Parece ser que el Parlamento Europeo va a aprobar una ley para defender los valores (democracia, libertades, estados de derecho, respeto, tolerancia, justicia social...) de nuestras sociedades occidentales, ante la presión demográfica de inmigrantes con otras culturas, religiones, costumbres, formas de vida.., que no se integran, que viven confinados en ghetos, etc. París debe ser la ciudad europea donde ya el problema con los musulmanes empieza a ser más preocupante.
Pensemos en España: cinco millones de extranjeros conviven con nosotros. En años pasados han llegado a ser el 12% de la población. Esta llegada ha permitido que no descienda el número de habitantes en nuestros país, dado que hay muchas más defunciones que nacimientos. Ellos vienen a ocupar ese hueco: mano de obra necesaria, ingresos a la seguridad social, niños a las escuelas...
La riada inmigratoria llega también a nuestros pueblos, prestan servicios, revitalizan, repueblan; hasta creo que en el medio rural es más fácil la integración, sobre todo a partir de la generación ya educada en nuestras escuelas.
Aunque en el cómputo nacional la mayoría de los inmigrantes sean hispanos, los que llegan a los pueblos son principalmente de los países del este, principalmente búlgaros. Mejor, por lengua, religión, costumbres serían los latinos, pero esto es lo que tenemos, vamos a acogerlos con cordialidad, vamos a intentar mejoren los malos hábitos (alimentarios, consumismo de coches, de tabaco, de vivir por encima de sus posibilidades, etc.) adquiridos en el paraíso comunista.
Y es, desgraciadamente, esta repoblación la única forma de mantener un poco vivos nuestros pueblos. Mi actuación para que una familia de búlgaros utilice una casa cerrada y sin dueño, además de la motivación de la piedad, de la compasión, de la justicia (es injusto que mientras existen millones de seres en el mundo sin vivienda, existan millones de viviendas vacías), mi motivación, digo. es para que esto sea un aldabonazo, para que sin perjudicar a dueños, se empiecen a ocupar algunas de las casas vacías en los pueblos.
Ayer leía en La Opinión que en el pasado año doscientos zamoranos habían renunciado a las herencias. En algunos casos porque esas herencias eran de deudas, en otros, mayoría, el de casas en los pueblos, sobre todo cuando no eran descendientes directos, porque los gastos de herencia son mayores al valor del inmueble heredado. ¡Pues ya está!: para el Estado, y de éste a inmigrantes. La carestía de la vivienda es un obstáculo para fijar población en las villas.
Dos intentan ser las moralejas de este relato:
a).- Intentar fomentar la natalidad para evitar el suicidio demográfico.
b).- Una política urbanística, primera medida, para fijar, aunque sea a unos pocos, habitantes en los pueblos.
Lo del asentamiento en la casa de la carretera (pagadas deudas, dados de alta en Iberdrola, pintada, etc.), por parte de la numerosa familia búlgara, ya ha tenido una consecuencia: el "ayuntamiento" (no sé si algún concejal se habrá enterado de la decisión) ya le ha dado la casa de "maestros que quedaba libre", al hijo mayor del matrimonio asentado y a su pareja, puesto que están a punto de ser padres, para que nada le falte a la niña. ¡Ala!: pa generoso yo.
P.D.- La abuela, Sofía, la señora que cuida a Elicio, tiene 62 años. En un mes será bisabuela. Ya le ha comprado el equipo a la nena. En otro poco tiempo nacerá su segundo bisnieto, bebé de otra nieta de 18 años. A éstos, como les ayudemos un poco nos repueblan la árida estepa.
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