Les recuerdo es el magnífico de Paul Preston, titulado "Las tres Españas de la guerra civil", en el que biografía a personalidades de cada una de ellas: la de derechas, centro e izquierdas.
Puede sea labor pérdida el intentar que la gente que anda por el Facebook al que me asomo de vez en cuando (las entradas que llegan a mi correo), animar a que lea libros. El bajo nivel cultural de bastantes internautas, es evidente. Se nota hasta en la ortografía, a pesar de los correctores digitales. No obstante tengo la certeza de que personas de mediana cultura, la vayan aumentando con todos los actuales medios de culturización. A esa labor deseo contribuir desde esta bitácora, aparte de informar y entretener con las cosas del pueblo..
La culturización social ayuda a conseguir unas sociedades mejores. Ayuda a disminuir la radicalización políticia. Bien es cierto que para esto sería suficiente con sentido común , objetividad e imparcialidad.
Pongo un ejemplo: ayer el Presidente del Gobierno, con toda la información que le proporcionan las autoridades sanitarias, somete en las Cortes su decisión de prorrogar el confinamiento. Pero, ¿es que medida tan necesaria, vital puede depender del partidismo político? ¿No deberían haberla aprobado todos por unanimidad? ¡Pues, no señor!: los extremistas de un lado y del otro, sesenta y tantos votos en total, votaron en contra.
Critico las posturas sectarias. Por ej.: todos los insultos que está recibiendo el Presidente del Gobierno, como si él tuviera la culpa de la pandemia. Igualmente critiqué cuando todos los del otro bando se echaron encima del PP cuando lo del Prestigie y lo de Escalibur (el perro de la enfermera con ébola).
La enseñanza de este libro de Paul Preston es sacarnos del tópico de las dos Españas: "españolito que vienes al mundo / te guarde Dios / una de las dos Españas / ha de elarte el corazón", o el unamuniano: "los hunos y los hotros". Y no aprendemos. Menos mal que aunque ahora porfíen en Facebopok, superados los fascismos de izquierdas y derechas no volveremos a "los puños y las pistolas".
Sí, en cambio siguen siendo necesarias personalidades como Besteiro, Azaña, Salvador de Madariaga,..,
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Quien haya leído hasta aquí se preguntará: ¿Y en Villalpando, del bicho qué? Pues que sólo queda ingresada la persona a quien cogió primero, si bien, según me informan, fuera de peligro. Tampoco tengo noticia de nuevos positivos, aunque los infectados y familiares sigan guardando cuarentena.
Y, además tres señoras andan repartiendo por las casas mascarillas gratis, confeccionadas por otras señoras. Tienen buena pinta. Son lavables y desinfectables. Antes de salir le fumigas un poco con alcohol, o si no tienes, como es mi caso, utilizo "Heno de Pravia", que tiene 70 º de alcohol. Otras veces una disolución de lejía con agua.
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Y llegamos al último personaje del libro:
DOLORES IBARRURI GÓMEZ, PASIONARIA DE ACERO.
Cuando en 1977, con ochenta y un años, llegó a España, yo entonces, ya adulto me decía: ¿Será posible? ¡La Pasionaria! Todavía está ahí. Y es que en nuestra infancia y juventud, La Pasionaria era un mito, algo inaccesible, lejano. Les oía hablar de ella a quienes estuvieron en la guerra. Uno que fue teniente en el bando "republicano", presumía, me contaba, que la había visto en el frente arengando a los soldados, aunque el "No pasarán" y el "Más vale morir de pie que vivir de rodillas", fueron frases copiadas de otras guerras. Mi padre, cuando conseguía oírla hablar por radio Pirenaica, me lo contaba con mucho misterio.
Para sus admiradores, sobre todo los comunistas Dolores fue una heroína, tanto la inspiradora y alentadora de la guerra civil española, como una madre universal.
Hija de un minero hospiciano y carlista, nació en Gallarta (Vizcaya) el 9 de diciembre de 1895. Su madre era de un pueblo de Soria, y le dio una educación católica. Así fue devota hasta los 17 años, cuando, después de haber ido a la escuela del pueblo hasta los 15 años, se preparó, por su cuenta, para cursar la carrera de Maestra. Ahí surgió el conflicto: sus padres no tenían dinero para mandarla a estudiar, y hubo de ponerse a trabajar en trabajos serviles.
Frustradas sus ilusiones se puso a leer otros libros de la biblioteca de la Casa del Pueblo. Además de esas lecturas el ambiente que se respìraba en todos esos pueblos de la zona minera de las minas de hierro de Somorrostro era reivindicación obrera, socialista.
Siendo duras las condiciones de trabajo de los mineros del hierro, su salario, 4 pts., por las doce horas, era superior al de los segadores castellanos, 2'50 pts. en más horas. Eso influyó a que a las minas llegaran muchos inmigrantes. Incluso a temporada de octubre a abril, cuando no había trabajo en la agricultura. Las condiciones de vida de estos "forasteros", hacinados en barracones, era miserable.
Dolores pasó de la devoción católica a la socialista, al poco comunista. El triunfo de la Revolución Bolchevique en 1917 fue para ella una ilusión, un talismán, el ejemplo a seguir.
Se casó a los 20 años, moza lozana, con un minero, Julián Ruiz. Bien pronto se dio cuenta que ella no había nacido para esposa sumisa, procreadora, cuidadora de la casa de los niños y el marido machista. Aún así aguantó catorce años el matrimonio, en el que parió seis hijos, si bien tres trillizas, y otra posteriormente, que murieron muy pequeñas. Le quedó la primera hija, de donde tiene descendientes vivos y un hijo, Rubén Ruiz Ibarruri quien, con 22 años era Teniente del Ejercito Ruso en la II guerra mundial y murió en el cerco de Stalingrado.
Su actividad política comenzó escribiendo artículos en la prensa. El primero que le encargaron fue en Semana Santa, de ahí que firmara con el seudónimo de "Pasionaria", apelativo que ha pasado a la historia.
Metida de lleno en la actividad política en el PCE, y miembro del Comité Nacional, se trasladó a Madrid. Sus mítines, sus intervenciones como Diputada en las Cortes, fueron elocuentes, fogosos, multitudinarios. Sus frases, sus consignas revolucionarias, enardecían a las masas. A cuenta de ésto pasó por la cárcel en más de una ocasión.
Vestida siempre de negro, con ese porte distinguido de morena clásica, su actividad fue frenética durante la guerra civil. Libre de prejuicios mantuvo relación amorosa, si bien discreta, con Francisco Antón, un comunista de 24 años, catorce menos que ella, al que nombró Comisario Político y le libró del frente.
No se puede asegurar esté exenta de las atrocidades que se cometieron en las checas, de la San Bernardo ella fue directora.
Durante la guerra civil, aunque seguía, en teoría, Azaña como Presidente de la República, todas las decisiones, todo el poder estaba en manos de comunistas, anarquistas y ala revolucionario del PSOE: José Díez, Dolores Ibarruri, Largo caballero, Valentín González, "El Campesino", Enrique Lister, Juan Guilloto,"Modesto"...
Existe un montón de documentación de la época que nos demuestra que todos estos no combatían en favor de la república democrática, sino para la instauración en España de la Dictadura del Proletariado, del Comunismo de Stalín, con quien mantenían estrecha relación y de quien recibieron mucha ayuda.
Vivió en Moscú durante el exilio, fiel a la ortodoxía comunista, aunque con los años fue perdiendo la ilusión y adquiriendo cierto desengaño. Pasó casi cuarenta años anhelando volver a España, maniobrando para derrocar a Franco, pero hubo de esperar a la muerte, en la cama, de éste para hacerlo.
Además ya no se encontró con unas masas proletarias que la encumbraran. Carrillo se había dado cuenta, muchos años antes de eso. El cambio socio económico del franquismo había conseguido hacer desaparecer a la "famélica legión". En las primeras elecciones, las de 1977 el PCE consiguió apenas 20 escaños, si bien Dolores, Carrillo y Alberti, obtuvieron acta de diputado. El verlos sentados y saludándose afablemente con Fraga, Suárez, Martín Villa, etc., fue la imagen de la reconciliación que no es justo vengan ahora cuatro resentidos, no sé de qué, a quererla estropear.
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