domingo, 30 de noviembre de 2025

RECORDAR ES REVIVIR

 

                      CONTINÚO CONTANDO "LA HISTORIA DE UN AMOR" (VII)

    A lo que ayudan enormemente las fotos. Si pinchan sobre ellas las verán más grandes.


        Fue un domingo en la primavera de 1964. Pertenece al reportaje de la borrada ayer de los dos solos de perfil. En ésta nos acompaña nuestros protectores: su hermana Lolita y su esposo Manolo Alonso Castañón, de la familia de los "Castañonicos", hermano menor de "Cosco", Isaías e Ignacia, entonces Teniente de Aviación. Celebramos el final del largo veto paternal.



    Don Primitivo nos casó muy bien casados. Aquel sublime noviazgo tuvo un final feliz. Se aprecia en la joya de foto cómo recibimos el Sacramento con una inmensa devoción.


      ¡Qué se besen!: Nos hicimos de rogar, nos daba un poco de apuro, pero, al fin... En la foto está nuestro padrino, "Waldino Chimeno Modroño, llegado de la Argentina para el evento, y la insustituible Lolita, madrina. El modesto banquete (entremeses, merluza y pollo, nada de marisco) fue en el entonces restaurante "La Granja".



        La bella carita que asoma entre los dos, es la su hermana Rosi, quien se casaría al poco.


      En el cochazo de  Waldino, "Tito". un Doge-Dar, Valiam, traído en barco de su país. Nos llevó a las fotos de novios a Zamora.
                                         
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    En la entrada anterior conté el comienzo de nuestro atípico idilio. Vivimos emociones indescriptibles. La prohibición paternal hacía de nuestros  encuentros algo sublime. Inolvidables en el salón de los Mantecas, de Carnavales a la Feria,  a San Roque, a Navidad..., sentados en el rincón, por lo que su padre, desde el "Ambigú", lleno el salón, no nos veía. Omito pormenores de actuaciones casi heroicas, para no bailar, si no conmigo, en dos bodas que estuvo invitada. Una en Cerecinos, la de Rafa Alejos y Julita Cepedello, al comienzo del juvenil idilio. Otra la de José Bariego, "Peperre", y su prima e íntima entonces, Pili Barrios Riaño.

    Cuando conocí la historia de Carmen Diaz de Rivera, coetánea nuestra, pensé que nosotros, si algo nos hubiera separado,  hubiéramos vivido igual desolación. Les recomiendo la biográfica novela de Nieves Herrero, "Lo que escondían sus ojos".

     Esta Carmen fue hija adulterina de Sónsoles de Icaza, marquesa de Llanzol, casada con un militar 24 años mayor,  Francisco de Paula Díaz de Rivera, y de Ramón Serrano Suñer, cuñado de Franco, al ser hermanas las mujeres, y, durante dos años, quien más mandaba, por ser el más inteligente y culto de los próximos al caudillo. Era, además un hombre guapo y seductor. La veintiañera Sonsoles ( vestida siempre por Balenciaga) y Ramón Serrano, vivieron un intensa pasión, desahogada en distintos y secretos pisos. Fue así como concibieron a una niña a la que bautizaron como Carmen Diaz de Rivera. Si el Marqués de Llanzol supo que no era su hija, generosamente lo ocultó y le dio su apellido.

    Carmen, a los 17 años, enamoradísima del hijo menor de Serrano Suñer, al decidir casarse, su tía, Carmen de Icaza, hubo de descubrirle que eran hijos del mismo padre. Aquello la desoló anímicamente. (Intento de cura de sueño, ingreso unos meses en un convento de clausura, misionera en África...) Nunca, a pesar del puesto importante políticamente que llegó a alcanzar, "La musa de la Transición", superó aquello.

    ¡Bueno!: Me dirán que ya no tengo, ni Sari, 17 años. Pero ocurre que conservo la capacidad intelectual, la memoria...; ocurre que conservo, muy aumentado, el sentimentalismo, la sensibilidad emotiva,...  Ello me hace recordar el intenso amor que hubo de vencer tantas dificultades. No hago más que evocar todo aquello. Cómo ella me sostuvo en tantos momentos difíciles, el peor cuando perdimos a Sara-Belén. Me duele la fugacidad del tiempo.

    Pues, ya está: mientras viva no dejar de recordarla. Así vivir cada día.

    

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