UN ODIO QUE NO CESA.
Creo que este blog, en su
humildad, cumple la triple función deontológica del periodismo democrático:
informar, intentar formar (tarea harto difícil), y entretener. Conocen mi lucha
por la verdad, mi afán de regeneración política ( con buenos resultados en el
pueblo) y social. Inevitablemente, ello
me ha generado enemigos agresores en acciones y guerras nunca comenzadas por mí
en cuanto a injustas denuncias judiciales, agresiones e insultos.
Cuando en el pueblo se ha
producido la “transición”, como en los setenta, me dije: es la hora de los
perdones, y tendí, en esta bitácora, mi
mano a los adversarios.
Ahora me gustaría, al
encontrarnos por la calle, o en el campo, un simple “adiós”, ¡hola!, una simple
sonrisa. Sobre todo a quienes y cuando van a misa, me quedo mirando buscando un gesto Cristiano. ¡Nada!
¡Bueno!: por lo menos no tienen
un mal gesto de hostilidad que reavive viejos odios, olvidados por mi parte con
la mayoría no recalcitrante.
Como en este blog doy mucho, es
también justo lo utilice en defensa propia, para informar y afear el penoso
incidente que me acaba de ocurrir.
Llevaba mi “Panda” al taller de
los Nacientes a prepararlo para la ITV. Me confundí de nave y entré en la
anterior, antigua cochera de Tamames. De pronto un tío se planta delante: “¿Dónde vas? Marcha de aquí a tomar por el
culo”. Todo ello en voz alta y gesto
amenazante. Me quedó cortao. ¿Quién es él para echarme de la nave de un amigo, aunque sea arrendatario, el amigo?
Con dicho arrendatario de esa nave y
con su padre, tenemos, desde hace muchos años, una estrecha relación de amistad
y de trabajo, que ha superado las pruebas más duras. Nos hemos ayudado
mutuamente, superando momentos difíciles. Mi hijo Álvaro y mis amigos los San
Damián son los principales clientes del
arrendatario de la nave dicha donde guarda la empacadora y otras máquinas. Y lo hemos
seguido siendo a pesar de las muestras de enemistad, de rencor, de odio del
susodicho socio, que hoy tuvo la oportunidad de firmar la paz, cuyo nivel cultural
es parejo a su chulería patana, a su garrulería; el prototipo de los abyectos
personajes (carentes de valores culturales y humanos) que nos pinta R. Macías
Picavea, en su novela “Tierra de Campos”.
No sé si en su círculo alguien
sabrá quien fue este don Ricardo, ni Galdós, ni Valera, ni la Pardo Bazán, ni
Concha Espina, ni Palacio Valdés, ni Pereda, ni Blasco Íbañez,.., ni Felipe Trigo, por seguir con
los costumbristas decimonónicos. ¡Cómo para meternos con los clásicos! O con
los actuales. Este es el clásico “ilustrado” (mala gente, diría Machado) que si alguien le pregunta quién
escribió el Quijote, responde: ¡Yo no he
sido!
Si cuento el suceso de echarme de
la nave de un amigo quien no lo es, obedece al motivo de ser reincidente en los
malos modos conmigo, el susodicho (pueden añadir el adjetivo que quieran).
1 comentario:
Los de ese clan, además de analfabetos, son gentuza, mala gente, de lo peor. Me he olvidado de ellos pero no paran de mandarme anónimos, de ladrar así que tienen ocasión.
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