CARTA
ABIERTA AL SEÑOR PRESIDENTE DEL GOBIERNO.
Ya sé es
difícil que desde este retirado rincón, le llegue mi misiva. Por eso ruego a
algún amigo/a, cargos del PSOE, que por aquí asoman, se la hagan llegar.
Perdone mi
pretenciosidad, si me atrevo a escribirle es acogiéndome a ese refrán: “Del viejo, el
consejo”. Pero, aunque la fecha de mi nacimiento vaya quedando bastante atrás,
lo que me da experiencia
(no es cosa de largarle mi currículo) mis preocupaciones sociales y cívicas, no
sé si por desgracia, se mantienen, a pesar de los desengaños, intactas.
Difícil este momento, pero no se arredre,
amigo. Los ha habido mucho peores en nuestra reciente historia. Veo el mayor
problema en que para nuestros dirigentes políticos primen, por encima del
interés general, el partidista. En que se aproveche la coyuntura para, en lugar
de arrimar el hombro, tirarse a las gorjas del adversario.
Desciendo
de las ramas y me voy al grano, el que más supura: el problema catalán.
Grandes
estadistas han sido quienes en momentos difíciles han tomado decisiones
audaces. Creo audaz es mi propuesta: los
políticos catalanes encarcelados no deberían seguir ni un día más en prisión,
porque las leyes y la justicia deberían
ser hijas de la razón y del sentido común, ese sentimiento íntimo ve injusto
esté entre rejas Oriol Junqueras, por ej.
Cierto que
se equivocaron en la declaración de independencia, si bien no olvidemos que
detrás de ellos están casi la mitad de los catalanes, y la cárcel de sus
líderes disgusta, crispa, es semilla de más independentismo. Es excesivo el tiempo que llevan en prisión preventiva. Son,
a mi parecer, con todos los respetos, excesivas las penas que pide la Fiscalía.
¿Se imaginan qué pasaría si los condenaran a veinticinco años de cárcel, el
país lo aguantaría?
Todo este proceso judicial que
ahora se inicia va a ser fuente de más discordia, más enfrentamientos y
conflictividad social. Me asusta leer en las redes sociales comentarios, de los
“hunos” y los “hotros” tan llenos de odio, que recurren a lo más asquerosamente
escatológico para insultar y desear todo mal a los adversarios.
Luego la
justicia, a la que aunque le tengo
terror pues, como decía mi abuela: “con la justicia y la Inquisición, chitón”,
me atrevo a expresar cuán diferentes son los criterios de unos a otros jueces.
Lo estamos viendo entre la Fiscalía y la Abogacía del Estado, en el Tribunal
Supremo en lo de las Hipotecas, y si descendemos a los Juzgados de pueblo, ni
le cuento.
Tenga
usted la valentía de indultarlos. Si al fin alguien lo habrá de hacer, para qué
seguir con todos los penosos procesos judiciales. La magnanimidad es cualidad
de los grandes.
Con los
Jordis, Orioles, etc en sus casas, en Cataluña se rebajaría la tensión. “Se
cazan más moscas con miel que con hiel”. Y como “lo cortés no quita lo valiente”
usted y los constitucionalistas deben seguir vigilantes para frenar las
iniciativas separatistas: ni un duro para las embajadas y la televisión
catalanistas; suprimir la obligación de hablar catalán para ser funcionario;
que padres y alumnos puedan optar a que el castellano sea el idioma vehicular
en la enseñanza… Y si siguen reincidiendo, “ciento cincuenta y cinco” al canto.
Así estuvieron unos meses y “la sangre no llegó al río”. Lo del “Barsa” de
líder y la goleada al "Madrí"· los relaja mucho.
No tema
le acusen de venderse para aprobar los presupuestos. No se lo pida a los Rufián y compañía. Los negocie
usted, echando bien las cuentas, con C’s y PP. Les inste para arrimar el
hombro. Acuerden una nueva Ley Electoral en que valgan igual los votos de todos
los ciudadanos… Póngase de acuerdo en la altura de miras. Limpien la nación.
De
vuelta de todas las revoluciones, de todas las guerras, que nada más que dolor
trajeron a la humanidad, cuando todos coincidimos en la organización socio-económica donde la propiedad (no como un Dios, sino sometida a una función social), el trabajo y la iniciativa privada son el motor de la economía,. es la hora de la “revolución” de la ética, de la
honradez, de la generosidad, del triunfo del bien sobre el mal, de la verdad
sobre la mentira. Sean ustedes ejemplo del nuevo ciudadano, reflexivo, ecuánime,
generoso, tolerante, incluso austero, que esta humanidad necesita.
Puede
usted mirarse en quienes poseían esos valores humanos, en tiempos más difíciles:
Giner y Fernando de los Ríos y sus ideas en la Institución Libre de Enseñanza;
Besteiro, Indalecio Prieto…, las “Trece Rosas”, los viejos socialistas de traje
de pana, con remiendos, y callos en las manos, de nuestros pueblos y ciudades.
Suyo
afectísimo este antiguo, y a la antigua, maestro de escuela rural.
A. Modroño.
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