Es a propósito de la foto de tres afganas con el burka y de las religiones, escribo:
Perdonad que me asome por aquí para compartir mis dudas y pedir ayuda.
Dudas que comparten y han compartido millones de seres humanos: ¿Hay vida después de la vida?
Ayer,
durante hora y media, escuché con atención la entrevista al Dr. Manuel Sanz Segarra.
Ha escrito un libro de éxito, pronuncia montones de conferencias, sale en las
redes sociales. Resumiendo: intentando basarse en la ciencia cuántica, en su
experiencia con enfermos, asegura que existe la supraconciencia, (¿El alma?)y que ésta sale del cerebro y vive
después de la muerte. O sea: que existe vida consciente en otra dimensión ajena
al cuerpo, etc. etc.
Son
tantos sus argumentos que esa idea de vida después de la muerte, de reunirnos
en el “más allá” con los seres queridos, me dio tranquilidad.
Hoy
vuelvo a las dudas. Leo que algunos científicos desaprueban esa utilización de
la Ciencia Cuántica para demostrar científicamente lo de la supraconciencia.
¿Miente deliberadamente el Dr..
Manuel Sanz? ¿Para qué? No está defendiendo doctrina religiosa alguna. ¿Para
vender libros? No lo creo. Tiene 81 años y enorme prestigio médico. Muestra una
sabiduría, una lucidez extraordinarias. Muestra, sobre todo, una serenidad
envidiable. No teme al “trance”.
Una parte de mi conciencia, tan honrada, le
dice a la otra: “No te engañes”, y me sale todo el raciocinio de lo material.
La parte que quiere ser creyente se aferra a ese ansia de inmortalidad que
tenemos todos los humanos desde los primeros homínidos inteligentes, que ha generado todas las religiones.
Otro
argumento es el magnífico ideario de la doctrina Cristiana, del Sermón de la
Montaña, tan coincidente con lo que yo llamo la ética, o la moral, universal.
Resumiendo el afán de justicia y la caridad.
Aunque
sea más bien frívolo lo tratado en este foro, creo no viene mal tratar, sacar
lo que llevamos dentro. ¿Alguien me puede ayudar en mis dudas?
O me
ayudo yo: Wagner, Mozart,…, autores de una música tan excelsa, divina dicen que
ellos sólo fueron el instrumento, que las notas se las dictaba Dios; ahora, el
dios de la lluvia llora sobre la “inmensa llanura”; comienza el milagro de la
germinación de millones de semillas…, ¿y la bóveda celeste en noche estrellada?
¿Quién lo ordenó todo?
¡Pues ya está! Tranquilo, sereno y en paz.
Después de comer, s.D.q., escucharé a Serrat: “Llueve, detrás de los
cristales llueve y llueve…”; y a Wagner, a Mozar, Beethoven. Bach, Vivaldi,
Schuber, Gregoriano, un poquico cada día, para desengrasar de Sabina y Rocío
Durcal.
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