Sé que no es fácil mitigar el dolor por la muerte del ser más querido: la esposa, la madre; pero sé también que consuela el acompañamiento, los gestos de afecto, el compartir el recuerdo del positivo ejemplo vital de la persona ida. Eso es lo que intento al dar la noticia.
Acabo de leer esquela tan
entristecedora: NOS HA DEJADO MARÍA LUISA DE LA PUENTE HERRERO, y me pongo a
contárselo a todo el pueblo.
Dada mi buena relación, conozco sus valores. Desde bien joven hubo de atender a su madre, siempre delicada de salud, la casa. María Luisa ha sido una de esas mujeres con esa virtud de las gentes buenas del pueblo que se sacrifican por la familia: a lo largo de su vida, además de a sus padres, cuidó a su tía Epifania, a su tío Pedro; ¡cómo no!: a su marido cuando el grave accidente. Sintiéndolo mucho llevaron a Atanasio a la residencia, si bien le vienen visitando a diario, sacándole al bar, dar un paseo; se ha preocupado mucho por su salud, por su atención.
Curtida por la vida ha sabido
afrontar con entereza el crudo diagnóstico, los duros intentos de terapia. Un
día del pasado verano nos vimos en el Centro de Salud. Llevaba sombrero y
gafas. Bromeamos a cuenta de ello.
La vi, por última vez, con
Antonio, en el “Arte”. Sentado en una mesa, como casi siempre, leyendo el
periódico, no quise acercarme a la barra a darle el cumplido del qué tal estás.
¿Cómo iba a estar?. ¡Bien!, tomando algo, protegida y querida.
Cuando otra cosa no se puede
hacer, al menos que el cariño no falte. Además es de justicia dárselo a quien
tanto dio.
P.D.- El funeral será mañana en San Nicolás a las once horas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario