QUIEN VE SU VILLA, (III)
Sigo
copiando fragmentos del informe de Álvarez Buylla. Un poco menos de la mitad de
las gentes del pueblo pertenecía a la clase baja. Por lo que excluyendo a niños
y mujeres, habría OCHOCIENTOS OBREROS ADULTOS (mayorales, criados mozos de año,
agosteros, a jornales sueltos, perillanes…)
Ante la
penosa situación, a finales de 1903, se constituye la primera Asociación Obrera
Comarcal. Elaboran una tabla de reivindicaciones. Espigo algún dato: “La soldada del segador será, por cincuenta
días de temporada, de sol a sol, de 30 duros y dos carros de paja” Como
ven, TRES pesetas diarias, pero si tiene más de 50 año, ganará la mitad, 25
duros. Ciento veinticinco pts. Las algarroberas pedían un jornal de “cinco
reales” igual a 1,25 Pts.
Vea el precio de alimentos básicos: PAN, 0’40
pts/kilo; ACEITE, 0’90 pts./kilo; PATATAS, 0’08 Pts./libra; TOCINO, 1’30
Pts./kilo; MANTECA de cerdo, 2pts./kilo.
El kilo
de trigo se pagaba a 0’26 pts./kilo. O sea: con cinco kilos de trigo se pagaba
el jornal de una algarrobera. Hoy en día hacen falta casi doscientos kilos de trigo
para pagar un jornal. Las producciones medias de los años 1.905 y 1906 fueron
de setecientos kilos /Ha. La cosa
estaba achuchada para, salvo los cuatro terratenientes, para todo el mundo. La
mayoría de los medianos labradores lo eran de tierras en renta y los pequeños,
en el Raso; pero, por lo menos, aunque sólo fuera que pan, garbanzos y marrano,
no pasaban hambre, y sí los jornaleros.
Ante ese
asociacionismo obrero los patronos reaccionan y crean la gremial Asociación
Agrícola Villalpandina, en defensa de sus intereses. Rechazaron inmediatamente
las condiciones que los obreros ponían. Intervino el Juez de Primera Instancia.
Consiguió que se celebrara una reunión mixta, en la que no hubo avenencia. “El año era malo”. La huelga fue
inevitable.
“Los patronos apelaron a los obreros no
asociados, a las máquinas segadoras, primeras que llegaron al pueblo, que
quisieron destruir los obreros, a los
trabajadores forasteros (venían aún gallegos a segar), viéndose los asociados
en la necesidad de abandonar la población para buscar jornal en otras partes,
para allá de Rioseco. Como bastantes de ellos no encontraron ocupación,
regresaron a Villalpando, en donde procuraron convencer a los compañeros de que
no ayudaran a los patronos, lo que no consiguieron, por la actitud de éstos, de
las Autoridades y de la Fuerza Pública, poniendo todos los medios a su alcance
para que se malograse la huelga general.
El Alcalde disolvió dos veces
reuniones legales de la Asociación, ordenando instruir sumario; ordenó la
detención de algunos socios por cantar himnos socialistas; al Secretario de la
Asociación, vendedor ambulante, a quien antes no se le ponían impedimentos,
desde que pertenece a la dicha, se le sitia, materialmente, por hambre;
prohibieron al guarda municipal de ganado vacuno cuidar la vaca de un pariente
de dicho Secretario; los obreros pertenecientes a la Asociación fueron
despedidos de su trabajo ajustado de antes, colocando en su lugar a los no
pertenecientes a ella; desahucio a un asociado de la huerta que llevaba en
renta a pesar de pagar puntualmente la renta; dejaron, los patronos, de cocer
el pan en los hornos de los asociados…
La Asociación Obrera lanzó,
por los pueblos de la comarca, en octavillas una proclama que no tiene
desperdicio. Entresaco algunos párrafos:
“TRABAJADORES DEL CAMPO”, los que
no estáis asociados, no traicionéis la causa de los oprimidos, que somos todos
los que dependemos de esta gente tan poco
Cristiana, que
ha venido
alimentándonos con pan y cebolla, como recompensa al excesivo trabajo que
hacemos en la siega y en la era”; “Queremos trabajar y ganar para alimentarnos,
dejando para los burgueses la sabrosa cebolla que forzosamente nos vienen
haciendo comer, demostrando que la burguesía de Villalpando es aún peor que la
de otros pueblos.”
Pues
miren cómo estaba el patio. En Extremadura y Andalucía, peor todavía.
Daremos
un salto de veinte años, hasta 1924. Nos asomaremos a un Pleno Municipal para
ver cuán poco había cambiado la situación. Quizá la emigración de más de
doscientas personas, a la Argentina (mis abuelos, por ej.,) y a Francia,
aflojara un poco la cincha; también los majuelos, aumentó la demanda de vino,
subió el precio, debido a la filoxera en
Europa, por aquí se replantaron muchas viñas con el “Americano” para
injertar, forma de prevenir la temible plaga…
Seguiremos
analizando el caldo de cultivo que llevó a la guerra civil.
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