miércoles, 19 de mayo de 2021

NECROLÓGICAS.

    Por este orden, anteayer fallecieron, Macario Gago Agüado y Cecilia Ferrero Zamora, naturales de Villamayor y de Revellinos de Campos, respectivamente, vecinos, desde que se casaron con Pilar y con Tano, respectivamente, hace un montón de años, y muy queridos, en Villalpando.

    Si quisiera escribir todos los recuerdos de mi amistad, de mi relación con Macario, seguro que les aburriría; tampoco es necesario, Macario, por su constante simpatía y buen humor, fue muy popular. Destaco dos facetas de su personalidad: la profesional y artística como carpintero y tallador (ahí está la mesa del Nazareno, que, además, regaló) y su honradez. Tuve cuentas con él, surgieron problemas, pero, perdiendo cada uno, lo solucionamos. Nuestra amistad se robusteció.

    Por eso lo visité unas cuantas veces en la residencia. La última en el mes de marzo. Cristales por el medio, conversé brevemente con él a través del teléfono:

    -Te he conocido por la voz. Estoy bien, pero veo menos que un gato de escayola.

    - Ya veo os cuidan bien, has engordado.

    - Me privo, pero como aquí no le pego ni un palo al agua... 

    Me preguntó por la familia, etc.; volvió a su asiento.

    Lo vi por última vez el día que levantaron el confinamiento y salieron todos a la plazuela de San Nicolás. Él, del brazo de una cuidadora, hacía como que daba una carrerita.

    Superados muchos achuchones a lo largo de su vida, se notaba que ha mantenido su entereza y alegría de vivir, hasta el final.

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   De Cecilia, ¿qué les voy a decir que no sepa todo el pueblo?: una buenica y un coco trabajador. Casada con Tano, el menor de los "Colcos", enviudó joven. Ella tiró por la casa, ayudaba a sus hijos en la ganadería y el negocio familiar.

  En los últimos años, en el buen tiempo, veía todas las tardes pasar a una terraza de la plaza a las tres amigas: Concha la Tocinera, "Deco", y Cecilia. Alguna tarde me sentaba con ellas. Cecilia la más calladita.

   Los últimos encuentros, y frecuentes, han sido en el Centro Médico, su nuera, Nuria Alcalá, de Castroverde,  la llevaba en silla de ruedas. Cecilia siempre apacible y sonriente.

  Ayer me contaba su hijo José Mari: -hace diez años le diagnosticaron un mieloma, le dieron cuatro años de vida; ha vivido diez.

    Y, lo más importante, le dije, es que los ha vivido en su casa, acompañada, rodeada de atención y cariño. Luego, cuando llegó Nuría, su esposa (quien fue alumna de adolescente en el Colegio de Villanueva, y, además, es hermana del poeta y escritor autodidacta Marcelo Alcalá), le elogié su comportamiento.

    Me dijo que se sentía bien, que esas atenciones son las mejores flores que se pueden regalar.

    Descansen ambos en paz. 

   


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