Miren sus manos de trabajador. Y, aunque era muy de izquierdas, además de habitar una vivienda modesta, llevaba corbata |
FRANCISCO LARGO CABALLERO:
Como para el historiador Paul
Preston la biografía de este obrero es una de las nueve más importantes
recogidas en su libro “La Tercera España”, siguiendo con ese trabajo les resumo
la misma.
Nació en Madrid , octubre de 1869,
en humilde buhardilla del barrio de Chamberí, hijo de un carpintero llegado de
Toledo y de una criada natural de un pueblo de la provincia de Guadalajara.
Cuando el niño tiene dos años, la
madre, por malos tratos, se separa del padre y vuelve a su condición de
“trabajadora del hogar”, entonces por poco más de la comida. Madre e hijo
padecen necesidades.
Le ofrecen un mejor trabajo en un hotel de
Granada y allá se van. El niño, con cuatro años, es admitido en un colegio de
frailes, hasta los siete años, que es cuando le dicen que ya puede
trabajar.
Entra de
pinche recadero en un taller de cartones, en una cordelería, donde el burro le
dio una coz que le dejó cicatriz en una ceja para toda la vida,… A los nueve
años es admitido como aprendiz de estuquista. En esta profesión, especialidad
bien pagada, cuando había corte, (cuando no de albañil) trabajó treinta años de
su vida. Haciéndola compatible con sus importantes cargos políticos, de los que
no cobraba, hasta que fue Secretario General de la UGT, cuando esa actividad
absorbía todo su tiempo.
Comparando
su vida con la de los muchachos de su edad en la clase pudiente, bien pronto
tomó conciencia de clase oprimida. Escuchando el discurso de Pablo Iglesias un
Primero de Mayo, se hizo la luz en su conciencia. Eso es organizarse para
luchar contra esa injusticia.
Sin apenas
instrucción elemental, las lecturas de Marx y de Pablo Iglesias llegan a
constituir su bagaje intelectual. Nace en su conciencia la lucha para mejorar
la situación de la clase obrera.
Se afilia a
la UGT, un año después al PSOE. A la muerte del “abuelo” fundador en 1925,
llega, Junto con Besteiro e Indalecio Prieto a encabezar la dirección del
partido.
Éste, el
PSOE, ni en aquellos tiempos cuando la Revolución Bolchevique había triunfado
en Rusia optaba por la misma, si bien ello originó una fuerte confrontación
interna, que terminó con la escisión que dio lugar a la fundación del Partido
Comunista de España en 1921.
Largo
Caballero, muy influido por Besteiro y Prieto, continuó aceptando la idea
intervencionista. Esto es: llegar a los puestos de gobierno de forma pacífica,
para desde los mismos conseguir la redención de los obreros.
Por ese
motivo acepta el apoyo de UGT al Directorio Militar del Gral Primo de Rivera,
desde su instauración en septiembre de 1923, hasta 1926. La dictadura,
tambaleante, duraría otros tres años.
Entre tanto
el pensamiento de Largo Caballero va derivando desde el intervencionismo, aún
en una democracia burguesa, hasta el ideal revolucionario. Por eso impide que
alguien del PSOE acuda, tome parte en el Pacto de San Sebastian por la
República. Lo hace Indalecio Prieto a título personal.
Cuando vio
que el movimiento republicano tomaba fuerza, se subió al carro. Elegido
diputado de aquellas primeras cortes republicanas, en la listas de la
conjunción republicano-socialista, formó también parte del gobierno salido de
las mismas, como Ministro de Previsión y Trabajo. Desde cuyo puesto adoptó
todas las medidas que pudo en favor de los obreros. (No empleo el término
trabajadores porque en España existían millones de autónomos, pequeños
agricultores sobre todo, que también sudaban de sol a sol).
Aquella
primera legislatura republicana, llena, como las siguientes, de crisis de
gobierno, duró poco más de dos años, el llamado bienio progresista.
En 1933 otra
vez las urnas. Se desintegra la coalición republicano-socialista, pues, y no
nos cansamos de repetirlo, en esa conjunción había republicanos de derechas.
Éstas (existían múltiples partidos) se agrupan formando la CEDA. Votan por
primera vez las mujeres. Miles y miles de monjas salen de los conventos a votar.
Niceto Alcalá Zamora, Presidente de la República, encarga de formar g”obierno
al “centrista” oportunista Alejandro Lerroux, quien lo hace con el apoyo, y
tres ministros. de la CEDA de Gil Robles.
La deriva
revolucionaria de Largo Caballero, ante un gobierno de “derechas”, pasa al
ataque. Copio un breve fragmento de uno de sus discursos:
“La clase obrera debe adueñarse del Poder político, convencida de que la democracia es incompatible con el socialismo, y como el que tiene el poder no ha de entregarlo
voluntariamente, por eso hay que ir a la revolución”.
En el otoño de 1934 organiza la huelga
revolucionaria en toda España, si bien sólo prosperó en Asturias, donde los
obreros, mineros en su mayoría, bien armados previamente y con toda la dinamita
de las minas, asaltaron cuarteles de la guardia civil, tomaron los principales
núcleos de población, quemaron iglesias, mataron curas y derechistas, y
comenzaron a organizar a instaurar, la revolución.
Intervino el
ejército a las órdenes del Gral. Franco, aplastó la rebelión, y la represión
subsiguiente tampoco fue “manca”.
En febrero
del 36 otra vez elecciones. Las izquierdas unidas en el Frente Popular, las
ganan, aunque por poco. Largo Caballero es Ministro de la Guerra de ese
gobierno presidido por Azaña.
El
alzamiento, la guerra, Largo Caballero es esfuerza en unificar todas las
milicias “republicanas”, rojas más bien, (socialistas revolucionarios,
comunistas, anarquistas) organizar, imponer disciplina en las múltiples
partidas y banderas.
En octubre,
ante el avance de los sublevados, dimite José Giral y Azaña, ya como Presidente
de la República, nombra a Largo Caballero, Primer Ministro (Presidente del
Gobierno).
Omito todo
el transcurso de la guerra por ser sabido. Huye con su familia a Francia en
febrero de 1939. Allí le fueron alojando en distintos departamentos, llevando
una vida relativamente digna, hasta que los alemanes se apoderaron de Francia.
Lo llevaron a un Campo de Concentración alemán. Allí pasó año y pico viendo,
padeciendo horrores, hasta que lo liberaron Fuerzas Aliadas.
Volvió a
Francia, donde recibió agasajos y honores. Donde no cejó en su empeño por la
causa obrera. A su entierro asistieron 500.000 franceses.
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