lunes, 25 de abril de 2022

SAN MARCOS.

       Las dos Quintanillas, los entrañables pueblos más próximos y unidos a Villalpando, en mis tiempos, no eran ni del Monte, ni del Olmo, sino de San Marcos y San Babilés, 25 de abril y 24 de enero, respectivamente. Junto a Villamayor, ocupan la misma llanura del "pando". Se divisan así que nos asomamos al "Corpus". En las mañanas de verano, cuando la chicharrera produce como una especie de transparente vapor, se ven más próximos.

      Cuando de niño regaba con la noria, junto al "Ahogaborricos" me llegaban, cabalgando sobre terrones, sembrados o rastrojos, los bronces "sambabilesinos", o los de Santa María del pueblo de las chicas guapas, (Milagritos ,"la Choma", las Panchonas, las hijas del que fue alcalde, la mujer de Lolo...) Villamayor.

      El languido eco, traspasado  "El valle", resonó lejano una mañana entera hasta los "Urnías", en que yo alumbraba majuelos. Se había muerto don Basilio. Típico, campechano, bonachón, jugador de cartas, cura de aldea quien, plantado en medio de la carretera, evitó que la camioneta se llevara al paredón a unos pobres jornaleros del pueblo.

    Decía mi abuela que, en sus tiempos, mozas y mozos de la villa iban a la de San Marcos a bailar y comprar avellanas. Era como una romería. Creo que llegaban con la procesión hasta el Teso del santo. Yo, al acabar la jornada de trabajo, iba en bici casi todos los años. Aquello era la España inédita. Recóndita aldea de tapial y adobe; en la laguna de la salida hacia Cotanes, las ranas entraban en competencia con la orquesta de San Pedro de Latarce.

     Quiero recordar a dos de quienes más venían por casa de Cossio: Bernardo Áres y Manolo Martín. Éste, en una ocasión, lleno el cine, en una asamblea al principio de la democracia, sacó la cara por mí, cuando me increparon porque ya era maestro,  labraba unas tierrillas y cargaba camiones de alfalfa. -"Callaros la boca que éste empezó a servir de niño, tiene cinco hijos y sudado mucho".

    Están en mi memoria todas las generaciones de quintanillejos, Ares, Valdeses, Alcaldes, Martines, Brezmes...; Justino, el encargado en casa de Valdés, Victorio, padre de la saga de Talico, hermanas, bien guapas, y hermanos mayores; el señor Ángel, que llegó a los cien años; la familia del Sr. Luis, el Carretero...; ¡Cómo no!, también recuerdo a los "Cacalos", Ángel, Julián y Sebito; acabaron ordeñando vacas en Villalpando; a otro pobre de solemnidad, Pío el de "La Morriña"; a Roque, a Sanz.

    En Quintanilla del Monte, hasta no hace tanto, había  catoce o quince rebaños. Una generación de muchachos, casados casi todos con las más guapas de Vega de Villalobos (El Abeto Rojo tuvo la culpa), prefirieron las ovejas a la FASA, y han mantenido con vida al pueblo: Alicio, Eugenio Toral, Juanjo Brezmes, su primo Pedro, regresado de Bilbao, Pasca y Mateo, Miguel Barrero, Adriano Valdés; Natalio Áres, Pablo el de Santa Eufemia, Antonio Alegre. Ovejas también tenía don Mariano Valdés,..

    Unas cuantas de esas ganaderías tienen relevo generacional, y se han hecho más grandes, y dan trabajo a algún inmigrante.

    Con Pasca y Mateo lleva doce o catorce años, Joaquín, un peruano, que ha traído a su mujer y se encarga del bar del pueblo. Mohamed es un marroquí, también con años, completamente integrado. Hoy iba, bien arreglado, en misa y procesión. Vi una niñita preciosa hija de brasileña y del hijo del alcalde. En la procesión había mozos y hombres jóvenes suficientes para llevar al santo. Es una talla moderna, la antigua se quemó en el incendio de la iglesia ocurrido allá por los años sesenta o setenta.

     Y vinieron políticos de Zamora. De ello ya les incensiará La Opinión. Fui en la procesión contándole cosas al adjunto a Requejo, a quien saludé con gusto, pues estuvo atengo conmigo.

    Al final me lié con unos periodistas, un reportero gráfico que han filmado reportaje para una revista de Madrid. Entre otras cosas les expliqué la diferencia entre adobe y tapial; que Villalpando es la villa del queso; le hice publicidad del artesano, curado, que se "esbrona" al cortarlo de Pabito, o del CPO, o en Agrinza; les conté el episodio de don Basilio en el "treinta y seis".

    Y que la misa fue cantada por el coro MUVI de Villalpando, dirigido por Aní Miranda, la del galgo; a la guitarra un rubio de pelo largo de quien es innecesario analizar al ADN para saber que es hijo de un tal Modroño y de Sarita, la de "Cobera". Y que doy las gracias a Eugenio Toral, a Juanjo Brezmes, a Pasca, a Mateo, a Joaquín,... a todos quienes me acogieron con amabilidad.

    Quiera Dios se siga celebrando San Marcos, y que lo veamos.

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     P.D.-  Al encontrarme hoy por la plaza con uno de Quintanilla, le pregunté por Hernán del Río. Le echaba en falta. Se murió ya hace unos meses, me dijeron, en Madrid con las hijas. Este hombre se merece un recuerdo especial.

    Llegó buen mozo, guapo, desenvuelto a construir una panera. Se echó novia,  casó con quintanilleja y allí se quedó a vivir. Trabajó de albañil. Fue un hombre sabio, lo más parecido al Sr. Cayo de Delibes. Me contaba su difícil infancia en su natal Burganes de Valverde. De niño empezó a trabajar en la casa de otro más rico del pueblo. De jornal, la escasa comida; de cama, la pajera de la cuadra. Fue el mejor labrador con yunta de bueyes de la comarca.

    Ya siento no haber conversado mucho más con él. Fue un auténtico artista autodidacta: en madera tallaba primores; sabía disecar, su huerto era un vergel; los muebles de su casa son de su mano; cazaba, hacía vino, destilaba aguardiente; restauró un palomar que se ve desde lejos. Ahí ha quedado su obra. Se merece un museo. Se merece mucho más que nuestro recuerdo.

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La procesión saliendo del pueblo para bendecir los campos. Siento la mala calidad de las fotos. Si el año viene bueno, habré de comprarme otro teléfono.

En la de abajo el coro de MUVI, "calienta" (las cuerdas vocales, se entiende), delante del Sindicato, antes de partir a honrar a San Marcos.

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