raigadas las creencias,
sabroso el pan, reparador el sueño,
fácil el bien y pura la conciencia.
¡Qué deseos al alma
tenía de ser buena
y como se llenaba de ternura
cuando Dios le decía que lo era!"
Largo y reparador mi sueño, llego a la cocina, levanto la persiana. Los tejados escarchados, el sol apunta tras el edificio "Peralta", el cielo raso.
Tranquilo desayuno mientras escucho la radio. Pedaleo cuarenta minutos en la estática, que no se pincha con los abrojos, también con RNE en la oreja. Aún sudoroso escaneo, me pongo a escribir.
Lo dejo para ir a la compra, no hay leche en casa, y a la nave a ver cargar un trailer de pacas de forraje a mi hijo Álvaro.
Como recordar es volver a vivir, espero divertirme y divertirles, comentando la foto.
(Continúo) Me reclamaron los pistacheros para ir de tractorista tres horas. No se molesten en denunciarme por trabajar estando jubilado. No cobro. Que miren a ver si no es remunerado el trabajo de jubilatas o pre que llevan a diario labranzas, ganaderías y yerros..
LA FOTO: Está
hecha en el corral de casa, delante de la puerta de la "fábrica" del
aguardiente. Sería el año 1950. La preciosa chica es Charo Modroño, hija de un
primo de mi padre que se llamaba Eugenio Modroño González, quien por aquel
entonces, regaló una túnica a Jesús Nazareno.
Por aquellos años era propietario de una droguería en la calle
Independencia, esquina a Uría, en Oviedo.
Asturias en la posguerra, gracias al carbón, era una
región rica, comparativamente. Esta familia de Eugenio y Oliva, su esposa,
marchaban muy bien. Charo era la mayor. la seguían Menchu, igual de
guapa, Genín y otra tardia, más pequeña, que ya no vino por aquí, creo recordar
le llamaban "Mabelín".
De todos los Modroños aguardienteros, el único que quedó en
Villalpando, fue mi abuelo Goyo. Cartón lo cita, amable y oportunamente en su
magnífica novela.
Siendo yo niño, a esta casa de los Modroños venían, cada
poco parientes de Asturias, de Madrid, de Zamora. Mi tía Ascensión Paniagua,
hermana del Celedonio de la foto del Sagrado Corazón, que había sido la mujer
de Manuel Modroño, incluso muerta mi abuela, (mi abuelo mucho antes) cuñada
suya, pasaba los inviernos en nuestra casa, atendida por mi tía Petra, que era
una santa, incluso estando yo ya casado.
Charo, Menchu y Geñín, por separado, pasaban largas
temporadas en esta casa. También su madre, Oliva. Como eran tan pudientes, Cruz
"Sinforiano", agradecía sus estancias. Les hacía de encargo
"tocinillos de cielo" y "borrachos". Degusté aquellas
delicias de niño, cuando el azúcar era un lujo.
LA YEGÜA. Pues ya lo ven. No
era una percherona. Carecía de "pedigrí", pero era más lista que el
hambre. Se la había comprado mi tío David, para hacer de burra (llevarle todo febrero
y marzo a podar majuelos, engancharla a la noria, ir a por cargas de alfalfa, de uvas....)
a dos hermanos solterones de Cotanes que no sé si se llamaban Pedro y Pablo. Sí
que a uno de ellos, por ser quinto de mi suegro, rubio y parecido a él, le
llamaban el Cobera de Cotanes. Me parece que se apellidaban Domínguez.
Uno de éstos, ya muy mayor, abandonó la soltería
contrayendo nupcias por la iglesia y como Dios manda, con una mujer mucho más
joven. Aún poseía virilidad para engendras niño y niña. Ésta es la actual mujer
de Juanito Mazariegos, madre de los "Mois", tan trabajadores como
buenos amigos.
A la yegüica, dada su listeza, le pusimos por nombre
"La Cuca". Los de Cotanes le dijeron a mi tío que era una santa y que
se llamaba Canela.
¿Canela?, en rama: abría todas las puertas donde
hubiera comida, incluso aunque estuvieran cerradas con llave de esas gordas de
antes. Con los dientes conseguía girarla.
En la noria, aunque le
tapábamos los ojos, yo creo que nos olía. Cuando nos alejábamos un poco, se
paraba.
Al día siguiente de comprarla
la llevó mi tío a la poda en los majuelos de "Los Amorosos", ya
saben, junto a los Pinos de Quesada. Finca de "las acenorias"
después, del litigio, y de los pimientos ahora. Clavó una estaca, añadió un
cacho soga al ramal, pa que pudiera pastar en lo perdido. Cuando se quiso dar
cuenta la Cuca trotaba camino de Cotanes. Poseía una especial habilidad para
quitarse la cabezada. Le tocó ir a buscarla donde "los Pablos".
La única forma de que no se escapara era
sujetándola a la estaca con una cadena bien ajustada a la muñeca de cualquier
mano.
Como esto se está alargando, y
lo de la Cuca promete, mañana, s.D.q., será la próxima entrega.
3 comentarios:
Muchas gracias!
Me he emocionado leyendo. Yo soy hijo de Menchu, sobrino de Charo y nieto de Eugenio y Oliva. Ya no están entre nosotros.
Continúan viviendo en Oviedo Genín y Mabelín.
Un abrazo.
Tu mensaje era uno de los atrasados en el buzón que no había abierto. Me alegra disfrutes con estos recuerdos. Ya sé que Menchu, tan guapa, se nos fue pronto.
En Oviedo vive nuestra hija mayor. Se llama Gracia Modroño.
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