EMOCIONES Y REFLEXIONES.

 

      Andar estos días, sobre todo en las mañanas, por el pueblo, es  grato, al tiempo que nostálgico y un poco triste, por los que van faltando y los que van empeorando: quienes vuelven en silla de ruedas, con andador, con silla-coche o, simplemente con bastón..; ver, en cambio, como los niños de hace nada, son ya exhuberantes adolescentes, mozos y mozas que lucen sin pudor sus hermosos cuerpos..., y las esquelas, que cada poco no faltan.

     Ayer leí una que me entristeció: Eudosio Rodríguez de Anta. Eran sobre las dos. "El funeral se celebrará a las once de la mañana en la iglesia de San Juan de Cerecinos de Campos". De haberla leído con tiempo, hubiera asistido, en lugar de ir a Villamayor en bici, porque Eudosio era mi amigo. Y lo era por ser un hombre sociable, buen conversador, buena persona. Venía con su Barreiros casi todos los días a Villalpando, hasta hace a lo mejor un año. Había cambiado los vinos en Villalpando por la partida en Tapioles a donde no tenía problema para desaplazarse en el Barreiros. Me lo encontré un día esta primavera por un camino en el término de su pueblo. Lo paré, conversamos un rato. Fue la despedida. Deseo que alguien le haga llegar a sus hijos mi pésame.

   Hoy tuve la ocasión de conversar de política con dos buenos amigos, seguidores de mi blog. Algo que estaba deseando. No es fácil encontrar interlocutores con quienes uno se pueda sincerar a quien poder aconsejar. Mi consejo de ahora es ecuanimidad. Huir de los bulos que circulan por las redes. Cambiar de vez en cuando el dial de la radio, de canal en la tele, y de periódico, o leer uno neutral. La Opinión de Zamora, en cuestiones de política nacional es bastante objetivo, y sus columnistas (mediocres la mayoría) son plurales. No entrar en el bloquismo y la confrontación. Aunque en el peorísimo de los casos un gobierno superfranqiestein, la sangre no va a llegar al río.

    A los muy de derechas  intento apearles de su catastrofismo. Que las playas y las autopistas están llenas; que en este, como en otros pueblos, se ha triplicado la población. Cierto que los precios pueden seguir aumentando, y que lo de repartir dinero, a base de deuda pública, no sé hasta cuando se podrá mantener. Pero el apocalipsis, que nos vienen anunciando desde hace años, no llega.

    Con los sectarios de izquierdas, los fanáticos con pedigrí, con esos imposible el diálogo, desde su complejo de superioridad; su chulería de ser de izquierdas (burgueses doble pensionistas, consumistas insoladarios), son incapaces de razonar.

    ¡Como fardaba en tiempos de Felipe González autodefinirse de izquierdas! ¡Qué listo, que prudente fue, y como engañó, para bien, a toda la rojería. 

     Ésta, cuando la transición, ya estaba bastante desteñida. Rojos de izquierdas los jornaleros, obreros fabriles, todo el numeroso proletariado oprimido: anarquistas, comunistas, troskistas, y los largocaballeristas, mayoría en aquel PSOE de antes y durante la guerra, imbuidos por el marxismo, querían la revolución, dar la vuelta a la tortilla. En el aspecto, su tez curtida, las manos como sarmientos, encorvados por la azada, la ropa remendada, las casas miserables, la escasa alimentación, se notaba quienes eran proletarios y, por tanto, esos eran de izquierdas. Esos sí eran rojos de verdad.

    Pero ese proletariado miserable, gracias al desarrollo económico del franquismo, desapareció. Familias trabajadoras y emprendedoras se hicieron con negocios propios y prosperaron; los asalariados pudieron ir comprando pisos y hasta "600"; muchos, en el funcionariado (enorme aumento de escuelas,  universidades, hospitales, centros de salud...) encontramos nuestro medio de vida.

    Cuando murió Franco los españoles estábamos tranquilos, incluso reconcialiados, sin ganas de jaleos, repudiando cualquier violencia. Hubo alguna de extrema derecha, pero mínima comparada con la brutal de extrema izquierda, de ETA. Con el estómago lleno, los deseosos de revolución ( aunque aún no había caido el muro de Berlín) eran mínimos.

    Felipe González se puso la camisa a cuadros, el traje de pana, lanzó unos cuantos eslóganes de progreso, de justicia social (abdicado del marxismo, ni mentar la palabra revolución) y se llevó el voto de toda la rojería, para bien,  desteñida. Quiero no se entiendan mis calificativos, lo de rojería, como insulto. sino como definición social breve.

   Los engañó con lo de la OTAN; llevó a cabo la reconversión industrial; aunque indemnizó a quienes habían sufrido prisión con el franquismo, vivos bastantes, o a sus familiares, no se metió ni con Franco, ni con el Valle de los Caídos, ni intentó remover unos odios calmados. Por supuesto que no hubo reparto de tierras, como algunos soñaban; se siguió respetando la propiedad privada. Más o menos la misma política de la UCD y, después, del PP. 

   Mañana, s. D. q., abordaré la situación actual