¿NO
APRENDEREMOS LA LECCIÓN?
Les copio el fragmento de un
discurso de don Manuel Azaña, sobre la guerra civil
Los impulsos ciegos que han desencadenado sobre España tantos horrores, han sido el odio y el miedo. Odio
destilado, lentamente, durante años en el corazón de los desposeídos. Odio de
los soberbios, poco dispuestos a soportar la insolencia' de los humildes. Odio a las ideologías contrapuestas,
especie de odio teológico, con que
pretenden justificarse la intolerancia y el fanatismo.
Una parte del país odiaba a la otra y la temía. Miedo de ser devorado por
un enemigo en acecho: el alzamiento militar y la guerra han sido, oficialmente,
preventivos para cortarle el paso a una
revolución comunista. Las atrocidades suscitadas por la guerra en toda
España han sido el desquite monstruoso del odio y del pavor. La humillación de
haber tenido miedo y el ansia de no tenerlo más atizaban la furia.
¡Paz, piedad, perdón!
En aquella
sociedad española de principios del siglo pasado, y de siglos atrás, tan pobre
e injusta, había mucho qué arreglar y los españoles, incultos y atrasados, no
fueron capaces de hacerlo. La guerra civil fue el fruto del triunfo de lo peor
de los seres humanos: el egoísmo, madre de todos los defectos: intolerancia, fanatismo,
crueldad… Dos ideologías contrapuestas, con todos sus matices, pugnaban por
imponerse como solución de todos los problemas sociales.
Demos un
salto en la historia. Los fascismos, tanto el azul como el rojo, están
superados. Casi todos coincidimos en aceptar unos estados democráticos de economía
liberal social. Las revoluciones
marxistas y nacis han fracasado, aunque resistan islotes (Cuba, Venezuela…) y
el modelo híbrido de China.
Son otros
los problemas que afectan a la humanidad, nuevos problemas que necesitan
arreglo: la pandemia, la desigualdad de riqueza entre las distintas naciones
que origina las migraciones, el cambio climático, la energía…
Estos
problemas globales afectan a España, y ya empiezan a afectarnos a todos:
sequías o inundaciones, inflación, desabastecimiento (Mañana volveré a la
farmacia a por un medicamento que no les ha llegado en toda la semana anterior), desajustes económicos brutales de impredecibles consecuencias: la enorme subida
de la energía, de las materias primas, cereales entre ellas, mientras que no
suben los productos ganaderos, lo que puede llevar al cierre de granjas; la
subida de los combustibles que no pueden repercutir los transportistas en sus
tarifas…, la inflación citada que hace perder poder adquisitivo…
Ante estos retos que comienzan es necesario
volver a pensar como los hombres sabios y honestos que nos precedieron; don
Manuel Azaña es un ejemplo. No caigamos en el error de desoír las voces de la
razón.
Las voces de la razón nos llevan a
pregonar la necesidad de hombres y mujeres nuevos; una revolución ética, diría
yo. Los seres humanos de hoy día estamos informados y alfabetizados como nunca.
Debemos convencernos de la necesidad de poner en práctica las virtudes sobre
los defectos: actuar con criterios racionales, de justicia, de sentido común.
En el ámbito político: exigir a
quienes mandan, por lo menos, honradez. De ahí mi entrada anterior, crítica con
la (pondremos "presunta", por si acaso) politización de sectores (puede que minoritarios) de la justicia. Lo he escrito con cautelas y miedo,
mordiéndome la tecla, sin faltar a la verdad.
En el ámbito doméstico, familiar es
necesario empezar a cambiar hábitos, aunque supongan pequeñas molestias: evitar
los plásticos. Por ej.: servidor no consume agua mineral por ese derroche de envases.
Exigir que sea sana la del grifo, y beber de ella; no abusar de la calefacción, no desperdiciar alimentos...
Son necesarias medidas políticas
sobre la movilidad: evitar en todo lo posible los desplazamientos; ahorro
energético: con todo el problema de escasez energética los alumbrados navideños
son insulto al sentido común.
Hábitos alimenticios. Por ej.: si
bien menos carnes, en vacuno comprar las rojas, son de terneros de pasto, se ha
consumido en su producción mucha menor energía que los cebados a pienso; el
pollo y el pavo son los más eficientes en transformar los granos en carnes;
menos proteínas animales y más de los frutos secos,…
Volviendo a lo general: seres
humanos más austeros, no tan consumistas; solidarios, justos, razonadores,
éticos, en una palabra; aborrecedores de todos los horrores cometidos en las
guerras, en los atentados, por los humanos a lo largo de la historia, es lo que
necesita el planeta para salvarse.
4 comentarios:
Amigo Agapito.
No tenemos remedio. Después del año 1868, que terminó con la Monarquía de Isabel II tras la Revolución Gloriosa e instauró la primera República y que duró poco más de un año, el escritor coetáneo, Juan Valera, describió así, años después, la situación política que vivía el país: "La Corona estaba sin norte, el gobierno sin brújula, el Congreso sin prestigio, los partidos sin bandera, las fracciones sin cohesión, las individualidades sin fe, el tesoro ahogado, el crédito en el suelo, los impuestos en las nubes, el país en la inquietud..."
Este hombre nos relató lo que pasa hoy con siglo y medio de antelación. Volveremos a las andadas.
Un abrazo.
7
Amigo Ángel: La historia de España está llena de tantos errores y horrores..: uno garrafal, fue la vuelta del rey felón, Fernando VII y su absolutismo. De aquel convulso siglo XIX, y casi mitad del XX, nació la guerra civil, cuya historia se empeñan ahora en reescribir; a pesar de lo cual esta sociedad es, todavía, la del bienestar. Es labor de todos no estropearla. Ahora me pongo a criticar la noticia de ayer de "juzgar los crímenes del franquismo". ¡Qué cosa más absurda y fuera de contexto.
Un abrazo.
En sintonía.
Soy liberal pero sobre todo
#AntiComunista.
Si no hubiera sido por Franco ahora España no existiría.
Con el vil y miserable ZP y este Armario de Embustes y Depositario de
Mentiras
"Mi Querida España" como dijo Cecilia DEP. No existiría.
La Península Ibérica, sería un conjunto de #ZonasComunista.
Disculpa la intromisión.
Saludos Cordiales.
No tengo nada que disculpar, sino agradecer el enriquecimiento de este blog con vuestros comentarios.
La gran mentira que estos de la "progresía" llevan años intentando instalar en la opinión pública más joven y/o desinformada, es que los militares se alzaron contra una república democrática donde brillaban la prosperidad, el orden y la paz.
Tres elecciones general en cinco años; cincuenta y tantas crisis de gobierno, huelgas constantes, enfrentamientos entre bandas de izquierdas y de derechas. Lo reflejo en mi libro "La otra historia de la villa". El ambiente de pobreza, injusticia y crispación social era el común a toda España. Aquí también hubo un crimen, entre obreros, en 1934, y otro herido grave. Los "balillas" niños hijos de izquierdistas, le tiraban piedras a los "flechas", hijos de los de derechas, cuando iban a Misa.
No se debe atribuir a Franco el "mérito" del alzamiento. En principio el "Jefe" fue el Gral Mola; después Sanjurjo. Franco estuvo reticente hasta el último momento.
Los militares no pretendían derrocar a la república. En un primer momento decían actuar en nombre de ésta, para imponer un directorio militar, como había ocurrido de 1923 a 1929 con Primo de Rivera; incluso pensaban mantener a Azaña como Presidente de dicha república.
Se habla de la famosa "baraka" (suerte) de Franco. Sus dos superiores, Mola y Sanjurjo, murieron en accidentes aéreos. Y los "rojos" le hicieron el favor de fusilar a José Antonio, quien hubiera sido el lider de todas las derechas.
Armadas las masas anarquistas, comunistas, troskistas y socialistas, bien pronto, sobre todo cuando huyó a Valencia, el gobierno de la república perdió todo el control, todo el mando. El poder efectivo estaba en los Comités Revolucionarios en cuya cúspide estaban Largo Caballero, Indalecio Prieto (éste mucho más moderado), Dolores Ibarruri y Durruti, hasta que lo liquidaron. Al final Negrín y Vicente Rojo.
Son abundantes los testimonios de los intelectuales de la época, que habían contribuido al advenimiento de la república, aseguran una evidencia: de esa guerra, según los vencedores, saldría una dictadura de izquierdas o de derechas. Y se echaron a un lado: Ortega y Gasset, Marañón, Unamuno,...; si los anarquistas, la facción más numerosa, quienes no habían aceptado aquella república por tacharla de burguesa, ni concurrían a las elecciones, ni formaron parte de la coalición electoral Frente Popular en las elecciones de febrero del 36, sí ya de la guerra. En Aragón, territorio fiel a la "república", empezaron a poner en práctica su ideario revolucionario. Cuando Largo Caballero fue nombrado Presidente del Gobierno, les dijo: primero ganar la guerra, después la revolución.
La guerra civil española se debe contemplar dentro del auge de dos ideologías pujantes en Europa: comunismo y fascismo. Las potencias de ambos bandos hicieron de España el campo de prueba de su armamento (tanques y aviones). ¿Cómo hubieran reaccionado Hitler y Mosuline por un lado, Stalin por el otro, con una España comunista? ¿Nos hubiéramos librado de la II Guerra Mundial? ¡Sabe Dios! Pobre España. Quedó en el "treinta y nueve" como para más guerras.
Franco, nombrado generalísimo, se hizo con todo el protagonismo, pero no fue suyo el mérito o demérito del alzamiento, sino de la mayor parte del ejército, de la iglesia, de las clases medias y de don Juan March.
Vuelvo a repetir que a Franco le sobró crueldad en la posguerra. ¿Qué hubieran hecho los otros de haber vencido? Hubo tanta ferocidad, tantos odios en un bando como en el otro, que: ¡Sabe Dios!
Lecciòn: ¡Mueran los odios! ¡Viva la paz!
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