sábado, 17 de junio de 2017
DÍA TRISTE EN VILLALPANDO.
Ayer, casi a la misma hora, fallecían, en el hospital de Benavente Manolo Blanco Moreno, de 84 años, y al acabar su turno de trabajo matinal en la fábrica de quesos "Campos Tera", Fede Alcalá, de 28 años, hijo del tan querido en el pueblo Federico "Machaca" (Sé no les parece mal el apodo heredado del abuelo). Lo encontraron muerto, como herido por el rayo, de forma fulminante, en el vestíbulo. Un muchacho lleno de salud y de vida.
Su muerte ha conmocionado a todo el pueblo. Por la plaza se respiraba un ambiente de tristeza Ahora el tanatorio era una pura lágrima: su madre, sus hermanas, su novia...; con el padre me fundí en un lloroso abrazo. Intenté poner fe en el responso de don Tomás...
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Manolo, conocido por el apodo familiar de "el Suero", llevaba una temporada con achaques. Lo vi por última vez, hará como tres meses, en el "Clínico". En aquel momento le dieron el alta y se aprestaba a regresar a su casa, tan contento.
Aunque conversé bastante con él, era de esas personas con las que sientes no haberlo hecho más veces. Estaba lleno de la sabiduría campesina, no en balde se había criado en la casa del "Monte de las Pajas" y en "Los Campos", en donde, ya antes de llevarlo a la cárcel, hombre completamente inocente, en el 36, trabajaba su padre.
Al volver, tres años y medio después, justo cuando Manolo debía de empezar a ir a la escuela, se fue a vivir la familia a esa finca, donde el principal trabajo de su padre, era el cuidado de una viña muy grande que allí había. Igual trabajo desempeñó después en "los Campos", en total unos seis años, justo la época escolar de aquel niño. A los doce ya empezó de zagal con Lucianito.
Creo que a muy poca gente, fuera de la familia, contaba Manolo sus recuerdos más lejanos y dolorosos: de cuando se juntaban su madre y unas cuantas mujeres jóvenes esposas de presos en la cárcel provincial, y con sus niños, ellos llenando el carrico de varas tirado por la burra que les dejaba la señá Sabina, madre de dos muchachos asesinados, iban a Zamora a llevarles ropa limpia y algo de comida., a los maridos y padres.
Era hombre de inteligencia natural, tan aficionado a los toros que aprendió a leer en revistas taurinas. En su cabeza estaba "el Cossio", conocía, como nadie toda la historia del toreo, el nombre de diestros, "yerros", ganaderías...
Disfrutó de la enorme alegría de ver torear a su nieto Diego Luna Blanco, quien tan buenas maneras apuntaba y veremos si no todavía...
Se ha ido con la satisfacción del deber cumplido: una familia de esposa, dos hijas, cuatro nietos, en una vida de trabajo y honradez.
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