Raro es el día que no paso por algunos de los postes donde las pegan: el del Paseo, "La Rampla", donde estuvo la laguna Redonda, frente a la Puerta de Villa. Siempre me fijo. Ya no sé si tocan o no las campanas, si acaso las de San Pedro, nunca las oigo.
Ahora, hace un momento, hube de ir a un recado. La vi en el poste de San Miguel: MARÍA ESPERANZA DE LA PUENTE BARIEGO. ¡Es posible! Si la he encontrado por la calle hace muy pocos días. ¡Qué congoja! Así, como estaba, de andar por casa, hecho un Adán, me fui enseguida al tanatorio a acompañar, aunque fuera un poco, a familia tan querida.
Hace cinco meses que se murió su madre; no mucho más,su cuñado José Mari; unos años, que se pasan muy deprisa, quedó como fulminado por un rayo su marido, Nides, a la altura de Amaldos, en su diario paseo por la carretera de Quintanilla...
Esperanza, tan buenica, de tan buen corazón; culta para la educación que pudo recibir, de ahí su afición a la lectura, de ahí algunas coincidencias en la Biblioteca, entre otras cuando presentamos el libro "La otra historia de la villa", allí estuvieron Nides y ella; intervinieron en el coloquio. Su hija Isabel, tan amiga de nuestra Belenica...
En mis última ávidas lecturas, fragmento biográfico de importante figura de la vida española y en entrevistas que de él he rebuscado, asegura, se muestra Cristiano (no Católico) convincente en la creencia de la trascendentalidad de la vida humana. A ese clavo ardiendo de la fe quiero agarrarme, sobre todo cuando dejan esta vida, y de forma tan inesperada, personas tan bondadosos como Esperanza.
Ocurre que, sobre todo algún sábado o domingo, no salgo de casa. Así me enteré, por la esquela del fallecimiento de AGAPITO HERRERO LÓPEZ, el día después de que lo habían enterrado. Aunque tenía 92 años nunca deja de causarme pena ver como van desapareciendo los villalpandinos con quienes hemos convivido toda la vida; a quienes recuerdas su actividad, su trabajo, sus padres, el Sr. Francisco "El Patas", su madre, Petra "la Petrona"; sus hermanos, Juan, Félix, Felisa: "buenas gentes que laboran, trabajan, sufren y penan, y un buen día, como tantos, descansan bajo la tierra".
Reciban su hijos mi sentido pésame.
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