viernes, 18 de agosto de 2023

ME PERMITAN UNOS DESAHOGOS.

 

       Hoy, al igual que el día quince, pensaba ir al encierro en bici, pero antes había de ir a la Farmacia. Llego a las Angustias al tiempo que un empleado municipal, cerraba la valla. Ya no me permitió pasar. Voy a las "Cuatro Calles", e igual, cerrada. Sigo hasta San Andrés. Todo pechado. No me queda otra que volver a las "Cuatro Calles" y, como pude, saltar; igual para regresar a mi casa.

      Ha llegado a mis oídos, es una crítica generalizada en todo el pueblo, de que la calle Real, haya estado cortada más de dos horas, y con ello restringido el acceso a la farmacia. Es criticable que al menos de la anchura de una puerta, en la valla de Angustias y Cuatro Calles, no hubieran soldado unas barras verticales, como hay en toda la de Santa María, por ej., en lugar de las horizontales, para poder acceder a la farmacia y a la tienda de Toño.

     Total, con la bici ya no llegaría a ver la salida del encierro. Pues el Panda, a la tierra de "La Nájera", a la zona de aparcamiento. Terrible polvareda. Me vuelvo para verlos cruzar la carretera de Quintanilla. Entro a nuestra parcela por la servidumbre. Pensando que cruzarían, como el primero día, por el camino transversal, me paro a considerable distancia. Desde la carretera unos peatones me indican que iban a cruzar, más acá. Me retiro a la distancia que me pareció más prudencial. La manada rodeada de caballos pasaría a unos 400 metros de donde mi coche, parado, sin obstrucción alguna, sin ningún riesgo, estaba.

    ¡Oh sorpresa! Cuando regreso tranquilo por nuestro terreno, la parcela tiene una longitud de 1.380 metros, me da el alto un coche de la guardia civil. Me dicen que he estado dentro de la zona prohibida. No he visto, no hay cinta alguna que lo indique, como por el otro lado. El recorrido previsto era el de cruzar la carretera por el camino transversal, como ocurrió el día 15. Les aseguro que en mi primera parada estaba muy lejos del transversal, y que, cuando me lo indicaron, me retiré aún más.

     Mi diminuto coche, solo, en medio del campo, quedó muy lejos del recorrido, como, incitada por un anónimo pudo comprobar la Guardia Civil.  ¡Con lo que yo tengo luchado para que los coches no se metan en los encierros..! ¡Con lo cumplidor que soy de las normas!

     Y, ya puestos en plan legal, legal, ¿no sería preceptivo pedir licencia a los propietarios de los terrenos por los que se prevé va a transcurrir la marabunta? El origen de un enfrentamiento con familia vecina de este pueblo, fue porque, en esa misma parcela, en un encierro, se metieron coches a pisotear una alfalfa que tenía mucha semilla.

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       Otra aclaración: hoy subí al remolque en el que había una redactora y un cámara de La Opinión, y nadie más. Le pedí permiso antes de subir, y le indiqué que mi intención era darle unos datos históricos sobre la Puerta Villa, para que redondeara su crónica. No buscaba un lugar de privilegio para ver la subida. Había sitio de sobra, menos de la mitad de la gente que el día 15. Sobró que nadie me llamara la atención.

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        Permitan, personas amigas lectoras, (hay que tener un cuidado con lo del masculino en en esto del lenguaje "progre") que les haga alguna confidencia.

         El día de San Roque, durante la procesión y parte de la larga misa, lo pasé de visita en la Residencia.. Lo había decidido el día antes, cuando supe con tres meses de retraso, que habían venido Carmen y Dorita Sánchez, las de Silvano, hermanas de Elicio.

       Era tal la amistad de esa familia del carretero con la mis suegros, que yo la he seguido cultivando y manteniendo. Estaban sentados unos cuantos residentes en la sala de visitas, frente a los ventanales, para ver la procesión. Le entró emoción a Carmen al ver salir a San Roque; le trajo de golpe los recuerdos de su hermosa juventud.

     Llevaba allí mucho rato, al volver la cabeza, veo detrás a Carmen Allende, peinada de peluquería, arreglada. Su hijo la tiene en "palmicas". Vi en su mirada la parte noble de su persona. Le tendí la mano. Me la apretó emocionada. No hizo falta nada más. 

    Saludé a Concha Burgos; luego compartí tertulia con Felisa, viuda de Celso Bariego, y su familia. Todavía llegué a tiempo de parte de la misa, la iglesia hasta arriba, muchas comuniones: ¡¿Bueno!: ¿qué quieren que les diga?

     

     

    

1 comentario:

Administrador dijo...

Un baboso cobarde anónimo, escudado en el seudónimo NICK-3219d9, ha dejado en la edición digital de La Opinión de Zamora, un comentario, injurioso y falso contra mi peresona.

Es seguidor de mi blog. Seguro que un asqueroso envidioso patológico. Ya verán como no tiene la valentía de identificarse.