,metido
en un pozo. Mal remedio tiene el problema de la despoblación. Yo que pensaba
que con 151 inmigrantes censados en Villalpando, no habría descenso, en 2.023,
como cada año, viene La Opinión a aguarme la fiesta: otros TREINTA Y CUATRO
habitantes pierde nuestro padrón. Quedamos en 1.417.
No es
consuelo que la capital pierda 1.039 habitantes, y quede en 59.150, que
Benavente pierda 262, y quede en 17.261, y que Toro (a pesar del vino, bodegas,
Siro, la Azucarera) lo haga en 178, quedando con 7.956.
Pero, ¡oh
milagro!: Villamayor gana 8 habitantes. Suma 336; Prado gana 5 y queda en 53;
también gana 3 Quintanilla del Olmo, queda con 45, y Prado, seguro que Tasio
sigue allí empadronado, gana 5 habitantes, queda con 53.
En el
conjunto de la provincia sigue la enorme sangría, aunque el saldo migratorio
sea positivo (llegan más extranjeros que naturales salen), pero ese saldo no
compensa el déficit demográfico, muchas más defunciones que nacimientos: dos
aquí en el pasado año contra treinta o cuarenta fallecimientos.
En toda
España la natalidad es bajísima. Se está
compensando, en el conjunto del país, con la inmigración, pero en estas
provincias del interior no es suficiente. La sexualidad, el moderno dios, ha
dejado de tener como fin la procreación. Eso daría para otro estudio.
¿Qué
podríamos hacer en nuestra villa y comarca? Es muy difícil, pero algo se
debería intentar.
a).-
Medidas políticas: intentar todos los ayuntamientos de las cabeceras de comarca
llevar a las Cortes de CyL, un proyecto de ley obligando a los funcionarios que
en ellas trabajan, por lo menos, a censarse en las mismas. Igual a los
preceptores de las ayudas de la PAC.
b).- Una fiscalidad favorable a todos los
profesionales y empresas que vivan en el medio rural.
c).- Un
incremento del IBI, del doble al menos, a todas las viviendas permanentemente
desocupadas. Facilitar viviendas gratis o muy baratas, es un incentivo para
atraer inmigrantes.
d).- Un
programa para revitalizar la cabaña de ovino. Lo he explicado más atrás.
e).- Facilitar
terrenos gratis (el ayuntamiento tiene muchos) a empresarios deseen instalarse
en el municipio.
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Ayer un
vecino se quejaba de los altos impuestos y tasas que pagamos en la villa. Le
expliqué la situación, y que a la actual corporación, para salir del enorme
bache, no le queda otra. Me salió con lo de todos: -¿a qué la doble valla? ¿a
qué tanto toro?
Le
repliqué el ahorro que supone el nuevo sistema, realizado por empleados
municipales, de lectura de contadores del agua; el ahorro en electricidad que
supondrá la instalación de paneles solares en el edificio de las antiguas
escuelas; que lo de las vallas fue decisión tomada por la anterior corporación,
etc.
-Y lo de
seguir con la plaza cerrada, otra bobada que perjudica a los negocios de la
plaza.
-En eso
he de reconocer que tienes razón. A diario en estos días de invierno, más
desolación verla sin una rata. El que entren coches en nada perjudica al
pavimento, y es una incomodidad, sobre todo para quienes vienen de los pueblos.
Eran las bobadas de los anteriores, como si copiar las medidas peatonales, y
las franjas amarillas, de las ciudades nos fueran a sacar de la miseria
poblacional. Otra absurdez el cierre a los coches de la Puerta Villa.
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A mí,
por el bulto, la gente que veo en “El Arte”, la mayoría caras desconocidas, o
por la calle, en la tienda de Toño y el Panda, en la Farmacia, me parece que a
lo mejor vivimos más de los censados. Puede que los de los aldeas, venidos a la
villa, sigan empadronados en sus pueblos, donde el impuesto de vehículos es
menor, por ej.
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En
cuanto a los inmigrantes, complejo gran problema europeo, mundial: llevo años
posicionándome en favor de su llegada a estas tierras. Y aunque las
argentino-uruguayas a quienes tanto ayudé, con pasta, pasta y montones de
viajes, me salieran rana, rana; etc., continúo ayudando a familias de hondureños, siete nuevos niños en
el pueblo; la última, Danaé, de cinco años, de la nueva familia alojada en
Silera, 3, es lo más rico y cariñoso del mundo.
Vienen,
en general con malos hábitos de vida: los del Este, no todos, fumadores,
obesos, más amigos de las subvenciones que del trabajo; ellas se portan mucho
mejor. Hay no obstante unas cuantas familias trabajadoras que llevan años
completamente integradas en el pueblo.
Los
hispanos son manirrotos. Lo primero que aprenden es a consumir, en trapos,
sobre todo, si bien carecen de vicios (tabaco, alcohol).
Los más
trabajadores, y de conducta más ejemplar, salvo excepciones, son los
marroquíes. Ya hay familias propietarias de explotaciones de ovino. En éstos, en los saharauis y hondureños hay que pensar
como potenciales pastores.
En el peor de
los casos nos queda el consuelo de toda la población de temporada, de los de
segunda residencia, que llenan el pueblo con mucha frecuencia.
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