martes, 28 de marzo de 2023

RECORDANDO A ÁFRICA ALEJOS ESPINACO.

     Acaban de poner la esquela. Venía de sembrar las primeras "casas" de melonar y Santi la colgaba en el poste de donde "Foro". No pude evitar la exclamación de tristeza:: -¡Vaya hombre"! África la pequeña de la señá Severa, menuda y ancianita, nos vendía los dos caramelitos y el cuernecillo de pipas en que gastábamos los dos reales de la propina.

    Esa tienda, abierta hasta no hace tanto, en la Plaza de las Angustias, durante muchos años, fue de las más peculiares del pueblo: estanco, confitería y, como decíamos entonces, chucherías. Tienda muy frecuentada. Por ser estanco también vendía sellos de correos, muy utilizados entonces, cuando se escribían tantas cartas.

    Cuando yo era niño, aquella unidad familiar la componían, la señá Severa, ya viuda, África y Arsenio, casado, por aquel entonces, con Maruja. Éste era el artesano pastelero. El obrador estaba en la segunda planta de la casa. Encima de la ventana, incrustada en la pared, había, que la han conservado, una pequeña viga de hierro, de la que pendía una polea, con la que subían los manojos para el horno pastelero.

   Aquella, como casi todas, también fue familia numerosa: Quica, casada con un hombre de Quintanilla del Monte, Pilar, casada con Ignacio Cepeda, "Capucha", peluquería y tienda un poco más adelante, en la calle Zarandona; Buxia, de la que sólo recuerdo, puede que unos años después, oír hablar de su tragedia; los hombres fueron Ángel, conocido como "Peterete", a quien me unió una gran amistad, y el citado Arsenio.

     El pasado domingo, conversando en la plaza con Enrique F. Cabeza de Vaca, Josefina Allende y las hijas de ambos, hablando de los pozos y regadíos de antiguamente, les recordé que el último pocero que hubo en Villalpando, fue Sócrates Enrique. Era el marido de África, que está en la residencia, les dije.

    ¡Menuda dinastía la de los Enrique Fernández! los del Sr. Demetrio, el de la "Contribución", íntimo de mis abuelos. A ver si soy capaz de recordar a todos: los varones: don Blas; de muy niño me invitaron al "Canto de Misa", que se celebraba como una boda. Los parientes de San Agustín, pueblo natal del Sr. Demetrio, cantaba: "El señor cura no baila,.." Todavía vivía esa familia en la calle Amargura, después don Carlos, el médico; comprada y restaurada vive ahora la familia de Ángel Holguín; Timoteo, padre de todos los Enrique Martínez: Pablo, solterón; el citado Sócrates, Felix, misionero en hispano-américa, predicó, joven, la Semana Santa del año 1968 o 69 que, recién casado, viví con inmensa devoción; este Felix, era un hombre de honda espiritualidad; dice Angelita, la de Peque, que junto al padre Leóncio deberían figurar también los otros dos misioneros villalpandinos, santos, entregaron su vida joven a los más pobres de hispano-américa: Felix Enrique y Paco Castrillo.

    Sigamos con la saga de la "Contribución": Tomás, casado con Isabelita "Pillolla", tuvo taxí; por último Demetrín a quien acompañaba de alumbrador, con su linterna, cazando pájaros nuevos en las acacias de las escuelas.

  Las hijas del Sr. Demetrio y la señora Carmen fueron: Isidora, era yo muy niño cuando falleció; una monja, cuyo nombre no recuerdo, aunque un día llevé a la hermana de aquí a verla en un convento junto a San Benito, en Valladolid; y Carmina, la que queda, en este convento de Clarisas tan querido de aquí al lado.

   Mi consuelo es que los Enrique y los Alejos son apellidos que siguen muy vivos en Villalpando. Hoy aprovecharé para saludar a los dos hijos de África y Sócrates. Les diré que vi a su madre muy contenta cuando regresó a vivir a su pueblo, y que, sobre todo la sobrina de Suena, la visitaba a diario. 

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