CUÉNTAME CÓMO PASÓ. Cap- II.
En
aquellos meses del gobierno de Carlos Arias existió mucha soterrada
efervescencia política (como esto es un resumen, omito detalles, quien desee más
información puede ir a Wikipedia). Dentro del régimen cobraba cada vez más
fuerza el sector reformador. También los
poderes fácticos; empresariado, banca, iglesia en su mayoría, deseaban el cambio. En contra del mismo quedó un reducido grupo,
los empezados a llamar nostálgicos, aferrados a la doctrina del “movimiento
nacional”. Sus cabezas más visibles fueron Blas Piñar, José Antonio Girón y
Raimundo Fernández Cuesta.
El
pueblo expectante, aunque pasivo, preocupado por su vida cotidiana, por la
inflación, que disparaba los precios de la gasolina, originada por la guerra
del “yonquipur” entre Israel y los Países Árabes, quienes como medida de
fuerza, aprovecharon para elevar considerablemente el precio del petróleo.
Sí cabe
reseñar los sucesos de Vitoria, originados más que por conflicto político por
motivos laborales, cuando Fraga dijo aquello de que “la calle es mía”.
El hombre influyente,
el que diseñó todo el proceso, al que podemos llamar el padre de la transición,
hombre de gran talento, fue Torcuato Fernández Miranda,
perteneciente al grupo “Tácito”.
Estaba
dibujada la nave. Se había de buscar quién la pilotara. Lo primero sustituir al
viejo patrón Arias Navarro.
El Rey había
de nombrar un nuevo Presidente del Gobierno. Ello se hizo siguiendo el
protocolo de las leyes franquistas. El Consejo del Reino, presidido por
Fernández Miranda, propuso una terna de tres personas al Rey, quien se
decantaría por una de ellas.
Los propuestos
fueron: Federico Silva Múñoz, Gregorio López Bravo y Adolfo Suárez
González. Los dos primeros habían sido
Ministros con Franco, y el tercero lo era en ese momento, Ministro Secretario
General del Movimiento, con Arias. Si bien todos compartían su afán reformista.
Silva Muñoz
había nacido el año 1923 en Benavente. Poseía dos carreras universitarias con
notas de sobresaliente. Era tan honesto como inteligente. Ocupó la cartera de
Obras Públicas hasta el año 1970 cuando dimitió en desacuerdo con las condenas
de muerte a varios etarras. Por entonces era alcalde de Benavente un joven
Julián Cachón, gran amigo de Federico, y mucho mío desde hace ya unos cuantos
años.
También había
sido Ministro, de industria creo, Gregorio López Bravo, brillante también y muy
conocido.
Pues bien: el
rey se decantó por el menos conocido, más joven, y de más pobre currículo, pero
sin duda quien mejor podría hacer el encargo.
Adolfo Suárez. Era hijo de un Procurador que mal allegaba recursos para la familia. Líder de
la pandilla, regular estudiante, se hizo mozo guapo, de trato afable,
encantador sobre todo con las señoras. Terminada la carrera de derecho en
Salamanca, lejos del “Qum Laude”, lo vemos en Ávila buscándose la vida.
Consigue en empleo burocrático de poco sueldo en la Beneficencia de su ciudad.
Es por
entonces, año 1955, cuando llega a la ciudad de Santa Teresa, como Gobernador
Civil, Fernando Herrero Tejedor, padre del actual periodista Luis Herrero,
quien estuvo en la COPE. Adolfo, quien se movía en los círculos de Acción
Católica, quien empezaba a ser conocido, se hizo amigo del joven matrimonio.
Pasó a ser cómo de la familia. “Los que le llamábamos Adolfo” titula su
biografía, que devoré en su momento, Luis Herrero.
Y así,
protegido por Fernando se fue introduciendo en el organigrama del “Movimiento”.
En el curso
1958-59 ingresa en el Colegio Mayor Francisco Franco, desde donde se doctora en
Derecho por la Universidad Complutense, al tiempo que desempeña un cargo en la
Secretaría General del Movimiento.
Resumo:
Gobernador de Segovia, época en la que coincide con el Príncipe por la sierra
segoviana y simpatizan; Gobernador de Ávila, Director durante unos años de
RTVE; llega a Ministro Secretario General del Movimiento, como hemos dicho.
Recuerdo aquel
4 o 5 de julio de 1977. Recién había cosechado un montoncico de cebada que
tenía sobre una lona en el corral. Mi padre me ayudaba a envasarlo en sacos.
Llegó mi suegro y comentamos la noticia. “El Rey ha nombrado Presidente del
Gobierno Adolfo Suárez”. Los tres sabíamos de sobra quién era. Tanto Cobera,
viejo falangista honesto, como mi padre de, en sus años mozos, ideología
contraria, recibimos la noticia con alegría y esperanza. Mi padre dijo: -este rey busca la concordia. No quiere que
le pase como a su abuelo.
Fueron meses
frenéticos. Se pusieron en marcha todas las medidas programadas por Torcuato
Fernández Miranda para ir pasando desde las leyes del franquismo hacia las de
la democracia. Y aquí es donde el chico de Ávila da la talla. Pacta con
Carrillo el modelo de transición, que sería de reforma, no de ruptura:
monarquía constitucional; bandera roja y gualda, libertades totales de
asociación, expresión, sindicales…, amnistía por todas las actividades
políticas anteriores, mantener en sus puestos, si bien refundidos, a toda la
burocracia del franquismo, que era más bien escasa…; y al ejercito, ni tocarlo.
¿Por qué con
el PCE obviando al PSOE? Porque los comunistas y su sindicato hermano CCOO eran
los únicos que tenían organización, capacidad de lucha, se habían fajado en la
clandestinidad, habían dado la cara contra la dictadura.
Los chicos del
PSOE, “el grupo de la tortilla”, González, Guerra, Yañez…, eran unos
burguesitos que sólo cu8ando murió Franco comenzaron a asomarse, que, incluso habían
militado en el Frente de Juventudes y vestido camisa azul, como es el caso de
Felipe González. Sabido es el dicho de “cien años de honradez y cuarenta de
vacaciones”.
Insisto en
algo que se olvida: fueron los aperturistas del régimen, la generación que no
había combatido en la guerra civil, quienes, de acuerdo con el rey, decidieron
el regreso a la democracia. Y ello con la aquiescencia de la inmensa mayoría de
españoles, el llamado franquismo sociológico. Veíamos que en una Europa
democrática, en la que, incluso los comunistas europeos habían renunciado a la “dictadura del proletariado”, seguir con un
régimen autoritario, aunque fuera suavizado, era un anacronismo.
5 comentarios:
Si, Agapito, lo expones muy bien; fueron los "validos" del siglo XX, los que le marcaron al nuevo rey las pautas más convenientes a seguir, lease: Torcuato y Sabino, este último le fue quitando el apego que tenia por Armada, con el que el rey, segun Anasagasti, habia tenido hasta siete reuniones antes del golpe del 23 F.
Monseñor Tarancon en su predica de "entronización" del nuevo rey el que marco las pautas a seguir..
Saludos.
Ramón. del .
sALUDOS.
rAMÓN.
¡Gracias Ramón!
Espera que falta el capítulo final. He de reseñar unos cuantos graves acontecimientos y el mérito de Adolfo Suáres para meter en cintura a los militares díscolos y al bunker, legalizar el PCE y neutralizar a las fuerzas rupturistas de izquierdas. O sea: sujetar a los extremistas de uno y el otro lado.
Esto es lo primero que escribo en dos días. El martes me manqué y la cosa ha ido a más, porque el miércoles seguí llenando la caldera, etc. El colmo fue ayer en Benavente. Había ido el jueves a la fisioterapeuta, algo mejoré, y volví el viernes. Me destrozó. Salí desecho. Mal pude vestirme y llegar a la tienda de David. Me llevaron a urgencias al Hospital, apoyado en él y Ángela, la comercial de Biomaser. Dos horas en el hospital: espera, radiografías. Me inyectaron un antinflamatorio que me mitigó el rabioso dolor. Los huesos bien. Distensión muscular (manquera en los riñones, que decíamos antes. Ibuprofeno y reposo. La cosa parece que va pasando.
Una anécdota: cuando me llevaban por el pasillo en silla de ruedas, retorcido, nos espetamos con Cecilio y una señora.
Impresionado ante ese encuentro tan inesperado, preguntó, con cara de susto: -¿Qué pasa?.
-Nada, un tirón, dijo David.
-Qué no sea nada.
Le di la mano, me la estrechó con fuerza, y le dijo a David:
-Oye, tienes que ir por allí que quiero meter calor en una pequeña instalación deportiva.
Ves tú. A veces pienso eso de que Dios escribe derecho con renglones torcidos.
Un abrazo.
Agapito, te deseo una pronta recuperación. Un abrazo.
¡Muchas gracias!
La cosa parece que va pasando. Ayer Fui con Sara al Cementerio a limpiar la tumba de Belén. Luego, para mitigar la tristeza, busqué al amigo Maximiano en el bar de su hija, el Avenida. Todavía me dio tiempo a subir el puente de Tapioles en la bici.
Y puedo escribir. Ganas tengo se me pase pues tengo tareas pendientes.
Muchas gracias.
Ramón: Cierto lo del apego del Rey por Armada, y cierto lo de las reuniones. No sólo con él, sino con toda la cúpula golpista del ejercito.
Lee la entrevista de ayer en "El Mundo" a Pilar Urbano. Lo que cuenta es cierto. De ello yo ya tenía alguna noticia, y ésta no habla a humo de pajas.
Me pongo a terminar el último capítulo.
Recuerdos a Mari.
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