viernes, 8 de mayo de 2020

SE HA MUERTO TÍA LOLA.


     Dolores Herrero Núñez había nacido en Villalpando el día 29 de enero de 1919. Había, por lo tanto, cumplido 101 años.
      Hará dos semanas que la llevaron muy malita al hospital de Benavente. Temimos, en un primer momento, que infectada por la COVID19. Posiblemente fuera hace dos años, o tres, cuando un San Roque la llevaron sus hijos a comer a la "Cañada Real". Desde entonces no había traspasado el umbral de su casa en la carretera de Madrid. Si estaba infectada sus cuidadoras lo habrían llevado. Eran los días álgidos. nos entró preocupación.  Pero no, todas negativo. Dos o tres días en la UCI y a planta.
      El pasado martes fui a visitarla. Sentía esa imperiosa necesidad. Nada más verme, con mascarilla, naturalmente, me hizo señas de que me marchara. Estuve un poco en la habitación mientras le tomaban  tensión, temperatura. Me dijo que ya quería ir con Dios. Llevaba muchos años siguiendo a diario la misa por televisión, rezando rosarios. Me consoló que su fe la confortara en esos momentos.
      Ella era la última superviviente de todos "los aguardienteros", aunque ella se consideraba, sobre todo, panadera, hija del Sr. Benigno; hermana de Benigno, Clemen, Melitón (hace poco ha fallecido su esposa Pepita Espinaco), Justo, Leoncio, Isabel. Era una testigo de otra época.
      En una de las cartas que tío David Modroño, todavía en el pueblo, no movilizado, le escribe a su hermano Antonio,  septiembre-octubre del año 1937,  le dice que han tenido noticias de él por su novia  Lola, que está muy guapa. ¡Cómo no, con 18 años!
     A tío Antonio le pilló la sublevación militar cumpliendo la mili en Zamora. Fue, por tanto, uno de aquellos primeros soldados que, junto a falangistas voluntarios, desde León y Castilla marcharon a tomar Madrid. Le tocó todo el tomate de la Casa de Campos. Cuando salió la orden de que si había tres hermanos combatiendo, uno podría ser licenciado, mis abuelos optaron por Antonio, por ser quien mayor peligro corría. Luego cayó Gil-Agapito.
    Los Modroños eran aguardienteros. En los años de la posguerra el negocio era próspero. Compraron una casa y un cubierto en Cerecinos. Allí montaron otra alquitara. En Cerecinos vivieron Antonio y Lola unos años. Posiblemente, estando allí, nacerían sus hijos Antonio y Gil. Recuerdo, muy niño, de ir a ese pueblo en el camión, y de pasar allí, días, en casa de tía Lola.
    Los Modroños compraron los majuelos de doña María, en el Camino de Valladolid. Compraron "La Jabonera". Era un solar, "herrenal" ,  con mucha fachada a la carretera de Madrid, que iba dando la vuelta por detrás de la casa y huerto de "La Botera", a salir a Berrabueyes. Ocupando una pequeña parte de dicho solar, existía el mayor cubierto que entonces había en el pueblo. Allí, el anterior propietario, un francés emprendedor, don Félix Donadeu, había instalado una fábrica de jabón. De ahí lo de jabonera. Había comprado la fábrica de la luz en Conejo y estaba construyendo una nave, mucho mayor aún, para ampliar la fábrica de jabón. El hombre se murió de repente, Todo quedó parado. Su viuda lo vendió todo.
    Hacía 1947 los Modroños, fachada a la carretera, construyeron dos casas. Una para mis padres (muy remozada y aumentada es donde viven Pablo y Maruja, mis hermanos), y en la otra, también muy arreglada, es donde ha pasado, felizmente, tía Lola los muchos últimos años de su vida. En el "sesenta y dos", cuando ya la aguardientería no daba para tres familias, ,tío Antonio, Lola y sus hijos, emigraron a Madrid. Al jubilarse volvieron. En ese corral tan enorme que, al repartir con mi padre a él le tocó, cultivaba toda clase de hortalizas. De la "Jabonera", y el resto del solar, heredados por mí de mi padre, prefiero no hablar.
    Cuando pasaba por casa de tía Lola, me consolaba mucho pensar: ahí sigue la superviviente, la memoria de la familia Modroño, quien, en cualquier momento, te podría contar entrañables recuerdos. Ha estado lúcida hasta el último momento. Y ha estado en su casa, en su cama, en su sillón, con su tele, con visitas cada poco, hablando a diario por teléfono con sus hijos; y con la suerte de tener a mi hermano al lado, y a una señora búlgara, Ani, (no todos los búlgaros son iguales) interna quien la ha cuidado con mucho cariño, incluso ha estado yendo horas diarias al Hospital de Benavente. Desde hace unos meses, otra compatriota iba a ayudarla para vestir, asear a Lola.
    Ha muerto feliz, charlando con su hijo Goyo hasta casi el último momento. Acordándose de todos, dándole recuerdos para todos.
    Que Dios la tenga en su gloria.


   
   
   

2 comentarios:

Unknown dijo...

Gracias por estas palabras que amplían el recuerdo de mi familia y de mi memoria. María Dolores Modroño (nieta de la Sra. Lola)

Administrador dijo...


Sabes el cariño que yo le tenía a tía Lola, y el que le tengo a tu padre y a todos vosotros. Muchos besos.