LES CUENTO CÓMO PASÓ.- Cap.
III
Adolfo
Suárez comienza a recorrer la senda marcada por Torcuato Fernández Miranda,
ideólogo, hombre de gran capacidad jurídica, cabeza visible de todo el numeroso
grupo de gentes de centro y derecha democrática que estaban por la reforma –“de la ley hacia la ley por la ley”.
Su primer
paso, el de Torcuato, de acuerdo con Suárez, y todos los demás, redactar el “Proyecto de Ley para la Reforma Política”.
Aprovechaba el resquicio legal que le propiciaban las Leyes Fundamentales del Movimiento.
Tal
“Proyecto” había de ser refrendado por las Cortes franquistas y falangistas, de
las que el mismo Torcuato era Presidente. Lo aprueban por inmensa mayoría. Es
cuando lo del famoso “harakiri” Cito de memoria. Debió andar por el 80 % de los
votos a favor.
El
15 de diciembre de aquel año 76 se somete a referéndum. Estuve en una Mesa. Votamos el 78 % de los españoles. El
“SÍ” anduvo en más del 90 % de los votantes.
Ello
demuestra como la inmensa mayoría deseábamos el cambio, la TRANSICIÓN desde un régimen autoritario a la democracia plena,
aunque existieran ciertos miedos y resistencias.
Lo
deseábamos, pero de una forma pacífica.
No sería justo si silenciara los disturbios en
las principales capitales españolas, durante el gobierno de Arias. Muy graves
los de Vitoria, donde las todavía fuerzas represoras se “emplearon a fondo”
sobre todo cuando el desalojo de aquella iglesia con gases lacrimógenos, y a la
salida con fuego real. Me parece que cinco fueron los muertos.
¿Que
aquellas manifestaciones y disturbios, siempre motivadas en principio por
motivos laborales, influyeron para que el rey, siempre aconsejado, acelerara
la destitución de Arias…? No lo sé. Lo
evidente es que la transición nace dentro del régimen y en los aledaños de
centro y diestra democrática.
¿Cuál
era la postura de las gentes de izquierdas?
Los
pocos significados, los que habían “resistido” a la dictadura, los de
verdadero “pedigrí”, estaban por la
ruptura total, por la implantación de una república “democrática”, que
excluyera todo lo que hubiera tenido que ver con el franquismo. Así, unos
pocos, lo manifestaban. Para otros,
aunque lo callaran, ese era su sueño
oculto, lo que deseaban para cuando muriera Franco: la revancha.
Contra estos en un extremo y los inmovilistas del otro, estábamos, con Suárez, Torcuato, los generales Diéz Alegría y Gutiérrez Mellado; Carrillo, el nuevo PSOE, aunque remoloneando unidos a la reforma, Areilza, Fraga (quien no admitía la legalidad del PCE),, la inmensa mayoría de los españoles.
Contra estos en un extremo y los inmovilistas del otro, estábamos, con Suárez, Torcuato, los generales Diéz Alegría y Gutiérrez Mellado; Carrillo, el nuevo PSOE, aunque remoloneando unidos a la reforma, Areilza, Fraga (quien no admitía la legalidad del PCE),, la inmensa mayoría de los españoles.
Los
líderes, Carrillo, González, Nicolás Redondo…, fueron pragmáticos. Se dieron
cuenta del gran colchón de clases medias
que el desarrollo había formado en España, que no estaban por la
revolución ni la barricada. Se sumaron, apoyaron el modelo de Transición de
Torcuato, de Suárez.
Adolfo
navega por un proceloso mar: al terrorismo de extrema izquierda, ETA, GRAPO,
que, con la impunidad de Valery Giscard, asesinaba cada semana, y tenían
acojonada a la población vasca, que no fuera aberzale, se sumaba, el de extrema
derecha, más alborotador que dañino, salvo la masacre de los Abogados
laboralistas de la calle de Atocha.
Esa
sí, la manifestación de repudio por esos crímenes, fue la mayor manifestación masiva de protesta que en España se había conocido hasta
entonces, a la que acudieron gentes de toda ideología que no fuera Fuerza
Nueva. Y mira si habría gente con justa rabia,con ganas de armarla, pero ni un
incidente. El mismo servicio de orden del PCE se encargó de apagar los brotes.
A
Suárez nada le arredra. Forma, de prisa y corriendo, en mayo de 1977, un
partido de aluvión, UCD, en el que
convergen democristianos, Fernando Álvarez de Miranda,Iñigo Cavero, Landelino
Lavilla, Otero Novas…, antiguos falangistas, como él mismo, Rodolfo Martín
Villa, Torcuato…, social demócratas, Fernández Ordoñez…; liberales, los
Garrigues, Abril Martorell…,
amalgamados todos por lo que dicen sus siglas: UNION DE CENTRO DEMOCRÁTICO.
Previamente,
el famoso Sábado Santo, 9 de abril del 77, legaliza al PCE, Partido Comunista
de España, la bicha del régimen, lo que levantó sarpullidos en el ejército y en
las gentes más de derechas. Luego se vio que no “era tan fiero el león como lo
pintaban”.
Convoca
elecciones para el 15 de junio de 1977,
a las que concurren, libremente, un montón de siglas previamente legalizadas.
En las dos semanas anteriores una cálida borrasca metereológica, centrada sobre
la península, nos mandaba benéficas lluvias. El tiempo se sumaba a la lluvia de
mítines, de carteles, de octavillas, de magafonia…, de esperanza, de ilusión en
la democracia, por pueblos y ciudades.
Volvían
del exilio, o de dentro, viejos y míticos líderes de la II República: Dolores
Ibarruri, Alberti, Gil Robles, Rodolfo Llopis, el propio Carrillo… Casi todas
las noches había en el pueblo la fiesta de algún mitin en el cine o en el
Colegio Comarcal.
Recuerdo
muy especialmente el mitin en el cine del Partido Comunista. ¡Qué emocionante estremecimiento!:
banderas rojas, hoces y martillos… Y lo mejor: la presencia de quienes
ejercieron sus ideas en la clandestinidad, de los viejos izquierdistas: Emilia,
Frater Blanco y familia, Garibalde…, Melecio Serapio... Abrazos, lágrimas con los
viejos camaradas de Zamora: Manuel Ballesteros, Amable García…
Aún
nos falta de contar, de lo sabido, lo intuido y lo que ahora se va descubriendo
que realza más la categoría humana de
Adolfo Suárez.
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