domingo, 15 de abril de 2018

¡QUÉ FAMILIA!


     La de DIONISIO DE LA PUENTE HERRERO. Eso fue lo que pensaba al verlos, en la dolorosa solemnidad de las oraciones y cantos, tan unidos en el dolor, ayer tarde en el cementerio.

      Dionisio se ha ido tranquilo, con la satisfacción del deber cumplido, después de haber gozado de larga ancianidad cuidado, acompañado, querido de sus hijas, de sus hijos, de nietos y de bisnietos. Uno de los pequeños, Rodrigo, quiso y entró a ver al "abuelo", a despedirlo en nombre de todos, y el abuelo, que ya no podía hablar, intentó una caricia con la mano.

      No, no me ciega el cariño que los tengo, de toda la vida, desde que en mi primer año de maestro, Angelines, fuera una de las alumnas  aventajadas en aquel, que acocotaron, bachillerato radiofónico, siempre han estado a mi lado en los momentos tristes, ni es mi estilo la adulación gratuita: los de la Puente Granado encarnan los mejores valores familiares humanos tradicionales de la sociedad rural que está desapareciendo. Que ahí están esos cuatro matrimonios ejemplares, generadores a su vez de jóvenes y  prometedoras familias, de esas que han aprendido "en el hogar en qué se funda la dicha más perfecta".

     Conversar con Dionisio era una delicia. Era sencillo, ameno, con buen léxico,  un campesino sabio. En estos tiempos hubiera ido a la Universidad, pero él, matado su único y mayor hermano en la guerra, hubo de dejar sus "estudios" de peluquero y practicante para estudiar, bien pronto, en la universidad del cabañal y las teleras, de los rastrojos y entre majuelos, de parideras y herradón; de soles, cierzos y chaparrones, (Recuerdo un día en que Domingo "Pajalarga" y servidor tirábamos herbicída en el camino de la Casa, que se lio a llover a cántaros y, refugiados en la cabina del tractor, pasó Dionisio ya sesentón, envuelto de la manta, atrochando por los regueros del agua sobre el camino, sin abandonar a su rebaño, de la dehesa al pueblo)  al tener, por aquellos tiempos, a no ser que nevara, de "arrancar" todos los días. "Estudiar" para con un rebaño  sostener a su padre y a su madre, sacar luego a una familia, situarlos, a los dos varones también como buenos ganaderos... 

     Sí, claro: aunque me transmitían la conformidad, incluso satisfacción por tantos años vividos con calidad de vida, siempre la partida, por mayor que sea el padre, es dolorosa. Yo sé que en las lágrimas de ayer de los hijos estaban todos los recuerdos de una vida. Quiero darles mi consuelo de que ésta haya sido tan ejemplar y de lo muy acompañados que han vivido los tristes momentos.

     ¡Un abrazo muy fuerte, amigos!
     

       

Maximiano de la Puente Herrero, poco antes de caer en Brunete.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Gracias por estas palabras tan bonitas hacia mi abuelo nos queda la gran satisfacción de haber vivido tantos años junto a Él.

Administrador dijo...


¡Claro que sí! ¡Gracias por vuestra amistad!