de la calefacción, quien saliera desmintiendo lo exagerado, cuando menos, de la noticia, como sigo practicando mi amor a la verdad, me atrevo a informar, de acuerdo con una encuesta realizadas a seis padres y/o abuelos. "--Ayer estuve en la clase de mi niña y hacía bueno"-- Más o menos así se han manifestado todos los demás. Ninguno se ha quejado de frío.
Como ha dicho el Delegado de la Junta, Fernando Prada, puede que, debido al alto coste de la calefacción, se apague antes de la cuenta. Puede algún día hayan estado la temperatura por debajo de los 18º. Puede que en algún aula se note más el frío que en otras. Puede que algunas madres tengan cierta razón para quejarse; pero ese ambiente gélido, peligroso para la salud de niños y docentes, propio de iglú escolar en el Polo Norte, es, cuando menos, pura exageración.
Por último un padre hoy me ha dicho que si hubo problema hoy ya estaba arreglado.
Respuesta a Ángel: Sí, hombre sí: Domingo es a quien yo cito por el apelativo cariñoso como todos les conocíamos: "Mozo". También me olvidé en citar a otra de las hijas, con la cual tengo buena amistad, Pilar, esposa de Fede de Prada, "Curro".
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