DE
NOMBRES, APODOS Y DIMINUTIVOS.
Antiguamente,
cuando nacían tantos niños, se les ponía el nombre de los abuelos, de algún tío
muerto o de otro familiar. Así se sucedían
de generación en generación. Ocurría en todas las familias: mi bisabuelo
paterno aguardientero, quien se asentó en Villalpando, desde Castronuño, se
llamaba Agapito Modroño. Su esposa, la bisabuela, Agapita Maestre. ¡Tela!: si
ya Agapito es feo, el femenino… Pues a
una nieta, se lo puso su padre Teófilo. Mi abuelo Goyo le puso Gil Agapito, al
segundo de sus hijos varones. Murió en la guerra. Yo nací a los cuatro años,
primer nieto. Estaba cantao que no me libraría del nombrecito. Otro primo tuvo
más suerte. A él le tocó el Gil.
También era muy frecuente bautizar con el
nombre del santo del día del nacimiento.
La iglesia no bautizaba si el nombre escogido no figuraba en el santoral. Todos
los nombres utilizados eran conocidos y nacionales, si bien, en algunos
pueblos, había padres “graciosos” que buscaban para sus hijos nombres raros,
feos. Así he conocido a Sisebutos, Sisenandos, Temístocles, Gonzalas, Canutos,
Afiloquía, Adégana…
Llegaron los años del despertar
de las ideas de izquierdas, anticlericales. Los padres, como signo de
contestación, de rebeldía, buscaban nombres que iban con sus ideas:
Fraternidad, Armonía, Libertad, Arístides, Viterba, Mercurio…
La guerra civil influyó también
notablemente en la nomenclatura. El nombre más repetido fue el del carismático líder
falangista, “José Antonio”. Incluso algún padre cargó a su hijo con la cruz de
ponerle “Franco”, si bien precedido de su nombre. Onésimo se debe también al líder
agrarista, tan seguido en toda Castilla. A otro niño le compraron sus padres
una gorra roja, así fue “Requeté” toda su vida.
Y claro: el nombre de todos los
muertos en el uno y el otro bando, tuvo su réplica en sobrinos. Así, aquí,
tenemos mi caso ya dicho. Félix, el alcalde, Serapio San Pedro, Maximiano de la
Puente, Modesto Cepeda, Laureano López; Pedro y Santiago “Castañonicos”,
Toribio Àlvarez,… y más que no recuerdo.
(Continuará)
5 comentarios:
PERMITEME EST PEQUEÑA APORTACIÓN
Un buen tema el de los apodos, aunque algunos que yo conozco al llamarle por su apodo se avergüence de tenerlo.
Ahora ya apenas se ponen apodos en los pueblos. La gente se conforma con los que ya existen. ¿Será que ya no hay tanto ingenio? ¿Será que el apellido va anulando al apodo tradicional?
Que sepan todos los que tienen apodo, que cuando en un mismo pueblo se, daban muchos “Isidros” u otros nombres, con verbi gracia, el problema se solucionaba con una designación a todos y a cada uno, perfectamente diferenciándoles, se resolvía con "un mote".
Saludo cordiales.
¡Gracias por tu aportación!
Seguiré esta tarde o mañana. Ahora me marcho de viaje. Me falta mucho. Voy a evitar los apodos ofensivos, tan frecuentes, dada la mala leche de mucha gente del pueblo.
No es el caso vuestro. Lo de "Carrisio" viene de "Carrisía", tu madre, diminutivo de Dionisia, que es su nombre. El de tu padre se ha perdido.
Un abrazo.
Me gusta todos tus comentarios y articulos pero me quisiera que se recordara la participación de los emigrates Españoles que nos encontramos aquí en francia, que de una manera u otra queremos recormados nuestra patria
Atentamnete
Mercedes RIAÑO GONZALEZ
Me gustan todos tus comentarios y artículos pero quisiera que se recordara la participación de los emigrantes Españoles que nos encontramos aquí en Francia, que de una manera u otra queremos y recordados nuestra patria querida
Atentamente
Mercedes RIAÑO GONZALEZ
Me gustan todos tus comentarios y artículos pero quisiera que se recordara la participación de los emigrantes Españoles que nos encontramos aquí en Francia, que de una manera u otra queremos y recordados nuestra patria querida
Atentamente
Mercedes RIAÑO GONZALEZ
Publicar un comentario