miércoles, 6 de enero de 2021

UNA COLABORACIÓN DE MI HERMANO.








EL PARADOR EUSTAQUIO O POSADA DE LA SEÑÁ ANA, “LA MARAGATA”. 

Pablo Modroño Alonso 




      Esa era la casona, terminada el año 1920, detrás de la cual, había otros cuartos, panera, cuadras, pajar y corral grandes, cochera..; el pozo con su pila, brocal, polea...; podría ser, esa parte de atrás, una de las ventas que Cervantes describe en El Quijote

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Ana Alonso Rodríguez era mi abuela materna. De origen maragato, vino a Villalpando desde su Santiagomillas natal a convivir con una tía suya que regentaba un mesón en la villa. Se casó joven, de segundas nupcias, con Eustaquio Alonso el cual había enviudado, aportando de su primer matrimonio una hija. Después este matrimonio se entretuvo en traer al mundo cinco hombres y cuatro mujeres. Una de ellas mi madre.



   Entrañable fotografía familiar realizada en el año de 1910-11: al fondo nuestro abuelo Eustaquio Alonso Redondo de 36 años; (obsérvese su parecido con "los Barriles") a su lado, nuestra abuela Ana Alonso Rodríguez, de 30 años; sentada, en el medio, la matriarca Ana María, tía de la abuela, quien la trajo a Villalpando cuando tenía 16 años. El mesón que regentaban, pasada la casilla de camineros, era el primer edificio, a la izquierda, según se llegaba desde Benavente, justo donde ahora están las casas de tía Lola y de Pablo. Ahí es donde está hecha la foto familiar. A la casona de la foto anterior no pasarían hasta nueve o diez años después.

    La niña mayorcita, como de once años es Vicenta Alonso de Prada, nacida en 1.900,  hija de Eustaquio con su primera mujer, Victoria de Prada, quien, muy joven, falleció del parto. Esta tía Vicenta, al casarse con Eloy Boyano, "Barril", fue conocida toda la vida como Vicenta "la Barrila".

    El resto de los niños: al otro lado de Vicenta, está el mayor del nuevo matrimonio, Manolo, nacido el 30 de enero de 1903. Es el padre de Anita, quien fue esposa de Luis Allende, "Cañero; a su izquierda, según se mira la foto, está Josefa, casada joven con Demócrito García, padres de los gasolineros; la otra niña, de pie, por delante de los anteriores, es Juliana, esposa después, de Bercario Cimás, conductor del coche de línea de Rufino;

    La tía Ana María tiene en sus piernas a una "niña de pecho", Chon. Fue nuestra madre. El niñito rubio, de pie, arrimadito a la tía es Matías, casado con Inés García, padres de Aguedina, Daniel "Casetas" y Angelines.

   Desde la fecha de la boda, 1902, a la de la foto, puede que a finales de 1910, o principios del "once", en ocho años, habían tenido cinco hijos. Y faltaban, creo por este orden: Teófilo, padre de Aurelia y Pilar, esposa de Félix "policia"; Antonio, quien por ser muy simpático y gracioso, fue conocido como Charlot; Coral, esposa de José, de "los Marcos", la madre de "los Chinas; y Pablo, nacido en 1920, Casado con Inés, "la gallega", no tuvieron hijos. Lo fuimos todos sus sobrinos.



     El letrero PARADOR DE EUSTAQUIO, lo rescató Agapito de la casa antes de ser derribada. Estaba arriba en el doble. Se lo dio a sus hermanos. Ahí lo vemos colgado de una ventana, tapada con un paño, de "la Jabonera". Delante, Pablo, ya anciano, hacia el año 2.000 y poco.
 




El Parador Eustaquio, como reza el viejo cartel de madera que se ve en la foto, estaba situado en la carretera de Madrid-La Coruña, enfrente del silo. Era una casona grande, que tenía todas las dependencias propias para acoger a todo tipo de arrieros, ya fueran vendedores, transportistas, tratantes o viajantes, entre otros, sin olvidar a afiladores y pañeras. 


La posada que después de la muerte del abuelo Eustaquio, pasó a conocerse como la de la “señá” Ana, “La Maragata”; todavía hasta mi niñez, tenía bastante trajín de huéspedes. Los cisqueros de Urueña o San Cebrián de Mazote fueron los últimos que aguantaron con el carro repartiendo cisco. 


También había un mantero de Vezdemarbán (Antonio) que, en su carro con toldo y tapizado por dentro, se dejaba ver por estos pueblos vendiendo costales y mantas de abrigo, y para las caballerías. Este mantero, y otros, tenía su habitación para dormir. Allí disponía de lavabo y recipiente con agua y orinal. Un lujo. Los otros, los cisqueros, por ejemplo, dormían en lo que nosotros conocíamos como el “portal de los hombres”, que no era más que un local rectangular, empedrado, grande, sin puerta y con una pequeña ventana de luz y ventilación, y donde extendían sus sacas en el suelo que previamente habían llenado de paja en el pajar.


Había un cisquero de Urueña, que recuerdo con cariño por lo buena persona que era: se llamaba Matías Revuelta. Este hombre, nada más llegar a la posada por la tarde-noche, después de una jornada vendiendo por los pueblos y cargando con sacos de los que se desprendía un polvillo negro, se interesaba por la cena: “señá” Ana, ¿qué hay para cenar? Mi abuela le contestaba: lo cotidiano, Matías, como siempre, a no ser que quieras ir a la carnicería: opción que siempre daba a los huéspedes, si previamente y con tiempo no habían encargado cena. Matías le contestaba: que vale, prepáreme lo cotidiano, mientras arreglo el ganado, me lavo el polvillo del cisco y lleno la saca de paja.


Lo cotidiano era un empedrado, es decir, patatas y arroz con bacalao. Abuela le preparaba una buena ración en una ennegrecida, por fuera, cazuela de barro que ponía a la lumbre de leña, que humeante y aun hirviendo le servía en la mesa junto al plato y el cucharon para que se “apartara” a su gusto. Y claro que se “apartaba”: se engullía medio pan de a kilo y dejaba la cazuela limpia. Después se despedía. Se iba a la saca a dormir, pero antes sacaba la botella de aguardiente que había comprado a la “seña” María, la aguardientera, la madre de los Modroños, y se echaba unos tragos. Dejaba algo para desayunar, que lo hacía encima de la saca donde había dormido toda la noche, y se acompañaba entre trago y trago del resto del pan de la cena, y así empezaba una nueva jornada hasta vender toda la mercancía y regresar a su casa. 


Tengo muchas vivencias de aquella posada y de sus gentes. Pero hay una que sobresale de todas: el día que se hospedó en la posada un circo. Si, un circo, con sus carromatos, sus animales, su cabra… y un oso. Un oso así de grande, que asomaba la cabeza por encima las tapias que daban a la laguna del excomulgado. ¡qué miedo! pero que curiosidad la nuestra. Bueno al final nos daba más miedo el domador que las fieras. Dentro de casa también había miedo. La abuela no acogió con agrado aquel tipo de huéspedes, pero fue obligada por la autoridad competente para así tener a la troupe mejor controlada. 


Este humilde relato es un pequeño homenaje a esa mesonera, Ana “La Maragata”, madre de nueve hijos; abuela de tantos nietos y bisnietos. Mi mujer reposa junto a ella. 




La abuela Ana, en su apacible ancianidad, cuidada y en casa de nuestros padres, Chon y Mateo.


3 comentarios:

Txina Villalpando dijo...

Hoy por la tarde, lleve el portátil a casa de mi padre. De vez en cuando se lo llevo para que pegue una ojeada al blog. Pues este precisamente, es lo que más le ha gustado. Alguna lágrima se le ha caído. Normal, después de recordar tantas historias y vivencias. Pero sobre todo al ver a su abuela, y a Pablo. Gracias.

Administrador dijo...



Pendientes de moderación
Txina Villalpando ha comentado "UNA COLABORACIÓN DE MI HERMANO."

Hace 2 días
Hoy por la tarde, lleve el portátil a casa de mi padre. De vez en cuando se lo llevo para que pegue una ojeada al blog. Pues este precisamente, es lo que más le ha gustado. Alguna lágrima se le ha caído. Normal, después de recordar tantas historias y vivencias. Pero sobre todo al ver a su abuela, y a Pablo. Gracias.

Administrador dijo...


Ya sabes agradezco mucho los escasos comentarios. Cientos de visitantes entran en este blog cada día. Muy pocos sois quienes detenéis el detalle de mandar algún comentario, aunque me los hagan personalmente de palabra; si bien a propósito de esta colaboración de Pablo, de las fotos, también de él, a las que yo puse el pie, le han llamado los primos de Valladolid, de Ciudad Rodrigo, etc.
Me gusta saber despierto alegría y recuerdos en mi familia.