Por si nos lee alguien quien no conozca esta "diversión", les informo que no es encierro, sino al contrario: desencierro, suelta de dos novillos desde el camión en medio del campo a los que persiguen jinetes (este año muchos menos que en anteriores, conté unos treinta) y coches a cierta distancia, como ven las fotos.
Los encierros se han "civilizado". Han desaparecido aquellos vehículos trucados, carentes de toda documentación, adaptados exprofeso para acosar y acometer a los novillos. Han desaparecido los tractores. Ayer la Guardia Civil paraba y pedía documentación (a a mí, por ej.) a todos los coches al acceder por los caminos al sitio de la suelta.
Les cuento mi experiencia: fui con mi "Panda". Siempre huyendo del polvo accedí a favor del viento, por el camino de los Lastros y el de Quintanilla. Me quedé a cierta distancia del camión, del mogollón, en un pequeño altozano, con un grupo de personas.
El grueso de los coches se colocó en semicírculo en torno al camión, los caballos en medio. Por el movimiento y la polvareda, vimos que habían soltado a uno, unos minutos después a otro. Al poco la nube de polvo nos impedía ver más.
El novillo negro corrió poco: desde la suelta, en la parte alta de la Lomba, hasta la Lorenzana. Allí se emplazó y lo de siempre: los caballos pululando a su alrededor, pequeños embistes y movimientos, y los coches que van llegando y se paran a cierta distancia, el mío entre otros. Allí fuera del coche, permanecí un buen rato. A medida que el aburrimiento iba cundiendo nos íbamos marchando. Yo siempre rodeando para huir del polvo.
El otro novillo, rojo, corrió más. Llegó, por el camino de Villalobos, hasta el río, pegando un buen susto a los que estaban en el puente de las Zambranas, que si no lo recortan los caballistas lo hubiera cruzado y, posiblemente, llegado al pueblo. Eso fue lo más "emocionante" del "encierro". De ahí son las fotos, que me han cedido. En la primera el torito está entre el malecón y el cauce del río, lo verde que se ve al fondo es la vegetación que bordea dicho cauce.
Después me imagino que lo de siempre: los novillos agotados son enmaromados y, a base de tirar, subidos al camión, si no se han muerto, y pa casa.
En estas fotos pueden contemplar ustedes las imágenes más bonitas vistas en el encierro. Lo demás hierro, sudor y polvo.
De aquellos antiguos encierros de vacas, a pie, cientos de mozos y hombres, cuatro caballos y ningún motor, queda un único peatón superviviente: Tomás Infestas Boyano, el cantor, abuelo de tres nietos. ¡Qué siga!
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