M
MACACO. m. Cordero que ha cumplido los dos meses y
que, por lo tanto, ya pasta con el resto del rebaño.
MACHACADOR. m. Trabajador que se ocupaba de trocear
las piedras y cantos que formaban el firme de las carreteras. Para ello se
servía de una porrilla de hierro situada al extremo de una larga y cimbreante
vara de fresno. Se protegía las piernas con leguis y los ojos con antiparras.
Cuadrillas de machacadores de Villalpando marchaban a machacar lejos de su
pueblo-
MAJAR. tr. Acto de golpear, sobre la acera, la
respigadora, a la tarde, con el mazo de madera, las espigas de la recolecta
mañanera, para separar el grano del resto de la espiga, que luego aventaba.
Aparece en la expresión majar el ajo,
que se emplea en sentido figurado para aludir al ruido que hacen las cigüeñas
con el tableteo de sus picos. La locución aparece en esta nostálgica
enumeración que hace Agapito Modroño de los sonidos que marcaban la vida de los
pueblos terracampinos hace unos cuantos años, evocación que no me resisto a reproducir,
a pesar de su longitud, por su gran poder sugestivo “Los sonidos de nuestra infancia eran el cacarear de los gallos, el
croquear de las gallinas, el relincho del caballo, el rebuzno del asno, las
cencerras y el balido de las ovejas y corderos, el gorjeo de gorriones, el
silbido del tordo, el trinar de las alondras, el graznido de las pegas, el
rumor de la lluvia, el zumbido del viento, el estruendo del trueno rezando a
oscuras el trisagio con la vela del Santísimo, el canto de grillos, ranas y chicharras
en las noches de primavera y verano, el crotoreo de la cigüeña majando el ajo, el cantar del carro
por las calles empedradas, el traqueteo de la aventadora de las limpias, el
órgano y los cantos del organista, el chinganillo y la gramola del baile, los
discos de la radio, pero el sonido de nuestra infancia, de nuestra juventud, de
nuestra vida, que nos alegra, nos entristece, nos avisa, es el de las campanas
“ (AM, Charlas..., pp. 61-62).
MANADA. f. Puñado de mieses que el segador abarcaba
con una mano, segaba con la otra y depositaba en el surco. Las apañilas iban
agrupando las manadas en haces que, amontonados, formaban las morenas.
Espantajo que se ponía en el carro como
símbolo del final del acarreo. El nombre tiene su origen en que se colocaba en
lo alto del carro la purridera con los pinchos hacia arriba y se colgaba en
ellos un brazado de espigas o manada en señal de que se trataba del último
viaje que se hacía en ese verano. En lugar del brazado de espigas también se
podía poner una chaqueta vieja rellena
con las mieses, e incluso, en tiempos posteriores a la Guerra Civil , se
enarbolaba una bandera nacional. Véase
cómo describe esta costumbre AE: “Ahora ya se ha perdido, pero cuando yo era
joven se celebraba la terminación del acarreo con la manada, que
consistía en clavar la horca purridera en lo alto del carro, con los guijos
para arriba, y en ella se pinchaba un brazau de mies o se ponía una chaqueta vieja llena de pajas.
¡Bué, bah: la juerga que nos teníamos! Porque aquel día, ¿sabe usted?, se bebía
un poco más que de costumbre y se venía cantando. La manada era señal de haber
terminau el acarreo” (op. cit. p., 76).
MANCARSE. prnl. Ú.t.c.tr. Hacerse daño. Es una
palabra de frecuente uso en los Siglos de Oro: “Mirad, compadre, no les vienen
los malos aires a las mujeres de ir a los jubileos ni a las procesiones, ni a
los actos de regocijos públicos; donde ellas se mancan, donde ellas se
estropean, y adonde ellas se dañan, es en casa de las vecinas y de las amigas”
(Miguel de Cervantes, El viejo celoso, incluido en Entremeses,
edición de Eugenio Asensio, Madrid, 1971, p. 209). El vocablo ya es recogido
por Covarrubias: “Es inhabilitarse de los brazos y , si es bestia, de
cualquiera de los cuatro pies”. Delibes emplea el término en su novela Diario
de un jubilado: “Pero hoy, en pleno entrenamiento, me adelantó el panoli de
Tochano, y que por qué andaba así, si es que me mancaban los zapatos”.
Con toda probabilidad deriva de manco.
MANDIL. m. Tela que se ponía a los carneros para impedir
que cubrieran a las ovejas (L y G, DE).
MANDILADA. f. Se emplea esta palabra para aludir al
mandil lleno de racimos, espigas, legumbres o cosas de este jaez.
MANGAR. tr. Robar, agarrar, asir con las manos. En
sentido figurado, este término sirve para referirse a la acción de sorprender,
pillar a alguien in fraganti, con las manos en la masa. El vocablo
deriva de mango y este a su vez de manus. Obsérvese el empleo del
vocablo por parte de Miguel Delibes en su novela La hoja roja: “El
Picaza, que con los menesteres del canto estaba siempre a la vera del párroco,
aclaró que, sin quitarle mérito al señor cura, él le había visto sangrar por la
nariz cada vez que se mangaba un catarro”. Por su parte, SL también
incluye en su libro mangar ‘coger, pillar’, y curiosamente pone como
ejemplo del uso del verbo otra frase relacionada con coger un resfriado:
“Poneros donde corra algo el aire, que con este solazo os mangáis un
catarro”.
También
se refiere a la acción de ponerle mango a una herramienta.
MANOJO. m. Haz que se forma con los sarmientos secos
y que sirve como combustible y al mismo tiempo como material para hacer
cobertizos: “Su primer oficio era poner la lumbre: unos pocos palos de manojos
confeccionados con sarmientos de la vid, en la parte inferior delantera, en
el suelo del hogar” (AM, Crónicas..., p. 84). FD recoge el vocablo y da la siguiente
definición: “Haz de sarmientos trenzados”. SL también lo registra.
MANTENIDO. Forma parte de la locución a mantenido,
que se aplicaba a los contratos verbales que se hacían entre un labrador y su
agostero, cuando el primero tenía la obligación de dar de comer al último
además de proporcionarle el salario estipulado: “Me ajusté a mantenido,
por cien duros los 90 días en casa de la Viuda ” (AM, Víctimas de la Guerra Civil en
Villapando, p. 173).
MANTUDO/A. Se aplica este adjetivo a pollos y las gallinas cuando, por enfermedad caen las
alas.
MAÑANADA. f. Se emplea en la frase hecha dormir
la mañanada, para aludir a que alguien se ha levantado muy tarde:
“Para los labriegos habían llegado los
días de holganza, de dormir la mañanada, de las largas partidas
en el café, de tertulias en solanas, de jugar a la chana y a la pelota” (AM, Crónicas...,
p. 82).
MARA. f. Jarca, pandilla de amigos o de personas
afines: “A eso de las dos de la mañana, al amanecer el día de la feria, se
presentó Luis en el café de Torti, donde estaba la mara de Chencho el
Herrero, Celso “Correas”, Arsenio el Confitero, Alfredo “Palizas”...” (AM, Memorias
de un torero, p. 43).
MARAGATO. m. Muñeco azucarado hecho con masa de pan.
MARGARITA. f. Magdalena (L y G, DE).
MARIQUITA. Mariposa, pequeño insecto de color rojo
con puntos negros. Si se atrapaba alguno se ponía en la mano con los dedos
abiertos y se canturreaba la siguiente tonada: “Mariposita de Dios, / cuéntame
los dedos, / y vete con Dios”.
MARRANOS. m. Suele usarse en plural. Trozos de
tronco o gruesas ramas de madera de encina que están sobre la rueda del pie en
que se apoya la viga del lagar. Puede derivar del francés merrain. GR
recoge la variante marranas ‘cada una de las piezas de madera,
resistentes, colocadas perpendicularmente y a los lados de la viga del lagar en
su extremo posterior, las cuales sirven para que esta no se descentre’.
MARRANERO. m. Persona que se dedica a la compra y
venta de cerdos.
MARTÍN-MARTÍN. Pagar en el acto y con dinero contante
y sonante, pagar a toca teja (L y G, DE).
MATADURAS. Aparece en la locución dar las
mataduras, que es decirle a alguna persona algo que le duele. La expresión
tiene su origen en la clásica dar en las mataduras con una elipsis de la
preposición en. Recuérdese que mataduras son las llagas que salen
a las bestias.
MATANCHÍN. m. Persona encargada de matar los cerdos.
Es una deformación de matachín ‘el que mata las reses, jifero’.
MAYA. f. Juego infantil parecido al moderno
escondite (L y G, MU): “En estos juegos, a veces, en la vecindad, nos mezclamos
chicos y chicas y también mezclados jugábamos a las casas y, sobre todo, a la maya
por las noches en el barrio” (AM, Charlas..., p. 107).
MAZARRÓN. m. Polvillos rojos que se utilizaban para
marcar las ovejas, y pintar las paredes. Debe de tratarse de una deformación de almazarrón,
que vale lo mismo que almagre. Obsérvese su uso en esta descripción que
hace Modesto Alonso Emperador de una función de títeres: “Se sucedían uno tras
otro con aplauso creciente los más variados números: trabajos de animales,
malabaristas, la alegría sana de los payasos pintados de almazarrón y
albayalde” (op. cit., p. 128).
MEDA. f. Montón de heno o sarmientos. Es un vocablo
característico de la provincia de Zamora. Proviene del latín meta
‘montón, almiar’. Término muy utilizado en la actualidad para referirse a los apilamientos de pacas en las eras y junto a los apriscos.
MEDIANA. f. Cencerra de sonido grave. En cambio, IS
define así el vocablo: “Cencerro de tamaño intermedio entre el piquete y la
cencerra”. Y para García Lomas es un cencerro menudo para el ganado vacuno.
MEGUERO. adj. Zalamero, mimoso (L y G).
MEJER. tr. Empujar hacia abajo los racimos de la
madre, uvas sueltas y partículas que en la fermentación afloraban a la
superficie del mosto. GF recoge el vocablo con la acepción de ‘remover el mosto
de las cubas durante la fermentación’ y señala que es un leonesismo,
aragonesismo y mozarabismo extendido hasta Almería y Sudamérica. Deriva del
latín miscere ‘mezclar’. También se usa el término mejedor para aludir
al instrumento que se utiliza para realizar esta operación.
MELAR. tr. Marcar a las ovejas (L y G, GB). Esta
última también recoge la variante enmelar. Por su parte, IS registra mela
‘mezcla de pintura roja u ocre, por lo general, con un adherente que se
emplea para marcar el ganado lanar’.
MELOTE. m. Pringue que se adhiere a las cosas muy
sucias. Puede tratarse de un significado trasladado a partir del que recoge el DRAE:
“Residuo que queda después de recoger el guarapo”.
MELUCA. f. Lombriz de tierra: “Además de poner
pajareras en el surco, mientras iba arando, a los tordos que rebuscaban melucas”
(AM, Charlas..., p. 30). Es un vocablo que está muy extendido por Tierra
de Campos, y por los dominios del antiguo leonés.
MENCAL. m. Molde que sirve para hacer los adobes:
“Estos adobes se elaboraban pisando una masa, húmeda, de tierra y paja, y
cuando ya estaba bastante pisada, y con la humedad justa, se volcaba sobre un mencal,
que podía ser arrobero, de media o tabicón, y al retirarse el molde no había
más que esperar que el sol lo secara” (Martín-Calero, op. cit. p. 29).
MENUDEAR. intr. Acción pequeña y muy repetida.
MERENDARSE. prnl. Ú.t.c.tr. Además de la acepción
recogida por la Academia
de ‘dominar o derrotar a alguien en una competición o disputa’ también equivale
a consumir en algunos contextos: “Si los crío es por entretenimiento,
para pasar el rato. ¡Si solo el alpiste va a diecisiete duros y estos míos, ahí
donde los ve, se me meriendan medio kilo!” (Castilla habla, p.
152).
MERIENDA. f. Comida que se preparaba por la noche,
para quienes pasaban el día trabajando en el campo y que llevaban en la
fiambrera. Podía ser para el almuerzo, sobre las diez de la mañana, y la del mediodía.:
“Ya hemos parlau un ratico, que, mientras les preparo la merienda pa el
almuerzo y echo los garbanzos a mojo, se llega la hora de llamar al hombre, pa
que vaya a buscar a los muchachos a la era pa marchar a acarriar” (Charlas...,
p. 70).
MERMINIAR. intr. Se emplea, sobre todo, en la
expresión estar merminiando, para aludir a que en un determinado lugar hay gran
abundancia de pequeños seres vivos,
piojos, gusanos, espigas o vainas en el suelo...
METER LOS PERROS EN SILVA. Se emplea esta locución
para indicar que se está malmetiendo a alguien incitándole a que haga algo (L y
G, DE): “No sé, como se dice en mi pueblo, quién me metió los perros en
silva para intentar asegurar mi futuro, en lo económico, con los negocios
inmobiliarios” (AM, Memorias de un torero, p. 118).
METICÓN. Este adjetivo se aplica a las personas que
se inmiscuyen en asuntos que no son de su incumbencia (L y G). Para IS
‘indiscreto’.
METIMIENTO. Aparece en la frase tener mucho o
poco metimiento, con lo que se hace referencia al grado de confianza que
existe entre las personas (L y G).
Vergara Martín da una acepción parecida.
MIEJA. f. Migaja. Parece una deformación de esta
misma palabra como miaja o meaja recogidas por el DRAE.
MINERAL. m. Abono químico, inorgánico: “La palabra
abono todavía conserva en el lenguaje común en nuestros pueblos un significado
propio, reservándose la palabra mineral para indicar la idea genérica de
un abono distinto del orgánico” (AE, p. 96). Estamos ante lo que los lingüistas
llaman un cambio semántico por elipsis, consistente en que una palabra asume el
significado de otra que se omite por haber compartido con ella frecuentemente
los mismos contextos.
MISINO. Gato. De ahí que se utilice para llamarle la
voz repetida: “mis, mis, mis”.
MÍSTICO. adj. Cursi, remilgado. Se emplea más, para
referirse a alguna mujer, en femenino. Llorente Maldonado también da esta
definición e informa de que es propia de Ecuador y Puerto Rico. La Academia en las últimas
ediciones de su diccionario también la considera característica de Colombia,
Cuba y Panamá .
MIXTO. m. Pequeño explosivo. DE nos ofrece una
descripción muy pormenorizada: “ Se vendía en los puestos de ferias y fiestas
adheridos a una tira de papel fuerte. Restrallaban por frotamiento en una
piedra, en el cemento etc... y explotaban golpeándolos con un martillo sobre
una superficie dura, echándolos en el fuego o con una pistola de juguete. Si se
humedecían y se restregaban por el rostro, brillaba parpadeante en la oscuridad
y se decía que eran los Fuegos Fatuos”. EL DRAE en una de las acepciones que da
a este vocablo tal vez nos aclara el origen del significado recogido por
nosotros: “Cualquiera de las mezclas inflamables que se usan en la
guerra para los artificios incendiarios, explosivos o de iluminación”.
MONJONES. m. Suele usarse en plural. En sentido
figurado, sirve este término para referirse
a las deposiciones abundantes. Deriva de mojón, vocablo que, en
sentido recto, ya se sabe que se utiliza para aludir a los hitos que señalan los límites de un
terreno.
MOLDRÓN. Se aplica a la persona muy gruesa, y, por
lo general, desaseada y sucia. Parece ser una deformación de molondrón
(L y G).
MOLLEDO. m. Miga del pan.
MOLLETE. m. Bollo con anises, que se comía
especialmente en Semana Santa. Se decía que los tambores al repicar sugerían
los siguientes versos: “Parte pan, /
higos y molletes / para mi abuelita / que no tiene dientes”.
MONDA.
f. Piel de las fruta y de algunos tubérculos. LB recoge el término con la
acepción de ‘envoltura de frutas tiernas’. Por su parte, GR lo define así:
“Envoltura de las frutas. Cáscara, corteza, mondadura”. MU, a su vez, da la
siguiente definición: “La piel que se quita de muchos frutos antes de comerlos
o de condimentarlos, como las patatas y la fruta (manzanas, peras...); también
la corteza verde de ciertos árboles”.
MONDONGO. m. Matanza del cerdo y todo el proceso de
su aprovechamiento, que duraba tres días, desde las “carrapatas” hasta las
tripas: chorizos de carne y callos, salsichón, morcillas, jamones, mantecas,
torreznos, salado de huesos, espaldares de tocino…
MONICACO. m. Pelele, persona de poca importancia,
chisgarabís.
MONTISCO. Aplícase a la persona huraña (L y G).
García Lomas lo registra como sinónimo de montaraz.
MONTÓN. Se dice de la persona desaseada (L y G, DE).
MOÑA. f. Muñeca, en general, hecha o no de trapos. Véase en este sentido el uso que
hace del vocablo Modesto Alonso Emperador: "Una muñeca hecha de
unos trapos liados con un poco de hilo a un cortezo de pan era muy güena para
que mordiera el muchacho cuando estaba embuesando, sin que importara mucho que
rodara por el poco limpio suelo".
MORCEÑA. f. Fragmentos de ceniza desprendidos al
arder la lumbre y que podían caer sobre pucheros, cazuelas y sartenes. La
señora Francisca, cuando se enteró que la novia de su hijo Domingo era corta de
vista, y no usaba gafas, le dijo: -¡Ay hijo!: cuántas morceñas vas a comer.
MORENA. f.
Montón que se hacía con las gavillas mientras que se iba segando. Parece
un regionalismo utilizado en Castilla La Vieja y en el dominio lingüístico del leonés y
sus zonas de influencia. En cuanto a su etimología, el DRAE señala que
puede tratarse de una voz prerromana relacionada con el vasco muru
‘montón’. También se emplea el verbo amorenar ‘formar morenas’.
MORENAL. m. Restos de mieses que han quedado en el
lugar donde ha estado colocada la morena: “Entre San Roque y San Agustín,
cuando ya no quedaban morenas y se habían arrastrado los morenales,
cuando los hatajeros y los rebaños grandes eran dueños de los rastrojos, desde
EL Raso a La Lomba , desde La Encomienda a La Lombilla, había acabado el
acarreo, había acabado la trilla” (AM, Crónicas..., p. 44).
MORRADA. f. Caída (L y G, JP). El DRAE define
el término de la siguiente manera: “Golpe dado en la cabeza, especialmente cuando dos topan una
contra otra”.
MORRAL. m. Bolsa grande de
larga asa para colgar al hombro, utilizada por pastores y cazadores. Se emplea
en la expresión: “Te has dejado comer el pan del morral”.
MORRILLO. m. Canto. Cilindro de madera de encina forrada
de metal, que sirve para jugar a la chana: “Y llegamos al momento cumbre cuando
uno de los casados lanza el morrillo de piedra caliza, que tenía en su
mano derecha haciendo puntería” (AE, op. cit, p. 20). Para GL es una
piedra grande que se usa para ser lanzada con la mano.
MORUGO. m. Se aplica a la persona callada,
antipática y de torcido proceder. Véase su empleo en el siguiente texto de La
esfinge maragata: “El viejo... se deja caer a la sombra del centenal, con
el firme propósito de acechar allí hasta que sepa algo, hasta que aquellos morugos
hablen o revienten”.
MOSTOLILLA. f. Comadreja. Es una curiosa formación
resultado de añadir al derivado latino mustella otro sufijo de
diminutivo.
MOZOCOTÓN. m. Mazacote. Parece que es un aumentativo
que se ha formado a partir del propio vocablo mazacote por asimilación
de las tres vocales velares de abertura media. Tiene un matiz despectivo.
MOZO DE AÑO. m. El que estaba ajustado y cobraba
salario durante todo un año. Solía dormir en la pajera junto a las mulas de
labor. Una vez a la semana iba a dormir a casa. Agapito Modroño en su último
libro Víctimas de la
Guerra Civil en Villalpando hace una certera semblaza de
las duras condiciones laborales de estos trabajadores: “A los mozos de año,
al menos, no les faltaba el pan, carro de paja y de leña. Para poco más daba el
ajuste. A cambio miraban por la hacienda del amo como si de cosa propia se
tratara. Sentían orgullo de arar recto y profundo, de poner rectas las moleras,
de componer los carros de bálago. Trabajaban sin horario, adaptándose a las
faenas, a la estación y a la meteorología. Y lo más penoso de todo: dormían en
la pajera, menos la noche de sábado a domingo, para darle a media noche un
pienso a las mulas y vigilar por si alguna se ponía enferma. Estaban la
veinticuatro horas al servicio del amo” (op. cit., p. 23).
MUDADAL. M- Es una deformación de la palabra “muladar”
sitio donde se deposita la basura o el estiércol del ganado.
MUELERA. f. Es cada uno de los surcos que abre el arado,
una vez que ya se han echado las semillas y se las ha tapado con la tierra que
previamente se ha sacado al abrir dichos surcos.
MUELO. m. Montón de grano que se forma una vez
terminadas las limpias. El término se explica porque ya está listo para moler.
MULI. Aparece en la frase hecha dar la muli,
que , sobre todo los niños aplicaban a algún amigo para expresar que desde ese
momento se podía dar por concluida su amistad. SL recoge la expresión dar
las mulas y explica que esa fórmula se usaba para amenazar al que durante
el esquileo no ataba bien las ovejas.
MUSIGATO. Persona que disimula prudencia, timidez,
bondad: “Si estas místicas musigatas, mucho de iglesia, y luego son las
más finas” (AM, Charlas..., p. 72). Parece una deformación de mojigato,
a tenor de lo que comenta Covarrubias sobre esta palabra: “Se dice del hombre
que está muy disimulado y callado, humilde esperando la ocasión para hacer su
hecho, como hace el gato cuando está esperando que salga el ratón, de manera
que está compuesto de mus que vale ratón, y de gato, con esta
alusión y similitud”.
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