lunes, 24 de noviembre de 2025

ES LA HISTORIA DE UN AMOR, COMO NO HAY OTRO IGUAL... (V).

 


    Esta foto lleva varias décadas en una vieja cartera. Era algo tan íntimo que nunca a nadie se la había enseñado. Dice Gracia que hay fotos en color de mamá mucho más guapa. Con el cambio de casa no las encuentro. Pero ésta fue la primera. La que contemplaba a diario, todas las noches, al acostarme. Fue como el anillo de compromiso. Como les estoy contando intimidades, ahora me decido a publicarla. Les pido la vean con cariño y respeto.
    
    Ya les conté que nuestra mutua atracción nació con los ojos, el reflejo del alma, entre los muros de San Nicolas, por las Cuatro Calles cuando iba a misa, en el caño de San Pedro; procuraba ir a dar agua a las mulas cuando ella llenaba el cántaro y el caldero en el chorro de la sirenita; en el ¡adiós! con sonrisita cuando nos encontrábamos por la calle. 

      
    Antes de entrar Sari en el baile, yo bailaba con todas, pero aquello, salvo con alguna que se arrimaba, no era ni fu ni fa.

    Supe que iba a entrar el domingo de Pascua. Durante Cuaresma y Semana Santa no había baile. Paseos y cine, eran la diversión. Saqué entrada de los primeros. Gloriosa época de baile a rebosar con la orquesta de los Gelasios, de Villanueva. Aunque la entrada con gramola era de 2 pts. a los chicos, y de 1 pts a las chicas, con la orquesta era de 6 y 2 pts. respectivamente, pero merecía la pena.

   El baile se iba llenando, mientras Pepita Manteca y Félix Feliz hacían sus exhibiciones de tangos, de valses, de pasodobles...  Las vi aparecer preciosas, las cuatro amigas eran guapas, Carmen Allende Vega, (sí, fue guapa), Geli Barrios, Lali la del Teniente, o Sargento Jefe del Puesto de la Guardia Civil,  Sarita la de Cobera, y su hermana Carmela, que iba de carabina.

     Había estrenado las primeras medias, el primer traje de mujer (creo es el de la foto), el primer carmín y las primeras sombras (entonces no había pestañas postizas), la primera realzante lencería, aunque la turgencia juvenil no la hiciera tan necesaria; peinadas de peluquería...

        Cruzar el Rubicón, la puerta por donde entraban los Templarios, del Salón de Fiestas Feliz, el baile de "los Mantecas", era adentrarse en el mundo de las emociones juveniles.  Sin apenas contacto entre mozos y mozas, más que, cuando mucho, el de las furtivas miradas, tener, de golpe y porrazo, entre tus brazos aquel cuerpo trémulo, mirarse a los ojos, contemplar, tan de cerca, aquella belleza, con el primer carmín en sus labios, el delicioso perfume, el rubor, dulce traicionero de aquella pudorosa muchacha, fue una emoción indescriptible. Fui el primero, conmigo bailó su primer baile. Mi nombre ("-¿Quién soy"?  Con voz muy débil, -"Agapito"), fue la última palabra que salió de sus labios.

    Tocaban los Gelasios: ... que me hizo comprender, todo el bien, todo el mal. que le dio luz a mi vida,.." Nosotros, ella y yo, enlazados, en medio del barullo del baile, le pusimos la letra.

    Terminada la pieza, como las otras amigas. volvió al corro. No era cosa de que ya, desde el primer baile, se quedara conmigo. Además su madre le había advertido que no diera caradas a ningún mozo, sobre todo a los vecinos: "Tarzán y su hermano anterior", "Maravilla", "Perre" (que ya andaba detrás de su prima Pili Barrios), Luis el de Coco, el más majo de todos, etc., todos mayores que yo. 

    -"Vuelve pasados tres". Me apoyé en un poste y a ninguna ya pedí baile. No perdía ojo a Sarita. Enseguida calé ciertas intenciones. Me jodía un montón   que otros le pusieran las manazas encima. Tíos que sabía yo ya habían ido a putas.

    Sin necesidad de llevar una libreta, bien tuvo en cuenta cuál me tocaba. Me acerqué al escenario y pedí a Gelasio tocaran "Lirio azul".

    Otra vez a cantar, un poco más cerca.  " "A la luz de la luna / de la noche callaaada / llama el indio a su amada / con tristeza y amor / Lirio azul de mi vida / en el valle te espero / que si no vienes yo muero / de tristeza y dolor". "Es el grito salvaje / que alza un jefe de tribu / porque ha muerto la india / que era todo su amor...

    Ya solo me dio otro baile. Tenía que cumplir con todos, aunque ninguno repitió. Volví a acercarme al escenario. -¿No os importa tocar Camino verde?

     Por último volvimos a cantar otra canción romántica: "Hoy he vuelto a pasar / por aquel camino verde /  que por el valle se pierde / en mi triste soledad...

    Cuando se acercaban las diez de la noche (-¡Que la Queda te toque en casa!), la desbandada. Las parejas de novios eran las últimas en salir. Las dos horas de baile nos sabían a muy poco. Aquella noche, antes de meterme en la cama, miré por la ventana que daba al corral, la torre de San Pedro, deseando llegara el domingo siguiente.
   
(Continuará s.D.q.)
    

No hay comentarios: