miércoles, 15 de julio de 2020

EUSTAQUIO, Capítulo (VII)


       Lo habíamos dejado cuando Eustaquio, además de toda su actividad como Mozo de Comedor, Mayordomo y Ayuda de Cámara, tenía que ir con la señora a la compra y a la vuelta darle masajes. Aunque él no cuenta  más que lo de pasar una hora "dando masajes en su asquerosa espalda", que no era tan asquerosa, una hora da mucho de sí, para "otros masajes". Lo dejaremos en insinuación. Es un tanto sospechoso que, llegada la Semana Santa, la señora, sin los hijos, que ya eran mozos, ni el marido, decidiera ir a pasar quince días en la casa de la finca, llevando como "servicio" solo a Eustaquio.

     Éste narra muy bien como era aquella casona señorial, cómo la más humilde donde vivía la familia del cachicán, y la limpieza general que hubieron de hacer al llegar, Petra, la mujer del encargado o cachicán, y él.

     Dice que en la finca, dado que el resto del servicio había quedado en Madrid, a él, aquel diablo vestido de mujer, lo traía más "frito" todavía, hasta que una mañana exahusto y cabreado le plantó cara.  La bronca fue sonora:
 
     -Deme los días que me debe, que me marcho.
     -Tenga usted cuidado Eustaquio, (sólo en la cama se tuteaban). Ya  sabe que lo estamos protegiendo, pues usted no quiere cumplir con su deber de servir a la patria.
      -Antes que aguantarle más a usted, como si me fusilan.

      Cogió sus cuatro cosas, hizo un hatillo, y se largó andando hasta el pueblo, que era Navalmoral de la Mata. Llegó a tiempo de pillar abierto el banco, pues estaba sin blanca. Tren hasta Madrid. Vuelta a la antigua pensión. Allí le cuentan que se había presentado la policía preguntando por él.
      Pasó por la oficina del Notario para cobrar el cuenta. Éste intentó disuadirle para que volviera a su casa, pues mientras estuviera allí,  estaría"protegido". Hicieron cuentas: dos mil cuatrocientas pesetas le debían, sacó tres mil de un cajón y se las dio.
      -Lo siento mucho por usted, don José Luis.
      -No se preocupe: de todos los mayordomos que hemos tenido usted ha sido quien más ha resistido.

       Lo de no querer "servir a la patria", lo de buscarle la policía, le hizo caer en la cuenta de que la cosa iba en serio.

        Un hermano de la tigresa era General de Brigada. Un fin de semana había comido en la mansión de Serrano. 

         -Eustaquio: ponga usted los postres, le dice la señora. El General se queda con la copla:  -¿No será usted Eustaquio Mazariegos Alonso?
       -El mismo, sí señor, para servirle.
       -A quien tiene usted que servir es a la patria. ¿Desde cuándo que no va usted por su pueblo?
       -Hará más de un año.
       -¿Y sus padres no le han avisado..? Cuando se cambió de patrona Eustaquio no les dio la dirección.
       -¿De qué?
       -Pues de que usted pertenece al reemplazo de mozos de 1963. Para que lo entienda: que ha entrado en quinta, y no se ha presentado en el Ayuntamiento de su pueblo para la filiación, talla y peso. y estamos a principios de 1964, y usted ha de incorporarse al ejercito dentro de dos meses. Y en el Gobierno Militar de Zamora le han declarado prófugo. Y está dictada la orden de búsqueda y captura.
        -Medio llorando: -perdone usted. Es que a mí el médico del pueblo me había dicho que a lo mejor por lo del ojo me podía librar.
         -Y usted, por su cuenta, ya se está librando, -le dio una tarjeta con una dirección- pase usted mañana por mi despacho a ver cómo podemos arreglarlo. Evite usted andar por la ciudad, mejor si, como me han dicho, van a ir a la finca. Tendrá usted que pasar revisión, aunque me parece que usted ve más de la cuenta.

       A pesar del "estaría protegido", de la orden de búsqueda y captura, Eustaquio decidió jugársela: "Como me buscan por Madrid, me largo a Barcelona".

        Tal, cual, si bien con escala en Zaragoza, hasta conocer bien la ciudad e ir a pedirle ayuda a la Virgen del Pilar.

         En el siguiente capítulo veremos que la iba a necesitar.
     

 

   

No hay comentarios: