Dedicado a la hija de Isidoro, "el lucero".
Como a las doce y media salí a la plaza. Veo programa: FIESTAS DE SAN ANTONIO.- Cerecinos de Campos. Día 12, Sesión vermout, con orquesta. Por la tarde grandes partidos de pelota.
Lo de la sesión vermout me atrajo, aunque enseguida pensé: ¡si ya no me quedará ni una bailadora..! No obstante, Panda y a Cerecinos. Mi abuelo iba andando por la lomba, por los entremajuelos, y de paso cazaba perdices.
Llegar a ese pueblo, empezar a evocar y ponérseme un nudo en la garganta es todo uno. Vi dos coches a la puerta del Sr. Jesús Miranda. Tentado estuve a parar y entrar a saludar a Cuco, a lo mejor estaba José Manuel, alguna hija. ¡Para qué!, si no voy a poder contener las lágrimas: ya no está, desde hace tiempo el Sr. Jesús y Marciana, más recientemente ni Cesáreo, ni Susi, ni Catalina...
Cruzo la carretera vieja, entro por la calle del Sr. Isidoro Miranda. Un poco más adelante, a la izquierda, la casa del compañero de fatigas con su camión, (lo cargué cien veces de pacas) Faustino Núñez; fallecida su mujer, el niño, él, tan joven, hace no sé cuántos años; su hermana Mari, la de Angelito, hace poco José...
Estaban en Misa. entré en la iglesia, restaurada por mi primo don Primitivo, con emoción. Recogido y emocionado pasé toda la ceremonia. ¿Dónde están las generaciones de viejos que conocí de joven? Todos cuyos hitos vitales (bautizos. primeras comuniones, bodas, funerales, fiestas) pasaron durante siglos por esa iglesia. Los señores Cesáreo y Teodosio Torio; Nicomedes Miranda, el señor Hermelindo de Anta, Cristino de Anta, Martino el carretero, Ramiro Torío...
Los Modroños tenían aguardientería, y casa en la calle de Enmedio, que se conserva. Allí vivían tío Antonio, Lola y Serapio. Había trasiego a diario en el viejo Chevrolet, (una ruina) verde de cuarta mano, matrícula de León, o con los carros.. Allí, muy de niño, pasaba jornadas. Mi recuerdo es de un niño niño rubio muy buen amiguito, "Mimí", que vivía a la izquierda, en la calle sin salida de la torre. Jugábamos a hacer presas de tierra en los regueros del agua. Han remozado la casa. Miré. Las persianas caídas. Me dijeron que su hermano Antonio venía con frecuencia.
Allí di mi primera escuela: tres maestros, otras tantas maestras... En la iglesia recordaba todas las sagas de Mirandas, Toríos, Gangosos, Movillas, Antas, Casqueros, Cepedellos, Alcalás, Díez, Sobejanos, de Uña, Cabreros, más los normales Fernández, Rodríguez, Alonsos, Núñez... Clásica endogamia en un pueblo que se aproxímó a los dos mil habitantes hace cien años.
Cuántos que no están, de los últimos idos: Agapito Díez, tan guapo y educado, su mujer, hija e hijo jóvenes; Avelino el herrero, Emilio Deza, su hermano de la plaza; Tomás Cepedello y sus hermanas...; varios hijos de Isidoro Miranda...; Justiniano (vi a su hijo), Manolo Lorenzo...; el otro Manolo...
A la salida de la iglesia y luego en el salón de la "sesión vermout" donde había mesas con canapés, y una música de muchos decibelios que impedía la conversación. intercambiaba frases de afecto, un apretón de manos, una palmada: Marcelino, su hermana Irene (a quien le llenamos la iglesia de flores cuando se casó con Benja) con su madre, la viuda de Paquines ; también conversécon la de, desde hace 50 años viuda del hijo de Benito Gangoso, fallecido a los 40, con sus hijos; con la elegante señora, vestida de azul, Jacinta Cañibano, la hija del lucero, seguidora de este blog; Vi a Pipe Movilla, a Cristino Torio; saludé al hijo de Julines, que sigue con su aspecto de antiguo galán de cine, a su esposa, la panadera, aficionada a la lectura...
Charlé un ratico con Gregorio Álvarez, "el Chufas", y su mujer. Se acercó un nieto del Sr. Ángel, que vivía en la carretera. -¿Te acuerdas cuando le hiciste 18 tantos seguidos de saque al "Rubio" de Zamora? Este Ricardo Ferrero es una leyenda en la pelota zamorana. Dice Goyo que siguen manteniendo relación y buenísima amistad. Les pregunté por alguno de mis quintos; Liborio, por ej., hijo del Sr. Tomás y Presenta, vivían en la calle de Enmedio, en casona solariaga junto a la iglesia de arriba. Supe (¡cómo no me enteré!) que había fallecido la hermana monjica sesenta y tantos años en las vecinas clarisas. ¡Qué familia de majetones: Cristobal, que fue cura, Liborio, Julian, Miguel, creo, y la hermana pequeña. Vendieron todo y se fueron a Salamanca.
De las gentes de este pueblo sólo que queda hacer el elogio que su paisano el escultor universal Baltasar Lobo, hijo del carretero, hacía de ellos: -"Son gente laboriosa que trabaja sin descanso para conseguir unos saquicos de trigo, de centeno, de muelas, de cebada, de habas caballares...; muchos, entre todos, miles de cántaros de vino..; austeros labrantines y carromateros ocasionales", derivados a camioneros...
Estaba la iglesia llena y mantienen las tradiciones. Un instrumento musical, que no reconocí, imitaba a los ángeles tocando lo de: "Señor has venido a la orilla / sonriendo has dicho mi nombres / en la arena he dejado mi barca /...
En el salón se homenajeo a dos centenarios, Tomás Burgos (me sorprendió verlo. no sabía si vivía) quien conserva esa prestancia, esa elegancia de siempre, y a Teresa Rodríguez, viuda sin hijos que se vale, que vive sola. Una señora, que resultó ser la viuda temprana de Daniel Díez, me contó que le presta asistencia, una hora al día.
Buenas gentes de Cerecinos, que os quiero.
2 comentarios:
Muchas gracias Sr. Modroño es un honor para mí su dedicatoria inmerecida por mi parte, mi padre Isidoro Cañibano le hubiese gustado hablar con la persona que le vendió la casa familiar donde todos fuimos educados en el mayor de los respetos , le agradezco de corazón sus palabras y su amabilidad para con mi familia, el orgullo es mi sello de identidad y todo lo que pertenezca a mi pueblo ,cómo puede imaginar me pertenece por ósmosis y por el cariño que siento por todos ellos.GRACIAS le deseo lo mejor a vd. y a los suyos y mi afecto y reconocimiento.Justa Cañibano Palmero
¡Gracias a ti por tu mensaje!
A Cerecinos lo llevo en el alma. Siento haberme dejado muchos más nombres y recuerdos en el teclado.
¡Cómo me alegra ver en pie, arreglada, esa casa que fue de los aguardienteros.., en la que os criasteis y ahora disfrutas. En la calle, esquina a vuestra casa, está, tal cual la tapia y una ventana de madera de donde estuvo la alquitara, por donde echaban "las madres". Me paro y veo allí a mi padre, a mis tíos; a Serapio Veledo, un compañero de trabajo a quienes los Modroños recogieron adolescente cuando fusilaron a su padre.
Como sé eres aficionado a la lectura, por si no los has leído, te recomiendo leas dos relatos geográficante, sin citar el nombre, ubicados en Cerecinos. Se titulan: "El negrillo de la iglesia" (había uno a mano derecha de la puerta) y "La siega".
Dale recuerdos a tu hermana Tere.
Un abrazo.
Modroño.
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