¡Hola Anabel! Encantado de informarte de los aspectos puntuales por los que me preguntas. No obstante, te sugiero consultar en "De entre adobes y tapiales". Hay un relato, "La lumbre y el cocido" dedicado a la alimentación. También en "Aquellos pueblos" le dedico otro capítulo, "El botijo, el serillo y la fresquera". Paso a informarte, que me encanta, sobre lo puntual.
Ayer no respondí a tu pregunta sobre qué artículos había en las tiendas, llamadas entonces de "ultramarinos", siete u ocho había en Villalpando, Cuatro de ellas eran de alimentación, ferretería (todo lo usado en el campo) e, incluso telas, géneros.
De comer vendían: aceite de oliva, arroz, azúcar; alubias y lentejas en algunas; escabeche en tino, muchas latillas y para de contar, Todo a granel. En la más surtida, la tienda de mi tío Demócrito, tenían, al fondo del portal, una gran zafra de chapa, creo conectada al medidor colocado sobre el mostrador, o habría otra zafra más pequeña debajo de éste.
No existían los plásticos. Cada familia poseía su zafra (en casa queda una de cinco litros) o aceitera, como de medio litro,también de chapa. Los más pobres llevaban una botella en la que el chorrito del medidor, accionado por una manivela, le depositaba el cuartillico de aceite.
Todo se vendía a granel, envuelto en papel de estraza. Todos íbamos con el serillo a la tienda.
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Alimentación familias más o menos pudientes: te remito a "La otra historia de la villa", en que describo la enorme diferencia de clases sociales. Como este libro está agotado, incluso me ha desaparecido el único ejemplar en papel, te adjunto el "manuscrito". ¡Bien!: te resumo. Alimentación, vivienda, vestido y no trabajar diferenciaban a la clase alta, a los "señoritos", ocho o diez familias en Villalpando, del resto. Esa enorme gradación de estatus económico social se reflejaba, en la alimentación. A los ricos, incluso en el año malo del hambre, nunca les faltaron alimentos. Tres eran los básicos para todo el mundo: pan, cerdo, garbanzos y vino.
Para las labranzas, sobre todo para las más humildes. su principal motivo era el auto consumo: por lo menos coger pan para el año, cebada y titos para el marrano, gallinas, conejos; garbanzos o muelas.
En las casas grandes había de todo. Llevaban muchas cargas a la "Comarcal", desde la era o desde sus paneras, después de apartar para la ración de amos, criados y criadas. Cogían muchos garbanzos, guisantes, muelas..; también uvas y vino; cebaban marranos, tenían vacas de leche, artículo escaso y de lujo, para el desayuno con pan y azúcar.
A diario comían, como todos, cocido, bien diferente el del rico con tocino, chorizo, carne, relleno, berzas, que el del pobre que, en el peor de los casos, podría ser de muelas con un cachico de tocino, todo lo más. Los domingos, festivos, fiestas familiares los "pudientes" podían permitirse el lujo de comer ternera (esos ternerillos de las vacas autóctonas, salvo las cuatro de leche, no había otras) pollo, (antes de las incubadoras el cúlmun de los manjares), lechazo, (en bastantes casas grandes había también ovejas y pastores)
Pasados los años de la hambruna, comida importante lo era también la cena. Tenía más aliciente que la comida. Copio:
"Se hacía, reunida toda la familia, poco después de tocar la Queda. Un primer plato de lentejas o alubias, mezclados con los huesos en salazón de la matanza, mientras duraban; un segundo de huevos fritos, tortilla, cuando ponían las gallinas del corral; o pescado (sardinas y chicharros), entonces mucho más abundante y barato que en la actualidad, en relación a los precios prohibitivos de entonces, como la carne de ternera, el pollo, los huevos, cuando no había en los corrales, el jamón y los dulces" Cualquier alimento frito, (con manteca de cerdo, normalmente) incluso las patatas, eran una exquisitez. Y el segundo plato de la cena era casi siempre una fritanga, en la sartén de patas con palos de manojo como lumbre"
Los enormes cambios en las producciones agrícolas y ganaderas, la "revolución avícola" (incubadoras, grandes granjas) han supuesto, dada la abundancia (aunque tengamos cierta crisis en estos momentos) igual de enormes cambios en la alimentación. Sin meterme en otras muchas consideraciones (necesidades e ingesta calórica de antes y de ahora, obesidad...) te resalto lo sorprendente. Mira qué decía un carnicero lenguaraz: -"Aquí no hay más que dos clases sociales: los que comen ternera, ricos, y los que comen chicharros, pobres". Nos cuesta acostumbrarnos a que un kilo de sardinas valga más que uno de ternera.
En los años sesenta, cuando el desarrollo, el pescado era el alimento más asequible. En Villalpando había dos pescaderías. Empezaron a venir los Hnos. Franco, de Villalón de Campos, "los de los pobres". Toda la vida habían venido los Hnos. Ramos de Barcial de la Loma. Extendían en el suelo sus cajas de madera con helecho de mullido, cubiertas de hielo picado. Enseguida se formaba el corro de mujeres. Recuerdo, ya casado, comprar mi señora tres kilos de chicharros por un duro.
Perdona tanta digresión.
Un abrazo.
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