Fue Pilar Casado quien me dio ayer la noticia, a propósito de sus trabajos: "Se ha muerto Toribio". Y fue de esas que te dejan impactado, de esas que, aunque seamos mayores o precisamente por ello, a uno le producen un cierto desgarro.
Posiblemente fuera en el verano del "veinticuatro", o en el anterior, pasan tan de prisa, cuando, llegado a Villamayor con la bici, coincidimos en el Stromboli. Charlamos un buen rato.
Desde que le conocí siempre sentí admiración por Ángel Toribio. Charlamos por primera vez, cuando recién llegado de Villalpando don Santiago Serrano, convocó a los jóvenes de Villamayor para asistir a un encuentro con los de A.C. de aquí.
Fuimos tres o cuatro en bicicleta, Antonio el sastre, Eloyuco "Barril", puede que Evencio, y servidor, los propagandistas que dimos la conferencia: una incitación a vivir el Cristianismo de una forma auténtica. En el coloquio se distinguió un muchacho que sobresalía sobre los del resto, por su presencia, por su estilo, por su cultura...
Recuerdo expuso su trayectoria vital: huérfano desde muy niño, su padre, natural de Villabrágima, Guardia Civil, había muerto en acto de servicio. Su madre, de Villamayor, con una escasa pensión lo había criado, hasta que ingresó en el Colegio de Huérfanos de la Benemérita. De allí salió con el título de "Maestro Nacional", reciente cuando aquel encuentro.
Toribio poseía una capacidad intelectual que le hubiera permitido estudiar una carrera superior. Entonces la carrera, o el trote, de Magisterio era la de los pobres. No existía la selectividad. La situación económica era quien decidía. Los de aquella generación, en su mayoría, fuimos buenos maestros.
Después coincidimos en el fútbol. Él era el portero del equipo de Villamayor. En esto también de haberle visto algún "ojeador" hubiera podido llegar lejos. Era un muchacho, para todo, muy habilidoso.
Como maestro, con muy buenas notas, y oposición a la primera, destacaba en algo fundamental para un maestro de escuela: una perfecta caligrafía y una disposiciòn admirable para el dibujo y la pintura, algo por lo que le envidiaba.
Siendo zurdo, escribía con ambos manos, era ambidestro. Sujetaba el papel sobre la mesa y escribía con ambas manos. Con la derecha en el sentido normal, de izquierda a derecha, y con la izquierda, al revés. Ese texto quedaba para ser leído por el retrovisor, como el de las ambulancias.
Fuimos compañeros muchos años en el Colegio Comarcal de E.G.B de Villalpando. Él fue Director un tiempo.. Había seiscientos y pico alumnos. Éramos más de veinte docentes. Existían, como en casi todos los colectivos, rivalidades, enfrentamientos, que él, con prudencia fue sorteando. Era un hombre inteligente, apaciguador; pero como carecía de ansía de mando, y hasta creo un poco harto, abandonó la dirección.
Mi relación con él fue siempre cordial. Era muy de Villamayor, muy gracioso. ¡Cuánto tengo reído con sus anécdotas..!
Les dedico a Magdalena, a su hija e hijo, a su nieto, a su sobrino Javier, esta leve semblanza de su vida. Les repito las condolencias que les di en el Cementerio.