lunes, 2 de octubre de 2017

CONCHA "LA TOCINERA", UNA MUJER VALIENTE.


     Me encontré con Gaspara en "Las Cercas", y me lo dijo:  -Vamos a traer a Concha que se ha muerto hace un poco.

     De buena gana, aunque no tenga hijos, (sí bastantes sobrinos) que me puedan dar las gracias, voy a dedicarle un recuerdo, porque se lo merece.

     Aún no han puesto esquelas, o no las he visto. No las necesito, Mª de la Concepción Boyano Fernández de 96, más o menos, años.

     Han tocado a muerto en San Pedro. Unas cuantas personas me han preguntado: ¿quién se ha muerto?, así es como se corrían las voces antes, Concha "La Tocinera". El sobrenombre le venía por su madre, creo se llamaba Rosa, de la familia de los tocineros. Mataban cerdos y ese era su medio de vida. Su padre fue el señor Germán Boyano, "El Chano", a quien su nieto "Antón" es clavado. Vivieron  en la casa adosada a la iglesia de San Miguel.

    En las "Memorias de Andrés Vázquez", a quien salvó la vida, realizo una pequeña semblanza de esta mujer. Pag. 60,61.

     Resumo: En las vendimias de 1939, como casi todos los muchachos y muchachas necesitados del pueblo, fue a vendimiar a Prado, (otros iban a Cerecinos), a casa de Aquilino. Ella ya andaba con ganas de marchar a Madrid, hablando con el tal Aquilino, se enteró de que éste tenía un pariente en Madrid que era Director General de Prisiones, don Amancio Tomé, para quien le dio una carta de presentación.

    Con las cuatro perras de la vendimia, lo puesto y poco más, se plantó en la capital: coche de línea hasta Zamora y tren hasta la Estación del Norte. El don Aquilino la colocó, para la limpieza, en la prisión de mujeres de Yesaerías, atestada de prisioneras, de guerra la mayoría. Concha no pudo soportar tanta tristeza y tanta miseria.

    Volvió al don Amancio:  -¡Pues vamos a probar en el Hospital General!

      Era, como todos, un hospital de la beneficencia, para los pobres, que entonces lo eran casi todos los españoles. No existía la  Seguridad Social. Sí clínicas privadas al alcance de muy pocos. Ahí, además de la limpieza de los suelos, podría limpiar a enfermos. Recién acabada la guerra no "daban a bondo" a despiojar y desarnar a pobres, soldados heridos, enfermos.

    Aguantó. Fue aprendiendo con la práctica. Realizó un curso de enfermería, y lo fue, muy importante en el Hospital, ya denominado, "Gregorio Marañón".

     Años cuarenta y cincuenta, muy escasos los hospitales, incipientes, a finales de los últimos cincuenta los  de la Seguridad Social; para encontrar plaza en este tan importante de Madrid, era necesaria una fuerte recomendación. La gente de Villalpando acudía a Concha. Ella siempre pedía la ayuda para un tío, tía, primo,. prima...; un día el Director le dijo: ¿qué pasa?, ¿cómo es que tiene usted tanta familia en ese pueblo?

    Sabemos de bastantes personas concretas que recibieron auxilio gracias a Concha.

   Como era guapa y elegante se caso con un hombre apuesto, Tomás, quien conservó su buen aspecto hasta el final, y que, además, le daba gusto en todo, por eso, al jubilarse volvieron al pueblo, a pesar de que a él le hubiera gustado más seguir en Madrid.

   Aquí Concha, bien arreglada y peripuesta, salía a diario. Iba dejando por la calle de La Fuente un rasgo de perfume caro. Era buena cliente de todos los loteros. ¡Cómo esa era la ilusión de su vida, hacía bien, dado que no descuidaba ni sus necesidades, ni sus cuidados personales. Casi al final, pescó un premio de veinte millones de pesetas.

    La veía pasar todas las tardes en verano, junto con Deco y Cecilia.  Bastantes, me sentaba con ellas en la terraza del "Ideal". Me encantaban sus historias. Era vivaracha y con una memoria prodigiosa.

    En sus últimos años, en la residencia, se ha ido apagando poco a poco. No le han faltado atenciones ni cariños de sus sobrinas.

   Este es mi homenaje a una villalpandina valiente y caritativa. 

3 comentarios:

Cathy dijo...

Una mujer como ay pocas en el pueblo. Vecina carinosa siempre veniz a tomar cafe en casa de mi abuela y aun cuando fallecio mi abuela nuncz falto. Se le hechara de menos. Concha guapa abraza fuerte a los mios estes donde estes
Cathy

Txina Villalpando dijo...

Me acuerdo, pero no se los años, cuando se le escapo el loro, creo que se llamaba Curro, estuvo todo el verano con las palomas rondando el convento. Concha llamando a Curro, y Curro ni caso. Cuando llego el invierno, Curro ya volvió a casa. Al verano siguiente, hubo gente que insistíamos en que lo dejase libre, porque sabíamos que volvería con el invierno, pero creo recordar que no le dejo ir con sus amigas las palomas. Concha, una persona que se le recordara mucho tiempo.

Administrador dijo...


¡Gracias a Cathy y a ciudadano por compartir vivencias de Concha.