José Rupidera y Miguel "el pregonero".
Vino al funeral de Primi. Le trajo, desde Salamanca, Fernando el de Aniano. El único de los tres supervivientes del Atlético Villalpando, el mítico portero, héroe de nuestra infancia. Había que echarle valor para tirarse al suelo sobre aquel chinacal de "campo de fútbol".
Después de besar a Almudena y a las hermanas de Primi, después que lo dejaran libre, vino a sentarse a mi lado. ¡Cuántos recuerdos! ¡Cuántas vivencias en común! Hijo de catalán y de villalpandina, tenía mucho interés en afianzar el recuerdo de su familia en el pueblo.
Antes de empezar con la genealogía, vamos a dedicarle un recuerdo a su padre, Rupidera. Ese era su apellido y el nombre por el que todos le conocíamos. Creo recordar que se llamaba José, pero no estoy seguro.
Rupidera, "Rupi". Fue uno de los personajes, más populares, simpáticos y queridos en el pueblo. Alguacil del Ayuntamiento era el encargado de tocar "la Queda" y, con su voz cavernosa, chapurreado de catalán y castellano, meter miedo a los niños.
"La Queda", ahora campana gregaria, encerrada junto a la del "Trueno", y la otra grande sosota, en el cajón, sólo abierto por un lado, de la nueva torre de San Nicolás, era la campana señera. Colocada en el arco elevado sobre el tejado de dicha torre, sobresalía en altura y en la majestuosidad de su sonido, sobre las treinta y tantas campanas que hubo en Villalpando. Todavía escuché y toqué, además de las de San Nicolás, las de San Miguel, San Pedro y Santiago. Por el sonido de las de cada torre, cuando doblaban a muerto sabíamos de que barrio era el difunto/a.. Ninguna pared se oponía a derramar sus bronces por el pando. Existía incluso la leyenda de que en las noches serenas se la podía oír desde el Raso.
"La Queda" era una campana laico-religiosa. Una larga cuerda pendía desde su badajo, pasando por una polea de madera, para salvar el tejado, y descendía hasta el callejón adyacente a la torre por el noroeste. Una puerta bien trancada daba acceso al mismo.
No sé durante cuántos años, muchos "Rupidera toca la Queda", le cantábamos los muchachos. Dos eran los toques ordinarios. Al mediodía, las doce cuando la hora solar coincidía con la oficial, y a la una, cuando se adelantó ésta, tañían nueve campanadas que invitaban al rezo del "Angelus", como siguen haciendo en la COPE. En los domingos, los hombres que paseaban por la plaza, se paraban, descubrían, miraban en el Ayuntamiento a la virgen de la hornacina, y, los más religiosos, rezaban las tres Avemarías.
El otro toque ritual y diario era a las diez de la noche, desde el Cristo de Villanueva a la víspera de Santa Cruz, y a las once viceversa. Era el límite horario en que las mozas podrían andar por ahí, normalmente en el baile, los domingos, o en la calle con el novio. los diarios: "A recoger galanes, toca la queda, si hay alguno en tu casa, échalo fuera". Ese toque de queda nocturno era de cien campanas, más una para el alcalde, otro para su mujer, y otro ya no me acuerdo pa quien.
En algunos veranos se impuso el toque de queda a las seis de la mañana, para que nadie saliera a respigar antes de esa hora, y a las doce, para que todas las respigadoras "echaran el hato". Los guardas del campo se encargaban de vigilar ese cumplimiento. Si la Queda tocaba mucho, seguido y rápido, fuera de sus horas rituales, a todos estremecía, nos ponía en movimiento: algo grave ocurría. Fuego normalmente. Alguna chimenea. Calderos, cadenas humanas desde los pozos más cercanos....
Mucho más alegre y festivo era el toque de la Queda, por la novena de San Roque, de la Purísima, y cuando iban a soltar las vacas. La orden de abrir el toril la daba, con su tambor, Rupidera desde el balcón del Ayuntamiento, en medio de una gran algarabía.
José Rupidera conoció en París a Anita Núñez Alonso, no sé cómo se entenderían, pues él era catalano hablante, (en estos tiempos hubiera podido llegar a ser Presidente de la Generalidad) nacida el año 1901 en este pueblo de la provincia de Zamora. Se casaron en "San Denís" el año 1923. Según me contó José Luis, antes de nacer él, ya en Villalpando, tuvieron tres niñas, que "no subieron al gallinero". (Si alguien tiene interés puedo explicar el significado de este dicho). Después pelucharon, además del portero, Conchi,Vinicio, Blanquita y Ricardo, de quien se dice que andaba jugando por la calle, a lo mejor con dos o tres años, como mucho, y cuando le entraba el hambre iba a que su madre le diera la teta.
Una de las destrezas, como buen catalán, de Rupi padre eran sus conocimientos micológicos, algo muy importante en aquellos tiempos en que las mujericas rebuscaban todo lo comestible que criara el campo: espárragos, cardillos, aternillos, ababanjas; cogido pa los conejos, tobas para los tejados; bogiñas y cagajones secos del prado para la lumbre..., pero nadie cogía una seta, se les tenía mucho miedo, desde que se envenenó una viejica de la calle Olleros. Sólo entendían de "rovellóns", que se criaban en los pinos de Quesada, de champiñones y de setas de cardo, Rupi y mi tío Macario "El Vego", que había vivido casi toda su vida en Cataluña. Y a nadie enseñaban su secreto.
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Indagando en los parentescos, de hasta cuatro generaciones anteriores a la nuestra, me he encontrado con agradables sorpresas. Me gusta bucear en el pasado reciente para conocer aquellas sociedades; saber cómo vivían nuestros abuelos, y cómo fueron evolucionando las familias, según las circunstancias y las peculiaridades de sus miembros.
Un dato muy claro es el de la endogamia en villas, y mayor en aldeas. Me preguntaba José Luis por nuestro parentesco. Pues bien, allá voy con la genealogía de los apellidos, Núñez, Alonso y Boyano.
Último tercio del siglo XIX, de la familia de Francisco Núñez y Lucia Morales, tres hijos: Zósimo, Gracia y Aurelio Núñez Morales, se casan con otros tres de hijos de Matias Alonso y Concepción Redondo: Juliana, Eulogio y Petra Alonso Redondo. Éstos, además, tuvieron, al menos otro hermano, Eustaquio Alonso Redondo, Nuestro abuelo. Enviudó en el primer parto de su joven esposa, del que peluchó la niña: mi tía Vicenta, casada después con "Barril": Al poco, en 1901 o 1902, casó con Ana, una muchacha maragata escapada de novela de Concha Espina de unos veinte floridos años, traída por unos tíos sin hijos, dueños de uno de los tres mesones de la carretera. Entre enero de 1903, en que nació tío Manolo, y 1920 en que nació tío Pablo, tuvieron además a Josefa, Juliana, Matías, Ascensión (nuestra madre), Teófilo, Antonio y Coral.
Describimos las familias del triple primer enlace: Zósimo y Juliana, tienen, al menos los siguientes hijos: el Sr. Aurelio Núñez Alonso, casado con Eloisa Baena, padre Rosario, madre de Franquito, de Vitaliano y Antonio Núñez Baena; el Sr. Manolo Núñez Alonso, casado con Consuelo Gil; padres del Zósimo muerto en la guerra, de Virginia, Pilar, Milagros y Consuelito; hermanas de Aurelio y Manolo con también: Concepción, Cruz y Sagrario Núñez Alonso.
Este es el triple segundo enlace: Las tres hermanas anteriores, muy guapas, se casan por los años veinte, con los hermanos Boyano Paniagua: "Tinajo", el "Fraile" y "Tolete", respectivamente, llamados idem: Florentino, Bernardo y Teófilo Boyano Paniagua, quienes, además tenían otros tres hermanos, Eloy, padre de los "Barriles", Romana, que vivió en Burgos y sor Celina, monja clarisa, de joven a vieja en este convento. A este propósito contaré otro día una dramática y bella historia. Los padres de los ses anteriores y, seguro que alguno más, se llamaban Crisantos Boyano González y Marceliana Paniagua Núñez.
La comida de la boda de "Tinajo" y Conce, fue en la sala grande del mesón de mi abuelo Eustaquio, situado donde ahora está la casa de mi hermano Pablo. El plato fuerte de esa boda fueron perdices, que habían cazado los días anteriores. "Los Tinajos" fueron Pepe, muerto en la mili de peritonitis, Teresa, casada con Ignacio, el del "Juzgao"; Nana, madre de Gasparín, y Angelines, tan guapa como amiga.
Bernardo y Cruz, son los padres de Maruja, Celina y Antonio.
De "Tolete" y Sagrario, nacieron Dionisio, casado, cuando enviudó con su prima doble Angelines; Florentino, y otras hermanas a quienes no conocí. Estas dos familias emigraron bien pronto, antes de la guerra, a los Saltos del Esla, ya como electricistas.
Volvamos el segundo matrimonio de los Alonsos -Núñez y viceversa: el de Eulogio Alonso Redondo y Gracia Núñez Morales. Tuvieron, que yo sepa, seis hijos: Heliodoro, emigró a Francia, abuelo de "Lulú", Luis y Ramón, quienes montaron el primer taller mecánico que hubo en el pueblo, en el mesón de La Maragata. Esquina entre carretera de Madrid y camino de Canillas; Valeriano, Anselmo, muerto tuberculoso de joven, en cama de nogal, colgada durante muchos años en la panera, y Sara Alonso Núñez, casada con Cobera, padres de Lola, Ángel, Carmela, Sarita (mi esposa) quien restauró esa preciosidad de cama del tío a quien no conoció, y Rosi.
Y ya estamos con el tercer matrimonio, el de Aurelio Núñez Morales y Petra Alonso Redondo. Eran los más jóvenes, Entre finales del XIX y principios del XX, trajeron al mundo a buena prole: la hija mayor fue Virginia Núñez Alonso, casada con el albañil Mariano Méndez "Correpegas". De éste, muerto joven, oí contar, en mi infancia, las mayores proezas como pelotari y corredor. Tuvieron dos hijos: Victorio, quinto del 36, chófer desde acabada la guerra hasta su jubilación de los Presidentes de la Diputación de Madrid; Era encantador; y Perfentina, casada con Pavero. Después nació Aurelio Núñez Alonso, "Bastian", casado con Francisca Espinaco; padres de Clara, Aurelio, "Mellao"; Evencio, Azucena y Maca.
Seguimos con los hijos de Aurelio y Petra. Ya sé que esto sólo interesará a los descendientes de estas familias, pero como son tantos, alguien lo leerá. Creo que la tercera fuera Ángela Núñez Alonso, casada con Pachico, madre de la actual Angelita la "Pachica", en la calle Silera. Después vendría Lucia Núñez Alonso, casada con Victorio Bariego, "Pelesín". Debieron vender los dos cachicos de tierra que tuvieran en el pueblo, se fueron a Zamora y compraron una posada, en la explanada frente a la plaza de toros, refugio y paradero de todos los villalpandinos feriantes y no. Allí estuvimos hospedados tres días de competiciones deportivas. De esta numerosa familia el hijo más conocido fue el menor: Ángel Bariego Núñez.
Por fin llegamos a Anita Núñez Alonso, la esposa de Rupidera, madre de los dichos José Luis, Concha, Vinicio, Blanquita y Ricardo, a quienes ya hemos descrito. Otro hijo nos queda de esa familia Ramón Núñez Alonso, a quien no conocimos. Posiblemente emigrara a Valencia antes de la guerra. Era quien suministraba a Aurelio, el Mellao de brochas, jabón, hojas de afeitar; mecheros, piedras, mecha; navajas y otros etcéteras no confesables.
Relatadas todas las parentelas, resulta que José Luis Rupidera Núñez y yo somos primos segundos, sencillos; que es primo segundo doble de mi esposa Sara Riaño Alonso, ésta y yo también somos primos segundos, por el apellido Alonso. Nos enteramos al preparar los papeles para la boda.
La caterva de primos dobles, primeros y segundo de todos estos enlaces es incontable. Como caso curioso es que tío Antonio Alonso, "Charlot", era primo carnal deñ señor Manolo, padre de su esposa Pilar. El mismo caso se daba entre tío Teófilo Alonso y Ángela "Pachica", madre de su esposa Eugenia.
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En la descendencia de todos estos Núñez y Alonsos, se refleja algo de lo que estoy convencido: que los rasgos de la personalidad de cada quien, tanto en lo físico como en cuanto a virtudes y defectos; tendencia al bien y al mal, capacidades físicas e intelectuales, es algo que se transmite con los genes. Todos y todas los de esas familias eran bondadosos, inteligentes y buenas personas. Tengo pruebas de ello: por ej., cuando Manolo Núñez, velando el cadáver de su hijo Zósimo, muerto en el frente, evitó una, como represalia, matanza en el pueblo; su hermano Aurelio, mi abuelo Eustaquio, sus hijos, Bastián, sus hermanas, mi suegra, Conce , Ángela , Lucia , todos/as eran bonachones. Después, en algunos cruces, se fue fastidiando la cosa.
Nos remontamos a nuestros bisabuelos o tatarabuelos, Francisco Núñez y Matías Alonso. Eran labradores medianos, pero fíjense con tanta descendencia...: las tierras se iban repartiendo y a los de tercera generación poco o nada les quedaba, pero como eran inteligentes se fueron buscando la vida, sin caer en la jornalería, sin descender de la humilde clase media. Nuestro abuelo Eustaquio además de labranza de par de mulas, tenía la posada, "Parador Eustaquio".
Eran emprendedores. Cuando Manolo, el hijo mayor, padre de Anita, tuvo edad, compró el primer coche de línea que hubo en el pueblo, y puso la línea Zamora-Villalpando; su hermano Eulogio, "Cabrito", compró con los Mantecas la iglesia del Templo, para teatro y cinematógrafo; plantó una viña grande, con almendros alrededor, perales, cuadra en el centro y palomar que, por heredarla su hija, mi suegra Sara, fue conocida como el majuelo de Cobera. Ahora los almendros los hemos corrido a la lindera con la carretera de Quintanilla.
Antes que "Cabrito", Teófilo Boyano, "Tolete": en la panera de Calderón, colgaba una sábana como pantalla y con la linterna de los hermanos Lumiere, daba cine mudo. Ya a los Saltos del Esla marchó con nociones de electricidad: sus hijos Dionisio y Florentino fueron dos técnicos electricistas autodidactas excepcionales. Cuando nadie sabía de electricidad, en la posguerra, Dionisio montaba en Madrid grupos electrógenos con motores reciclados, para dar luz a cines y hoteles cuando las restricciones eléctricas.
Florentino siguió en, entonces Iberduero, hasta su jubilación. Él fue llevando a esa empresa a todos los muchachos valiosos que iban saliendo en la familia: Antonio el del Fraile, que era muy guapo, con su madre y hermanas; José Luis Rupidera; Dionisio "Barril",...
Además, casi todos los descendientes, sobre todo los de los Boyanos y Núñez, muy guapos/as.
Como muestra la foto que cuelgo a continuación.
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