sábado, 9 de septiembre de 2017
PAQUITA Y SUS AMORES.
Muy oportunamente Victor Zapatero Gallego recogió en "Feisbuk" (estoy deseando castellanizar el anglicismo), un reportaje aparecido en La Opinión, sobre una obra de teatro en verso, escrita por un médico, entonces en Villalpando, aunque natural de Muriel de Zapardiel, Mariano González, el año 1896.
Parece ser que este médico acabó en Zamora. Allí un nieto suyo, en la antigua casona familiar, ha encontrado el manuscrito de la tal obra y el nombre de los actores aficionados que la representaron en un "teatro" de Villalpando.
Como ya en "Feisbuk" hemos hablado de los protagonistas que recordamos, (sobre todo de don José Labrador Luna y su familia) o de los que tenemos noticia,, a propósito de la sugerencia de Victor Zapatero de si el teatro donde pudo representarse fue en el cine recién derribado, voy a escribir sobre esto de cine y teatro en la villa.
Amigo Victor: el cine que todos conocimos, y donde también se representaban comedias, fue construido sobre el año 1942-43. La obra teatral en cuestión fue representada en 1896.
El primer local destinado a teatro fue la antigua iglesia de Santa María del Templo. Ésta fue Parroquia, como todas, hasta el año de 1898. Retiradas las imágenes y los retablos (les remito al libro "Parroquias, Archivos y Cofradías de Villalpando") los jóvenes de la Congregación de los Luises, representaron en ella comedias, pero sin realizar obra alguna.
En el año 1926 fue adquirida por los entonces jóvenes hermanos Manteca. Uno de ellos el marido de Pepa "la Churrera", que no tuvieron hijos; el otro padre de Teresa y Pepita, esposas de Félix y Jacinto Féliz, en compañía con Eulogio Alonso Redondo "Cabrito", abuelo materno de mi esposa Sara, y hermano de mi abuelo Eustaquio Alonso.
Estos empresarios fueron quienes convirtieron la iglesia en el teatro, cine mudo y baile de nuestra juventud. Mucho antes de ser "El Abeto Rojo".
Construyeron un gran escenario con toda la tramoya necesaria: decorados, telón, plató..detrás de donde está el actual arco; taparon, con pared de adobes,. el gran arco de la izquierda; en las paredes laterales y del fondo gradas, apoyadas en postes de madera. En el piso de tarima, el patio de butacas, que se ponían y quitaban según hubiera baile o teatro.
No sé si a poco de la compra y reforma, instalaron el primer cinematógrafo (mudo, por supuesto, que hubo en el pueblo). Tengo noticias familiares directas de que el operador de aquel cine era un muchacho que se llamaba Gil-Agapito Modroño Chimeno, eso ya en los años treinta, hasta que lo llevaron y mataron en la guerra. Había nacido, en la Argentina, adonde habían emigrados unos años mis abuelos, el año 1911. Se iba a casar con Carmen Vega, tía de los actuales Burgos Vega, preciosa e inteligente muchacha que ya no se quiso casar con otro.
Antes de instalar la máquina del cine, con su cabina, proyector, pantalla, etc., los Manteca-Cabrito, el padre de Dionisio Boyano Núñez, señor que estuvo casado con Angelines Boyano "la Tinaja", una señora que sigue guapa y no falla por la Purísima, Semana Santa y San Roque, en su casa de la calle Miraflores, junto a la de Rubén-Patricia, el padre digo de Dionisio, a quien llamaban "Tolete", daba cine en la panera de Calderón, sobre una sábana colgada en la pared y la linterna de los hermanos Lumiers. Dionisio, quien era niño hacía aquel 1925, me explicaba lo rudimentario de aquel procedimiento, con un carburo, una especie de lupa y la cinta que giraba a mano sobre un carrete.
El cine sonoro, ya de verdad, en el edificio construido al efecto por la empresa Concejo, Cañibano y Mazo, ya les digo: 1943.
Trasladémonos a finales del siglo XIX. a aquel poblachón de tapial y adobe. en el que predominaban las casuchas y las necesidades. Pasaba de los tres mil habitantes, alto índice de natalidad, predominante la población joven. Se era viejo a los sesenta años. Muy pocos llegaban a los ochenta. Altísimo índice de analfabetismo. Las diversiones, como ya denunciara Jovellanos, muy escasas. Qué se cantaba, bailaba al son de gaita y tamboril, qué, incluso había alegría, sobre todo quien y cuando se tenía la barriga llena, aunque fuera de pan, garbanzos y algo de tocino, o sebo, ¡no cabe duda.
A las gentes actuales les cuesta trabajo imaginarse cómo sería la vida sin agua, electrodomésticos, ni siquiera luz; sin radio, cine, televisión y la enorme cantidad de medios audiovisuiales..actuales. Para la mayoría ni siquiera existía la diversión de leer, porque ni sabían ni podían disponer de libros. Lo más "divertido" era escuchar a los organistas en las iglesias, aunque tuvieran que aguantar los terroríficvos sermones de los curas.
¡Bien!: una magnífica solución, además de las orquestas, ya hemos dado cuenta de alguna por aquellos tiempos, era el organizar comedias., como la del caso que nos ocupa.
!Claro!: los organizadores pertenecían a la clase alta del pueblo. Eran los que sabían leer, tenían tiempo y sitio para los ensayos, y vestuario. Lo hacían por divertir, divertirse y por caridad, solventando las dificultades, como la de carecer de local al efecto para las representaciones.
Tengo noticias de mi abuela de que las comedias se echaban en las paneras, sobre todo en la de Calderón, que era la mayor.
No me resulta difícil imaginar, toquillas, panas, remiendos, taburetes, rostros llenos del tostao y las arrugas en la dura brega de los labrantios en cuerpos enjutos de escasos cocidos, mucha hoz, mancera y gavillas, divirtiéndose, a la luz de los quinqués y carburos con los "Amores de Paquita" en la panera del señor don Pedro Calderón.
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