Y, ¿ahora qué? (II)
Dada mi
trayectoria, a estas alturas de la película,
nadie puede prejuzgarme ni de discípulo de Federico Jimenez Losantos, y menos
del Wyomin. Soy un humanista Cristiano, a lo Unamuno, centrista
regeneracionista liberal social, independiente. Advierto esto para que nadie me
prejuzgue a tenor de lo que voy a opinar.
En mis
convicciones profundas, incluida la religiosa, ha influido mucho el ejemplo de
las personas conocidas. Y sus actos. No les voy a repetir mi rechazo a la
corrupción felipista, y, mayor aún, por
pillarme más cerca, a la pepera.
Hay
buenas personas tanto de derechas como de izquierdas. Cuando son malas no sé
cuál del espectro serán peores, si el avaro chulo machista, prepotente,
violento, amoral de derechas, o las resentidas, fanáticas, odiadoras de
izquierdas. Guardo equidistancia de ambas.
Apelando
a mis principios éticos, ¿quién debe ser el próximo presidente de Gobierno?:
Alberto Núñez Feijoo, sin duda. Y no le tengo antipatía a Pedro Sánchez- He
superado las filias y las fobias. La amoralidad de no reparar en medios para
conseguir el poder, el anteponer el provecho personal al bien colectivo, es
rechazable.
Cuando
los españoles habíamos ya superado el trauma de la guerra civil, vuelve el
ínclito Zapatero a sacar a pasear a los muertos, con la nefasta ley de “Memoria
histórica”; llegado Sánchez, con sus huestes izquierdistas y separatistas,
insiste con una nueva ley sobre el asunto, a la que llama de “Memoria
Democrática”, de buenos y malos; de demócratas (Pasionaria, Carrillo, Largo
Caballero; Durruti, Enrique Lister, "El Campesino", "Modesto,... los millones de cenetistas, troskistas, comunistas…), y
malos: (los muchachos de Falange, Requetés,… que marcharon a los frentes a
defender sus ideas de defensa de la familia, de la religión, de la propiedad
privada…) los seminaristas, curas y monjas fusilados…
En las
guerras, sobre todo en las civiles, sale a relucir lo más abyecto de las
personas humanas. Conozco, como nadie, lo sucedido en esta villa, y por lo
tanto, en “Sevilla”. En mi libro sobre las víctimas, y porque, además, no tenía
pruebas escritas, omití nombrar a las personas que, directa o indirectamente,
intervinieron en los asesinatos de izquierdistas en el 36 (cargados de anhelos
de justicia social; utilizo los adjetivos anarquistas, comunistas, socialistas
sin matiz peyorativo alguno); todas ellas obedecían al prototipo de malas personas de derechas que antes he descrito.
La
represión de los franquistas fue más “selecta”, organizada. Execrable, sobre
todo, la de pos guerra.
La represión de los
“frentepopulistas” fue mucho más indiscriminada, caótica e igual de cruel. La
practicaron las malas personas que obedecen al prototipo del resentido,
fanático, odiador , del que aún quedan ejemplares locales, y me callo. Hubo un dirigente de la CNE, Melchor Rodríguez, conocido como el "angel rojo", que libró del paredón a miles de madrileños encarcelados por ir a misa o llevar sombrero.
Habiendo
conocido a la gente de izquierdas de Villalpando en el 36, estoy seguro de que
ni el señor Félix, “el Roiso”; ni Antonio G. Sacristán, ni Esteban, “Pajalarga”;
ni las Baldomeras; ni Pedro, “el Nene”; ni Eumenio, “Tocinero”; ni mi abuelo,
ni Frutos, el quesero; ni el señor José Gallego, ni Garibalde; ni el maestro
Teodosio “Polilla”, ni, ni, ni, hubieran apretado nunca el gatillo. De otros no
estoy tan seguro.
La
tergiversación histórica de esas leyes, con tanto como se ha escrito, con
tantas fuentes de información como hoy en día existen, no obedece nada más que
avivar los rescoldos de viejos odios de quienes no quieran informarse, no por
Pío Moa, Fimenez Losantos, de la Cierva o Ángel Viñas en el otro extremo, sino
por Hug Thomas, Peyne, Juan Eslava Galán, ediciones Urbón, etc. etc,.;
Wikipedia o tanto documental como existe.
No
corremos ahora el peligro de guerra civil, aunque la crispación política vaya
en aumento. Esta, la crispación consecuencia de los radicalismos, hay que
evitarla.
Y si ha
habido, hay un radicalismo irracional y fanático, es el de los nacionalismos,
sobre todo cuando se quieren imponer a la fuerza, bajo la coacción política o,
peor, el terror.
No es de
recibo insistir en los crímenes del franquismo, cuando había una guerra y
mataban por ambos bandos, cuando los españoles hemos sufrido la sinrazón de cuando,
ya en democracia y en paz, mataban, secuestraban, extorsionaban a inocentes, los
de un solo y exclusivo bando de extrema izquierda: los terroristas de ETA.
Desgraciadamente
no se da la situación que, como moraleja, señala Fernando Aramburu en su novela
“Patria”: la de esos etarras que, cuando salen de la cárcel, y no ven el “Gora
ETA”, “Amnistia”, “Independencia” en todas las fachadas, ni a una Euskadi
comunista independiente, sienten lo inútil de su “lucha”, (asesinar al mejor
amigo de su padre) de sus años de
cárcel. No, no, ¡qué va!. Cuando vuelven a sus pueblos (desde cárceles
próximas) los homenajean, los reciben como a héroes. Todo promovido por un
partido de su ideología que, ¡oh retroceso!, gana adeptos exaltando la
superioridad de una raza, de una etnia, de una “nación”. El viejo sentimiento
tribal, localista, pueblerino. ¡A ver quién convencía a los de Cerecinos que el
barrio de “arriba”, o viceversa, era mejor que el de “abajo”.
Pues con
estos, los de Bildu, quiere seguir gobernando Pedro Sánchez.
2 comentarios:
Suscribo esta enseñanza, este escrito. Es de justicia aplicar lo que los ciudadanos votan, que es mesura, que es convivencia, que es eliminación de los extremismos.
Una vez más, amigo Nicolás, muchas gracias por tu comentario. Es reconfortante que algún lector, se manifieste en el blog que "nadie" lee.
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