Villalpando, (Zamora) a las diez treinta horas del 14 de octubre de 2.019
Excmo. señor don Pedro Sánchez, Presidente del Gobierno de España..
M A D R I D.
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Estimado señor:
Ya sé es
difícil que desde este retirado rincón, en la “Tierra de Campos” zamorana, nada
sospechosa de nacionalismos, le llegue mi misiva. Perdone
mi pretenciosidad. Si me atrevo es acogiéndome a ese refrán: “Del viejo, el
consejo”; pero, aunque la fecha de mi nacimiento vaya quedando bastante atrás,
lo que me da experiencia (no es cosa de largarle mi curriculo) mis preocupaciones sociales y cívicas, no
sé si por desgracia, se mantienen, a pesar de los desengaños, intactas.
Difícil este momento, pero no se arredre,
amigo. Los ha habido mucho peores en nuestra reciente historia. Veo el mayor
problema en que para nuestros dirigentes políticos primen, por encima del
interés general, el partidista. En que se aproveche la coyuntura para, en lugar
de arrimar el hombro, tirarse a las gorjas del adversario.
Desciendo
de las ramas y me voy al grano, el que más supura: el problema catalán.
Grandes
estadistas han sido quienes en momentos difíciles han tomado decisiones
audaces. Creo audaz es mi propuesta nada más conocer la sentencia: los
políticos catalanes condenados deben ser indultadoso amnistiados, porque las leyes y la justicia deberían ser hijas de
la razón y del sentido común; ese sentimiento íntimo ve injusto que Oriol
Junqueras, a quien considero un buen hombre, pase otros once años en la cárcel.
Cierto
que se equivocaron en la declaración de independencia, si bien no olvidemos que
ellos actuaron de acuerdo con el sentir de casi la mitad de los catalanes, y la
cárcel de sus líderes disgusta, crispa, es semilla de más independentismo.
Ya sé
que en estos momentos prima la confrontación electoral, y que el problema
catalán es causa de la polarización visceral de “hunos” y “hotros”, pero somos
muchos los de la “unamuniana tercera España”, los tolerantes, ecuánimes,
moderados, quienes a lo mejor comprenderíamos de usted, que junto a la firmeza
en defender nuestra Constitución, en aplicar el “155” si fuere necesario, en
aras de la concordia, insinuara ya
al menos, la medida de clemencia, también constitucional, como primer paso para
el diálogo y entendimiento entre los españoles. Pienso que aplicando la
adecuada pedagogía sus votantes, y muchos más en el catalanismo, lo
entenderíamos.
Sea
usted un hombre de paz, tenga la valentía de prometer la amnistía (si sale
elegido) , incluso
aunque ello le supusiera, que no, pérdida de votos. Contactos discretos con Oriol Junqueras, para ir apagando hogueras. Enfriar la situación- ¿Usted se imagina el
triunfo de las tres derechas y la mano dura contra los catalanes, y ello en el escenario de la recesión que se avecina? Miedo me da. Poco tardaríamos en
llamarle a usted como pacificador.
Por
supuesto que ese favor no debe ser gratuito, sino un bello gesto, una baza en
la negociación por la paz, antes de que Cataluña se “batasunice”.
Con
mucho gusto le salud “este que lo es”, suyo afectísimo.
Agapito
Modroño Alonso.
NOTA: Pido a quienes estén de acuerdo en buscar la paz en lugar de la guerra, difundan esta carta. Si hubiera alguien que la hiciera llegar a algún periódico de Cataluña, mi primo Gil, por ej., a La Vanguardia, se lo agradecería.
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