LÍNEA DE
FUEGO
Recién publicada esta “novela” de
Arturo Pérez-Reverte, empieza a ocupar primeros lugares en la lista de libros
más vendidos. Lo vi y lo compré donde Patricia. Ahora acabo de ver que por el
mismo precio de AMAZON.
Desde comienzo de semana me ha
tenido absorto y enganchado, pero sobre la página quinientas, empecé a saltar.
No podía seguir leyendo tanto horror. A
este libro le sobran doscientas páginas.
La novela narra minuciosamente todo
el combatir, sin descanso durante los diez días, de la XI División del ejército republicano
(rojos) y tres batallones (requetés, falangistas, legionarios y moros) de los
sublevados (nacionales, fascistas). Todas las penalidades de falta de agua, de comida, de suciedad, de sangre, de piojos, chinches, moscardones sobre heridas y cadáveres de gente joven.
El narrador interviene lo justo
para ir situando acciones y personajes, entre los que existe abundante diálogo.
Es una novela cinematográfica, llena de acción. Al lector le hace ver,
repetidamente, los escenarios: pueblo, pinares, viñas, ermita, cementerio…
devastados; los sonidos (bombas de mano, de mortero, de aviones; de metralleta,
de fusiles, y los gritos de los heridos, de los insultos, del ulular de moros,
y gritar de legionarios. Buscando adjetivos se me ocurre: crueldad, horror.
Por haber leído tanto sobre la
guerra y conocidas, de primera mano, tantas acciones, aseguro que Pérez-Reverte
exagera. Que no existía ese porcentaje de muertos, ni acciones tan violentas
con tan constantes combates cuerpo a cuerpo, con la bayoneta calada. Uno acaba
oliendo la pólvora, la sangre, las vísceras… No sigo. Es horrible.
Describe a la perfección las armas
utilizadas por unos y otros, con su nombre, su calibre, su marca... ¿A quién no
le suenan los “máuser”, por ej.? El vocabulario de los protagonistas es el
utilizado en aquellos momentos, del que recuerdo muchas palabras.
El logro mayor de la novela es el
retrato sicológico, personal y político de los combatientes; (ahí entran
valientes, cobardes, compasivos, crueles, repartidos entre los de los dos
bandos…) las ideas, o sin éstas, por las que luchaban y morían.
Estaba mucho más ideologizado, de
izquierdas, el ejército de la república. Se nutría de muchos más voluntarios,
milicianos de Madrid, Barcelona, obreros urbanos en general.
En el ejército de Franco
predominaban, ya digo, los movilizados de la zona donde, en principio, triunfó
la sublevación, Castilla la Vieja, León, Galicia, una parte de Asturias, de
Aragón, Navarra. Esos muchachos,
rurales la mayoría, (entonces en los
pueblos había muchos mozos, entre 400 y 500 combatieron de Villalpando, a doce
quintas movilizaron, los nacidos desde 1908 hasta los de 1920), eran de todas
las clases sociales existentes en los pueblos, estaban en el frente a la
fuerza, combatían y mataban para no
dejarse matar.
No lo pinta así en la novela
Pérez-Reverte, donde los franquistas son voluntarios falangistas, requetés,
legionarios y moros.
Sí acierta cuando describe las motivaciones de
unos y otros: Los del PCE, CNT, FAI, POUM, y los socialistas de Largo Caballero,…
combatían para implantar la revolución, un nuevo orden mundial, basado en la
igualdad, fraternidad..; no les gustaba aquella sociedad “capitalista” tan
injusta.
Los requetés, carlistas y los
falangistas procedían de familias de pequeños, medianos y mayores propietarios;
de gente de las profesiones liberales, de los oficios. Defendían (también una
mayor justicia social) la familia, el orden, la propiedad y la religión. Los
requetés se confesaban y comulgaban con frecuencia. Le entregaban al “pater”
antes de entrar en combate una carta a sus padres: -“ Saber que si caigo en el combate estoy en gracia de Dios"- A muchos los movilizó las
grescas que, durante los años de la república habían tenido con los de
izquierdas, entre otros motivos por la cuestión religiosa. “Si los curas y monjas supieran / la paliza los vamos a dar / subirían
al coro cantando / libertad, libertad, libertad”. Los requetés y otros
muchos soldados de Franco, llevaban, sujeto con un imperdible, un pequeño
escapulario. El “detente bala”. El corazón de Jesús está conmigo. Más abajo les
voy a mostrar uno.
Pérez-Reverte se mete en
la guerra con objetividad. Cuenta lo que ve. No es una novela de buenos y malos,
muy oportuna en este momento de tergiversación histórica.
Cuento lo escrito por un oficial de
la 46ª División republicana:
“Ni nosotros éramos unas bestias rojas, ni ellos tipos asesinos fascistas.
Ellos y nosotros, los mejores de ellos y los mejores de nosotros, éramos
jóvenes y buenos. Digo esto porque parece que está de moda ponernos a caldo a
nacionales o a republicanos. Porque creo que sería mejor que nos juntásemos y
los hiciésemos callar a estacazos”.
A mí nada nuevo me cuenta, si no es
el reafirmarme en la postura de compasión por las víctimas de ambos bandos, y
en detestar el horror de aquella guerra, y quedarme también con las acciones
buenas, algo que he manifestado en mis pequeños libritos.
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De esta casa en la que escribo, en
una más vieja, salieron cuatro hermanos a la guerra. Les copio lo siguiente:
Ruego me informen de en qué archivo puedo
encontrar la ficha de mi padre, Casimiro-Mateo Modroño Chimeno combatiente
"voluntario" en el bando sublevado en la guerra civil española,
1936-39. Sé que se incorporó en septiembre de dicho año en Zamora.
Así mismo les pido me informen de sus hermanos, también
combatientes, movilizados por su quinta, en dicha guerra.
Sus nombres eran: Antonio Modroño
Chimeno;
Gil-Agapito Modroño Chimeno (este
muerto en combate el 19 de enero de 1937 en el Cerro de los Ángeles)
y David Modroño Chimeno.
Mi nombre es Agapito Modroño Alonso, Calle Silera,3.-
49630 VILLALPANDO (Zamora). Teléfono 616 499 148.
En espera de noticias les saludo.
A. Modroño.
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