sábado, 9 de agosto de 2014

VOCABULARIO DE VILLALPANDO Y COMARCA RECUPERADO POR EL PROFESOR LUCIANO LÓPEZ GUTIÉRREZ.





M


MACACO. m. Cordero que ha cumplido los dos meses y que, por lo tanto, ya pasta con el resto del rebaño.

MACHACADOR. m. Trabajador que se ocupaba de trocear las piedras y cantos que formaban el firme de las carreteras. Para ello se servía de una porrilla de hierro situada al extremo de una larga y cimbreante vara de fresno. Se protegía las piernas con leguis y los ojos con antiparras. Cuadrillas de machacadores de Villalpando marchaban a machacar lejos de su pueblo-

MAJAR. tr. Acto de golpear, sobre la acera, la respigadora, a la tarde, con el mazo de madera, las espigas de la recolecta mañanera, para separar el grano del resto de la espiga, que luego aventaba.
 Aparece en la expresión majar el ajo, que se emplea en sentido figurado para aludir al ruido que hacen las cigüeñas con el tableteo de sus picos. La locución aparece en esta nostálgica enumeración que hace Agapito Modroño de los sonidos que marcaban la vida de los pueblos terracampinos hace unos cuantos años, evocación que no me resisto a reproducir, a pesar de su longitud, por su gran poder sugestivo “Los sonidos de nuestra infancia eran el cacarear de los gallos, el croquear de las gallinas, el relincho del caballo, el rebuzno del asno, las cencerras y el balido de las ovejas y corderos, el gorjeo de gorriones, el silbido del tordo, el trinar de las alondras, el graznido de las pegas, el rumor de la lluvia, el zumbido del viento, el estruendo del trueno rezando a oscuras el trisagio con la vela del Santísimo, el canto de grillos, ranas y chicharras en las noches de primavera y verano, el crotoreo de la cigüeña majando el ajo, el cantar del carro por las calles empedradas, el traqueteo de la aventadora de las limpias, el órgano y los cantos del organista, el chinganillo y la gramola del baile, los discos de la radio, pero el sonido de nuestra infancia, de nuestra juventud, de nuestra vida, que nos alegra, nos entristece, nos avisa, es el de las campanas “ (AM, Charlas..., pp. 61-62).

MANADA. f. Puñado de mieses que el segador abarcaba con una mano, segaba con la otra y depositaba en el surco. Las apañilas iban agrupando las manadas en haces que, amontonados, formaban las morenas.
 Espantajo que se ponía en el carro como símbolo del final del acarreo. El nombre tiene su origen en que se colocaba en lo alto del carro la purridera con los pinchos hacia arriba y se colgaba en ellos un brazado de espigas o manada en señal de que se trataba del último viaje que se hacía en ese verano. En lugar del brazado de espigas también se podía poner una chaqueta vieja rellena  con las mieses, e incluso, en tiempos posteriores a la Guerra Civil, se enarbolaba una bandera nacional.  Véase cómo describe esta costumbre AE: “Ahora ya se ha perdido, pero cuando yo era joven se celebraba la terminación del acarreo con la manada, que consistía en clavar la horca purridera en lo alto del carro, con los guijos para arriba, y en ella se pinchaba un brazau de mies  o se ponía una chaqueta vieja llena de pajas. ¡Bué, bah: la juerga que nos teníamos! Porque aquel día, ¿sabe usted?, se bebía un poco más que de costumbre y se venía cantando. La manada era señal de haber terminau el acarreo” (op. cit. p., 76).

MANCARSE. prnl. Ú.t.c.tr. Hacerse daño. Es una palabra de frecuente uso en los Siglos de Oro: “Mirad, compadre, no les vienen los malos aires a las mujeres de ir a los jubileos ni a las procesiones, ni a los actos de regocijos públicos; donde ellas se mancan, donde ellas se estropean, y adonde ellas se dañan, es en casa de las vecinas y de las amigas” (Miguel de Cervantes, El viejo celoso, incluido en Entremeses, edición de Eugenio Asensio, Madrid, 1971, p. 209). El vocablo ya es recogido por Covarrubias: “Es inhabilitarse de los brazos y , si es bestia, de cualquiera de los cuatro pies”. Delibes emplea el término en su novela Diario de un jubilado: “Pero hoy, en pleno entrenamiento, me adelantó el panoli de Tochano, y que por qué andaba así, si es que me mancaban los zapatos”. Con toda probabilidad deriva de manco.

MANDIL. m. Tela que se ponía a los carneros para impedir que cubrieran a las ovejas (L y G, DE).

MANDILADA. f. Se emplea esta palabra para aludir al mandil lleno de racimos, espigas, legumbres o cosas de este jaez.

MANGAR. tr. Robar, agarrar, asir con las manos. En sentido figurado, este término sirve para referirse a la acción de sorprender, pillar a alguien in fraganti, con las manos en la masa. El vocablo deriva de mango y este a su vez de manus. Obsérvese el empleo del vocablo por parte de Miguel Delibes en su novela La hoja roja: “El Picaza, que con los menesteres del canto estaba siempre a la vera del párroco, aclaró que, sin quitarle mérito al señor cura, él le había visto sangrar por la nariz cada vez que se mangaba un catarro”. Por su parte, SL también incluye en su libro mangar ‘coger, pillar’, y curiosamente pone como ejemplo del uso del verbo otra frase relacionada con coger un resfriado: “Poneros donde corra algo el aire, que con este solazo os mangáis un catarro”.
            También se refiere a la acción de ponerle mango a una herramienta.

MANOJO. m. Haz que se forma con los sarmientos secos y que sirve como combustible y al mismo tiempo como material para hacer cobertizos: “Su primer oficio era poner la lumbre: unos pocos palos de manojos confeccionados con sarmientos de la vid, en la parte inferior delantera, en el suelo del hogar” (AM, Crónicas..., p. 84).  FD recoge el vocablo y da la siguiente definición: “Haz de sarmientos trenzados”. SL también lo registra.

MANTENIDO. Forma parte de la locución a mantenido, que se aplicaba a los contratos verbales que se hacían entre un labrador y su agostero, cuando el primero tenía la obligación de dar de comer al último además de proporcionarle el salario estipulado: “Me ajusté a mantenido, por cien duros los 90 días en casa de la Viuda” (AM, Víctimas de la Guerra Civil en Villapando, p. 173).

MANTUDO/A. Se aplica este adjetivo a pollos y  las gallinas cuando, por enfermedad caen las alas.

MAÑANADA. f. Se emplea en la frase hecha dormir la mañanada, para aludir a que alguien se ha levantado muy tarde: “Para  los labriegos habían llegado los días de holganza, de dormir la mañanada, de las largas partidas en el café, de tertulias en solanas, de jugar a la chana y a la pelota” (AM, Crónicas..., p. 82).

MARA. f. Jarca, pandilla de amigos o de personas afines: “A eso de las dos de la mañana, al amanecer el día de la feria, se presentó Luis en el café de Torti, donde estaba la mara de Chencho el Herrero, Celso “Correas”, Arsenio el Confitero, Alfredo “Palizas”...” (AM, Memorias de un torero, p. 43).

MARAGATO. m. Muñeco azucarado hecho con masa de pan.


MARGARITA. f. Magdalena (L y G, DE).

MARIQUITA. Mariposa, pequeño insecto de color rojo con puntos negros. Si se atrapaba alguno se ponía en la mano con los dedos abiertos y se canturreaba la siguiente tonada: “Mariposita de Dios, / cuéntame los dedos, / y vete con Dios”.


MARRANOS. m. Suele usarse en plural. Trozos de tronco o gruesas ramas de madera de encina que están sobre la rueda del pie en que se apoya la viga del lagar. Puede derivar del francés merrain. GR recoge la variante marranas ‘cada una de las piezas de madera, resistentes, colocadas perpendicularmente y a los lados de la viga del lagar en su extremo posterior, las cuales sirven para que esta no se descentre’.

MARRANERO. m. Persona que se dedica a la compra y venta de cerdos.

MARTÍN-MARTÍN. Pagar en el acto y con dinero contante y sonante, pagar a toca teja (L y G, DE).

MATADURAS. Aparece en la locución dar las mataduras, que es decirle a alguna persona algo que le duele. La expresión tiene su origen en la clásica dar en las mataduras con una elipsis de la preposición en. Recuérdese que mataduras son las llagas que salen a las bestias.

MATANCHÍN. m. Persona encargada de matar los cerdos. Es una deformación de matachín ‘el que mata las reses, jifero’.

MAYA. f. Juego infantil parecido al moderno escondite (L y G, MU): “En estos juegos, a veces, en la vecindad, nos mezclamos chicos y chicas y también mezclados jugábamos a las casas y, sobre todo, a la maya por las noches en el barrio” (AM, Charlas..., p. 107).

MAZARRÓN. m. Polvillos rojos que se utilizaban para marcar las ovejas, y pintar las paredes. Debe de tratarse de una deformación de almazarrón, que vale lo mismo que almagre. Obsérvese su uso en esta descripción que hace Modesto Alonso Emperador de una función de títeres: “Se sucedían uno tras otro con aplauso creciente los más variados números: trabajos de animales, malabaristas, la alegría sana de los payasos pintados de almazarrón y albayalde” (op. cit., p. 128).

MEDA. f. Montón de heno o sarmientos. Es un vocablo característico de la provincia de Zamora. Proviene del latín meta ‘montón, almiar’. Término muy utilizado en la actualidad para referirse a los apilamientos de pacas en las eras y junto a los apriscos.

MEDIANA. f. Cencerra de sonido grave. En cambio, IS define así el vocablo: “Cencerro de tamaño intermedio entre el piquete y la cencerra”. Y para García Lomas es un cencerro menudo para el ganado vacuno.

MEGUERO. adj. Zalamero, mimoso (L y G).

MEJER. tr. Empujar hacia abajo los racimos de la madre, uvas sueltas y partículas que en la fermentación afloraban a la superficie del mosto. GF recoge el vocablo con la acepción de ‘remover el mosto de las cubas durante la fermentación’ y señala que es un leonesismo, aragonesismo y mozarabismo extendido hasta Almería y Sudamérica. Deriva del latín miscere ‘mezclar’. También se usa el término mejedor para aludir al instrumento que se utiliza para realizar esta operación.

MELAR. tr. Marcar a las ovejas (L y G, GB). Esta última también recoge la variante enmelar. Por su parte, IS registra mela ‘mezcla de pintura roja u ocre, por lo general, con un adherente que se emplea para marcar el ganado lanar’.

MELOTE. m. Pringue que se adhiere a las cosas muy sucias. Puede tratarse de un significado trasladado a partir del que recoge el DRAE: “Residuo que queda después de recoger el guarapo”.

MELUCA. f. Lombriz de tierra: “Además de poner pajareras en el surco, mientras iba arando, a los tordos que rebuscaban melucas” (AM, Charlas..., p. 30). Es un vocablo que está muy extendido por Tierra de Campos, y por los dominios del antiguo leonés.

MENCAL. m. Molde que sirve para hacer los adobes: “Estos adobes se elaboraban pisando una masa, húmeda, de tierra y paja, y cuando ya estaba bastante pisada, y con la humedad justa, se volcaba sobre un mencal, que podía ser arrobero, de media o tabicón, y al retirarse el molde no había más que esperar que el sol lo secara” (Martín-Calero, op. cit. p. 29).

MENUDEAR. intr. Acción pequeña y muy repetida.

MERENDARSE. prnl. Ú.t.c.tr. Además de la acepción recogida por la Academia de ‘dominar o derrotar a alguien en una competición o disputa’ también equivale a consumir en algunos contextos: “Si los crío es por entretenimiento, para pasar el rato. ¡Si solo el alpiste va a diecisiete duros y estos míos, ahí donde los ve, se me meriendan medio kilo!” (Castilla habla, p. 152).

MERIENDA. f. Comida que se preparaba por la noche, para quienes pasaban el día trabajando en el campo y que llevaban en la fiambrera. Podía ser para el almuerzo, sobre las diez de la mañana, y la del mediodía.: “Ya hemos parlau un ratico, que, mientras les preparo la merienda pa el almuerzo y echo los garbanzos a mojo, se llega la hora de llamar al hombre, pa que vaya a buscar a los muchachos a la era pa marchar a acarriar” (Charlas..., p. 70).

MERMINIAR. intr. Se emplea, sobre todo, en la expresión estar merminiando, para aludir a que en un determinado lugar hay gran abundancia de  pequeños seres vivos, piojos, gusanos, espigas o vainas en el suelo...
METER LOS PERROS EN SILVA. Se emplea esta locución para indicar que se está malmetiendo a alguien incitándole a que haga algo (L y G, DE): “No sé, como se dice en mi pueblo, quién me metió los perros en silva para intentar asegurar mi futuro, en lo económico, con los negocios inmobiliarios” (AM, Memorias de un torero, p. 118).

METICÓN. Este adjetivo se aplica a las personas que se inmiscuyen en asuntos que no son de su incumbencia (L y G). Para IS ‘indiscreto’.

METIMIENTO. Aparece en la frase tener mucho o poco metimiento, con lo que se hace referencia al grado de confianza que existe entre las personas (L y G).  Vergara Martín da una acepción parecida.

MIEJA. f. Migaja. Parece una deformación de esta misma palabra como miaja o meaja recogidas por el DRAE.

MINERAL. m. Abono químico, inorgánico: “La palabra abono todavía conserva en el lenguaje común en nuestros pueblos un significado propio, reservándose la palabra mineral para indicar la idea genérica de un abono distinto del orgánico” (AE, p. 96). Estamos ante lo que los lingüistas llaman un cambio semántico por elipsis, consistente en que una palabra asume el significado de otra que se omite por haber compartido con ella frecuentemente los  mismos contextos.


MISINO. Gato. De ahí que se utilice para llamarle la voz repetida: “mis, mis, mis”.

MÍSTICO. adj. Cursi, remilgado. Se emplea más, para referirse a alguna mujer, en femenino. Llorente Maldonado también da esta definición e informa de que es propia de Ecuador y Puerto Rico. La Academia en las últimas ediciones de su diccionario también la considera característica de Colombia, Cuba y Panamá .

MIXTO. m. Pequeño explosivo. DE nos ofrece una descripción muy pormenorizada: “ Se vendía en los puestos de ferias y fiestas adheridos a una tira de papel fuerte. Restrallaban por frotamiento en una piedra, en el cemento etc... y explotaban golpeándolos con un martillo sobre una superficie dura, echándolos en el fuego o con una pistola de juguete. Si se humedecían y se restregaban por el rostro, brillaba parpadeante en la oscuridad y se decía que eran los Fuegos Fatuos”. EL DRAE en una de las acepciones que da a este vocablo tal vez nos aclara el origen del significado recogido por nosotros: “Cualquiera de las mezclas inflamables que se usan en la guerra para los artificios incendiarios, explosivos o de iluminación”.

MONJONES. m. Suele usarse en plural. En sentido figurado, sirve este término para referirse  a las deposiciones abundantes. Deriva de mojón, vocablo que, en sentido recto, ya se sabe que se utiliza para aludir  a los hitos que señalan los límites de un terreno.

MOLDRÓN. Se aplica a la persona muy gruesa, y, por lo general, desaseada y sucia. Parece ser una deformación de molondrón (L y G).

MOLLEDO. m. Miga del pan.

MOLLETE. m. Bollo con anises, que se comía especialmente en Semana Santa. Se decía que los tambores al repicar sugerían los siguientes  versos: “Parte pan, / higos y molletes / para mi abuelita / que no tiene dientes”.

MONDA. f. Piel de las fruta y de algunos tubérculos. LB recoge el término con la acepción de ‘envoltura de frutas tiernas’. Por su parte, GR lo define así: “Envoltura de las frutas. Cáscara, corteza, mondadura”. MU, a su vez, da la siguiente definición: “La piel que se quita de muchos frutos antes de comerlos o de condimentarlos, como las patatas y la fruta (manzanas, peras...); también la corteza verde de ciertos árboles”.

MONDONGO. m. Matanza del cerdo y todo el proceso de su aprovechamiento, que duraba tres días, desde las “carrapatas” hasta las tripas: chorizos de carne y callos, salsichón, morcillas, jamones, mantecas, torreznos, salado de huesos, espaldares de tocino…

MONICACO. m. Pelele, persona de poca importancia, chisgarabís.

MONTISCO. Aplícase a la persona huraña (L y G). García Lomas lo registra como sinónimo de montaraz.

MONTÓN. Se dice de la persona desaseada (L y G, DE).

MOÑA. f. Muñeca, en general, hecha o no  de trapos. Véase en este sentido el uso que hace del vocablo Modesto Alonso Emperador: "Una muñeca hecha de unos trapos liados con un poco de hilo a un cortezo de pan era muy güena para que mordiera el muchacho cuando estaba embuesando, sin que importara mucho que rodara por el poco limpio suelo".

MORCEÑA. f. Fragmentos de ceniza desprendidos al arder la lumbre y que podían caer sobre pucheros, cazuelas y sartenes. La señora Francisca, cuando se enteró que la novia de su hijo Domingo era corta de vista, y no usaba gafas, le dijo: -¡Ay hijo!: cuántas morceñas vas a comer.

MORENA. f.  Montón que se hacía con las gavillas mientras que se iba segando. Parece un regionalismo utilizado en Castilla La Vieja y en el dominio lingüístico del leonés y sus zonas de influencia. En cuanto a su etimología, el DRAE señala que puede tratarse de una voz prerromana relacionada con el vasco muru ‘montón’. También se emplea el verbo amorenar ‘formar morenas’.

MORENAL. m. Restos de mieses que han quedado en el lugar donde ha estado colocada la morena: “Entre San Roque y San Agustín, cuando ya no quedaban morenas y se habían arrastrado los morenales, cuando los hatajeros y los rebaños grandes eran dueños de los rastrojos, desde EL Raso a La Lomba , desde La Encomienda a La Lombilla, había acabado el acarreo, había acabado la trilla” (AM, Crónicas..., p. 44).

MORRADA. f. Caída (L y G, JP). El DRAE define el término de la siguiente manera: “Golpe dado en la  cabeza, especialmente cuando dos topan una contra otra”.

MORRILLO. m. Canto. Cilindro de madera de encina forrada de metal, que sirve para jugar a la chana: “Y llegamos al momento cumbre cuando uno de los casados lanza el morrillo de piedra caliza, que tenía en su mano derecha haciendo puntería” (AE, op. cit, p. 20). Para GL es una piedra grande que se usa para ser lanzada con la mano.

MORUGO. m. Se aplica a la persona callada, antipática y de torcido proceder. Véase su empleo en el siguiente texto de La esfinge maragata: “El viejo... se deja caer a la sombra del centenal, con el firme propósito de acechar allí hasta que sepa algo, hasta que aquellos morugos hablen o revienten”.

MOSTOLILLA. f. Comadreja. Es una curiosa formación resultado de añadir al derivado latino mustella otro sufijo de diminutivo.
MOZOCOTÓN. m. Mazacote. Parece que es un aumentativo que se ha formado a partir del propio vocablo mazacote por asimilación de las tres vocales velares de abertura media. Tiene un matiz despectivo.

MOZO DE AÑO. m. El que estaba ajustado y cobraba salario durante todo un año. Solía dormir en la pajera junto a las mulas de labor. Una vez a la semana iba a dormir a casa. Agapito Modroño en su último libro Víctimas de la Guerra Civil en Villalpando hace una certera semblaza de las duras condiciones laborales de estos trabajadores: “A los mozos de año, al menos, no les faltaba el pan, carro de paja y de leña. Para poco más daba el ajuste. A cambio miraban por la hacienda del amo como si de cosa propia se tratara. Sentían orgullo de arar recto y profundo, de poner rectas las moleras, de componer los carros de bálago. Trabajaban sin horario, adaptándose a las faenas, a la estación y a la meteorología. Y lo más penoso de todo: dormían en la pajera, menos la noche de sábado a domingo, para darle a media noche un pienso a las mulas y vigilar por si alguna se ponía enferma. Estaban la veinticuatro horas al servicio del amo” (op. cit., p. 23).


MUDADAL. M- Es una deformación de la palabra “muladar” sitio donde se deposita la basura o el estiércol del ganado.

MUELERA. f. Es cada uno de los surcos que abre el arado, una vez que ya se han echado las semillas y se las ha tapado con la tierra que previamente se ha sacado al abrir dichos surcos.

MUELO. m. Montón de grano que se forma una vez terminadas las limpias. El término se explica porque ya está listo para moler.

MULI. Aparece en la frase hecha dar la muli, que , sobre todo los niños aplicaban a algún amigo para expresar que desde ese momento se podía dar por concluida su amistad. SL recoge la expresión dar las mulas y explica que esa fórmula se usaba para amenazar al que durante el esquileo no ataba bien las ovejas.

MUSIGATO. Persona que disimula prudencia, timidez, bondad: “Si estas místicas musigatas, mucho de iglesia, y luego son las más finas” (AM, Charlas..., p. 72). Parece una deformación de mojigato, a tenor de lo que comenta Covarrubias sobre esta palabra: “Se dice del hombre que está muy disimulado y callado, humilde esperando la ocasión para hacer su hecho, como hace el gato cuando está esperando que salga el ratón, de manera que está compuesto de mus que vale ratón, y de gato, con esta alusión y similitud”.










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