La primera, agradable, que al levantarme llovía. Siete rayas en el estrenado pluviómetro. Lo compré ayer, donde "Brillantina" (me gusta conservar los apodos que no son despectivos. Manolo Vega, abuelo del actual Ricardo, el Brillantina original, era muy amigo de mi padre). Esperemos que siga. Falta hace.
Aunque tarde, llegué al acto litúrgico en San Nicolás. Me emocionó ver cómo todavía quedan jóvenes, y no tanto, que portan en andas al Nazareno, en este caso para bajarlo del altar y llevarlo a su nuevo sitio en la parte de atrás de la iglesia. ¿Cuántas generaciones de "alpandinos" no han portado, alumbrado, rezado, llorado ante este Nazareno? Todos nuestros antepasados. Y así veo a Alonsos, Boyanos, Suenas, Infestas, Allendes, Riñones, Sampedros...; "Tobos", "Campaneros", "Barriales", Caramazanas.
Si hay dos o tres apellidos muy ligados al Nazareno, uno de ellos lo es, sin duda, éste, el Caramazana. El Sr. Teófilo, el cartero por antonomasia, el que traía las cartas de mis tíos en la guerra, fue de siempre un devoto excepcional. Aunque se enfadara con él por no sanar a su hija "Miki" ("ahora te vas a fastidiar que le llevo la vela al Santísimo"), pronto hicieron las paces. A su hija Braulia le concedió larga vida.
Y así, hoy VIERNES SANTO, me encuentro con la esquela: Braulia Caramazana Fernández, 101 años. Ahora, hace un rato, cuando le di el pésame a sus hijas, a Inmaculada, muy llorosa le di ánimos. Tu madre ha vivido muchos años y con calidad de vida, porque la habéis cuidado en vuestra casa, la mejor forma de demostrar el cariño.
No sé si Inmaculada conocería a su padre. Braulia y los abuelos tiraron por los tres niños: "Jose", el cartero; Azucena e Inmaculada. Recuerdo mucho a esta familia porque vivían en una casica vieja que había en la calle Real, a la izquierda; hoy es solar entre la panera del Sindicato y la casa de Conchita Boyano. Yo estaba, perdonen si me repito, iba y venía, a la casa de Cossio, la de la esquina a la derecha en las "Cuatro Calles", que fue de los Arapiles. Yo, al principio, casi niño, seguro que jugué alguna vez con esos pequeños nietos del Sr. Teófilo. Seguro que a Inmaculada esos recuerdos de su infancia son los que la hacían llorar.
En el entierro de Daniel compartí tristezas con sus hermanas, Agueda y Angelines, sus sobrinas. Con mi hermano, con los primos Alonso que vinieron de Valladolid: Jesús "China" y sus hijos Jesús y Fernando; Manolo el de tío Antonio; con los últimos primos García vivos...
-Otro primo menos, se me ocurrió decir. -Uno más en el cielo, me dijo Jesús.
Dios lo quiera.
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