Nunca he sido gregario. Me gusta analizar lo que nadie mira. Así me ocurre con el resultado de las elecciones andaluzas. No niego la enorme trascendencia del resultado. Qué va a tener repercusión a escala nacional, no cabe duda. Pedro Sánchez intentará aguantar en la Moncloa todo lo que pueda. Hoy ya están contemplando seguir repartiendo dinero a los pobres, lo que parece poco soluciona. No sé de dónde va a salir para tanto, ni sé cómo van a distinguir a quienes, según sus ingresos, subvencionarán o no con los 20 cts. en el litro de carburante. Podrían hacerlo según la cilindrada de cada vehículo. Es una buena idea. Estamos ante un cambio de ciclo, no cabe duda. Ya veo a Feijóo en la Moncloa.
El dato sobre quien nadie reflexiona es el de la abstención. Un CUARENTA Y DOS POR CIENTO que de nadie es; ni de "progresistas", ni de "conservadores" quedados en casa. Es, sencillamente, de esa enorme masa de ciudadanos disconformes con los políticos.
Hace ya muchos años que no escucho defender ni a PSOE ni a PP. Nadie, en las conversaciones, muestra sus preferencias políticas, sino que hay coincidencia en poner a escurrir a todos. Esa desafección se ha visto en Andalucía. Todos estamos de acuerdo en que existen demasiados cargos políticos y demasiados sueldazos.
Dicho lo cual, en el resultado observo un hecho sociológico trascendental: se acabó, o casi, lo de votar a piñón fijo, lo del voto clientelar. Se acabó el bastión"rojo" andaluz.
Otro dato, no sé si bueno, es que volvemos al bipartidismo. Los partidos emergentes, Podemos y Ciudadanos, surgidos ante la corrupción de los dos grandes, por culpa de sus dirigentes, Alberto Rivera y Pablo Iglesias, se han hundido. VOX, aunque no haya crecido como esperaban, sigue ahí. Han conseguido dos diputados más. Su idea centralista, intentar deshacer el Estado de los Autonomías, tan consolidado, es una quimera. Tiene, en cambio, mucha fuerza su idea de drástico recorte del gasto público eliminando cargos, sueldos y chiringuitos. El recorte de las subvenciones a los sindicatos en C y L,, por ej., está gustando.
Deben también mostrarse muy vigilantes con los restos de corrupción política que, todavía, por ahí, o por aquí, quedan sueltos.
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